Javier G. Yagüe: «Quizá ya no somos tan utópicos como para pensar que el teatro pueda cambiar algo, pero sí puede cambiar a las personas»

Andrea Garriga
tantos esclavos tantos enemigos en sala teatro cuarta pared

‘Tantos esclavos, tantos enemigos’ es la última pieza de la Trilogía Negra en la Sala Teatro Cuarta Pared.

En TeatroMadrid entrevistamos a Javier G. Yagüe, director de la Sala Teatro Cuarta Pared y también director y uno de los dramaturgos de Trilogía Negra, un conjunto de obras de denuncia social cuyas tercera entrega, Tantos esclavos, tantos enemigos, se estrena el 16 de febrero en la misma sala. 

Hablamos con él sobre Nada que perder, estrenada en 2015, de Instrucciones para caminar sobre el alambre, que vio la luz en febrero del 2020, y de la tercera entrega de la trilogía, en reciente proceso de creación. 

TeatroMadrid-. Instrucciones para caminar sobre el alambre comienza con la desaparición de Alba. ¿Qué más cosas dirías que han desaparecido en nuestra sociedad y qué denuncia la obra? 

Javier G. Yagüe-.: Sobre todo lo que ha desaparecido es el bienestar, la posibilidad de disfrutar de la vida. Es una obra previa a la pandemia pero, viendo la obra de nuevo, es como si todo se hubiese agravado: habla de la presión a la que estamos sometidos diariamente, el estrés, la imposibilidad para la gente joven de labrarse un futuro y tener un horizonte. En definitiva, de la dureza de nuestra vida cotidiana y de cómo estamos construyendo una sociedad o un modo de vida invivible.

T.M.- La obra forma parte de una trilogía que proclama la necesidad de un cambio. Nada que perder es la primera de ellas y estáis en proceso de escritura de la tercera. ¿De dónde surgió la necesidad de enviar este mensaje? 

J.G.Y-.: Con la primera crisis económica, hace ya unos diez años, estábamos con un proyecto que era más existencialista sobre el futuro que nos esperaba desde el punto de vista de la genética, y nos dimos cuenta que en ese momento no tenía sentido hablar de eso cuando la realidad era tan dura para tanta gente y lo que estaba preocupando es cómo llevar algo para comer a la mesa al día siguiente. 

Nada que perder surgió, no para contar, porque esto es muy importante: nosotros no intentamos contar una realidad, porque eso ya lo vemos todos los días en el telediario, si no encontrar un punto de vista que nos ayude a ver las cosas desde otra perspectiva. Y, en este caso, vimos que la crisis económica tenía que ver con una crisis moral y con cómo la gente se aprovechaba de las situaciones a medida que las desigualdades aumentaban.

Imagen de 'Nada que perder' en Sala Teatro Cuarta Pared

Imagen de ‘Nada que perder’ en Sala Teatro Cuarta Pared

La pieza toca el tema de la corrupción, a costa de que alguien se llene los bolsillos a veces ilegalmente, a veces legalmente, hay mucha gente que no tiene un futuro. 

Con Instrucciones para caminar sobre el alambre seguimos en esa línea, tomando como referencia cómo este siglo es el siglo de las enfermedades mentales, que con la pandemia ha salido más a la luz. Estas no dejan de ser un síntoma de que algo no está funcionando y que no es normal, aunque ya lo demos por normal, que casi todo el mundo tenga que tomar pastillas para algo. También está muy centrado en el tema laboral, viéndolo como algo que iba en contra de la persona: no había un equilibrio entre la necesidad de subsistencia y un mínimo de bienestar en el día a día. 

T.M.- ¿Cómo está siendo el proceso de escritura junto con Quique Bazo, Yeray Bazo y Juanma Romero? 

J.G.Y-.: La verdad es que es un lujo contar con ellos. Nosotros siempre decimos que el teatro es un hecho colectivo, donde participa mucha gente, no es una cuestión de una persona. Todas nuestras obras tienen varios autores porque, en el proceso, van aportando su punto de vista. Luego llegamos a síntesis y consideramos que, teniendo en cuenta la idea que tenemos de intentar ser portavoces de lo que ocurre a nuestro alrededor y entrar en el debate social, cuando escribes colectivamente el debate ya se está produciendo al escribir y eso es mucho más interesante que simplemente escribir desde uno mismo, que tiene una visión siempre más restringida. Así tenemos múltiples visiones de la realidad. Además, cuando se incorporan los actores y las actrices, también ellos aportan su visión porque los textos nunca están cerrados cuando ellos se incorporan. 

