Con una carrera ligada a las tablas de los grandes teatros, combinando géneros, bailando en musicales, hoy Natalia Millán presenta El Mensaje, una nueva propuesta con la que vuelve a los escenarios, y en concreto, por primera vez al del Teatro Lara. Mirando hacia atrás, su versatilidad la convierte en una de las grandes actrices de su generación, pero ella sólo espera seguir trabajando y contando historias con un público con el que compartir esa energía “litúrgica” que sólo te da un telón. Hablamos con la actriz justo el día que se estrena esta nueva comedia de Ramón Paso.
Teatro Madrid-: ¿Cómo estás antes de pisar las tablas por primera vez en el Teatro Lara?
Natalia Millán-.: Nerviosa, como siempre, los estrenos son de infarto. Según pasa el tiempo lo lógico es pensar que se lleva mejor, pero yo cada vez peor. El día del estreno es un día de muchos nervios, responsabilidad, probar si todo ese trabajo previo, largo e intenso llega a buen puerto. Es emocionante pero da taquicardia.
T.M.- ¿Qué vamos a ver en esta obra?
N.M.- Es una comedia descacharrante, pero tiene algo de thriller, así es que no puedo desvelar mucho. Por resumir, es un día muy extraño de una familia, casi normal, enfrentada por una situación excepcional de una herencia envenenada. Va a haber final feliz y un hermosísimo encuentro en el que todos los miembros van a acabar por aceptarse tal y como son.
T.M.- ¿Cómo ha sido el proceso de encajar en el trabajo de la compañía PasoAzorín?
N.M.- Con los ojos como platos y las orejas muy abiertas. Esta compañía es muy peculiar porque es muy estable en cuanto al equipo, aunque suelen entrar elementos nuevos, y cuenta con un universo, lenguaje y códigos muy propios que ellos tienen totalmente normalizados. Para mí ha sido todo nuevo y he entrado como una niña pequeña tratando de comprender todo. Ha sido muy intenso y enriquecedor.
T.M.- ¿Qué nos puedes contar de la labor creativa de la mano de Ramón Paso?
N.M.- Ha sido muy divertido, me honraba saber que mi opinión era escuchada, pero me da un poco de miedo cuando se menciona eso, porque puede parecer una coautoría que no es cierta. Pero sí que nos hemos reído y escuchado mucho, se nos han ocurrido cosas juntos, pero el autor indiscutible de la función es Ramón.
T.M.- Tienes toda una carrera en televisión, ¿cómo se conectan estos dos mundos?
N.M.- Mi vocación absoluta es el teatro, yo no me metí en esto por vocación de ser una estrella de cine, eso vino después de muchos años de haber hecho sólo teatro. Aquí me siento en mi casa, yo viviría en un teatro. Me encanta esa experiencia de contar una historia con el público ahí, a pesar de la taquicardia, porque es muy emocionante. Empecé muy joven trabajando en teatro y me apareció la oportunidad en televisión, por una cuestión práctica, porque había formado una familia. Pero no me gustan las cámaras, ni las fotos.
T.M.- ¿Qué te aportó esa etapa en televisión?
N.M.- Es una etapa en la que aprendí muchas cosas, son códigos muy distintos, tienes que administrar el gesto de otra forma y eres menos dueño de la historia que cuentas, realmente lo es el director. Pero me ha aportado y ayudado mucho. Cuando surge un proyecto en televisión es maravilloso, pero mi prioridad es el teatro.
T.M.- Dentro del teatro has participado en algunos de los musicales más importantes de la cartelera de los últimos tiempos, ¿cómo has vivido el proceso de pasar de una gran producción a otra más tradicional?
N.M.- El teatro musical es más complicado porque debes aunar muchos elementos distintos, hacer muchas cosas a la vez sobre el escenario. En Billy Elliot además saltando a la comba y bailando claqué. Mi vocación partió de All that Jazz de Bob Fosse. Es distinto, pero la vocación es la misma. Cuando estás cantando y bailando, también estás interpretando. Cuando estás interpretando, tu cuerpo sigue siendo tu instrumento y tu voz. La cosa litúrgica que tiene el teatro se mantiene, aunque un espectáculo musical es más complejo y la maquinaria mucho más grande, lo que te deja menos espacio para la improvisación. Pero el teatro, es teatro siempre.
T.M.- ¿Qué va a pasar después de El Mensaje?
N.M.- Parece que se empieza a ver un poco de luz después de este recorrido tan duro, de tanta pérdida, dolor y sufrimiento. Nos queda la recuperación psicológica y emocional, para la que el teatro va a venir muy bien, y sobre todo una comedia como ésta.
Entrevista: Noelia Barrientos