T.M.- Cada una de las piezas comienza con la investigación de un crimen. ¿Por qué motivo escogisteis el recurso del thriller? 

J.G.Y-.: Nosotros solemos trabajar con ciclos de trilogías, porque nos parece que con una sola obra no podemos explorar temáticamente ni desde el punto de vista del lenguaje teatral aquello en lo que nos embarcamos. Entonces son ciclos largos, de tres obras, en los que suele durar entre seis u ocho años todo el proceso.

En este caso elegimos la serie negra, el thriller, porque nos parecía muy interesante: el buen cine o la novela negra lo que hace es buscar en las cloacas, en aquello que está por debajo, en aquello que no se ve. Y, por otro lado, se tratan conflictos extremos. En Nada que perder son todo interrogatorios, tocando diferentes estratos sociales, con una estructura que hace que sean obras muy nucleares: no hay paja alrededor, no hay nada que sobre, es todo muy sintético y eso atrapa mucho al espectador. Instrucciones para caminar sobre el alambre en cambio, no tiene estructura de interrogatorios pero sí la de la investigación que hace que el espectador siempre esté atento a unir las piezas. 

Una escena de Instrucciones para caminar sobre el alambre

Una escena de Instrucciones para caminar sobre el alambre.

Nos hace mucha ilusión que por primera vez estén las dos obras en cartel, porque hasta ahora no lo habíamos hecho, y da una visión de conjunto de hacia dónde va la trilogía y ver esa trayectoria, ver proyectos más de fondo que algo más efímero. Nuestros proyectos son largos, de gestación larga, poco habitual en los tiempos que corren donde todo se presenta, a veces, de manera muy precipitada y se desvanece al poco tiempo.

T.M.- Estáis con la gestación de la tercera obra. ¿Serán los futuros acontecimientos sociales los que marcarán su desarrollo o tenéis ya muy claros los temas a tratar? 

J.G.Y-.: Estamos justamente con los temas a tratar, en un proceso muy inicial, pero sí te puedo decir que, así como Nada que perder habla de la crisis de una manera tangencial, aunque muy influida evidentemente por lo que estaba pasando alrededor no queremos hablar desde un punto de vista periodístico o hacer teatro-documento, en este caso con la tercera obra no se puede obviar que nuestra sociedad ha cambiado a partir de la pandemia y, sin que sea una obra en la que vayamos a hablar concretamente de esta, sí que vamos a hablar de todo aquello que ha puesto al descubierto. Temas que ya hemos tratado en las anteriores obras de la trilogía, pero mucho más evidentes para todos. Estamos buscando el punto de vista para que lo que hagamos sea algo original, creativo y que tenga sentido hacerlo en teatro.  

T.M.- Uno de los objetivos de esta trilogía de denuncia social es poner sobre la mesa la necesidad de cambiar. ¿El espectador descubrirá en las obras cosas que cambiar que, quizá, nunca se había planteado? 

J.G.Y-.: Yo creo que sí, o, quizá, cosas que alguna vez se había planteado pero no se ha animado a dar el paso porque todos los cambios son difíciles. No está uno en una situación mejorable si fuese fácil mejorarla. 

Lo que las obras, de alguna manera, hacen es poner el dedo en algunas llagas. Volver a reflexionar sobre cosas que se conocen o que, quizá, no se conocen. Intentamos hacer un teatro que no resbala por los ojos, sino que el espectador se lleve puesto el proceso que se ha iniciado en las obras y pueda provocar algunos cambios en la vida de las personas. Quizá ya no somos tan utópicos como para pensar que el teatro pueda cambiar algo, pero sí puede cambiar a las personas. 

T.M.- ¿Si nos caemos del alambre, habrá red? 

J.G.Y-.: Pues cada vez menos, eso es otro de los problemas de los que hablamos. Por ejemplo, en el caso de Instrucciones para caminar sobre el alambre, tratamos el cómo la presión a la que estamos sometidos lleva a desarrollar enfermedades mentales y, justamente, cómo cada vez la «red» es menor y va teniendo muchos agujeros. Por ejemplo, se ha visto en la pandemia: hemos estado presumiendo siempre de que teníamos el mejor sistema sanitario del mundo y lo que vemos es que tenemos muy buenos profesionales sanitarios pero lo que es el sistema hace aguas por muchos sitios y que la «red» no se puede construir solo con la ayuda solidaria, ciudadana, si no que tenemos que tener un sistema que ayude a aquellos que más lo necesitan. 

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Escrito por
Andrea Garriga TWITTER

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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