Era 2 de mayo de 2013 cuando el hall del Teatro Lara acogía el estreno de una obra que rápidamente consiguió que este espacio se quedara pequeño y el espectáculo tuviera que mudarse a la sala grande. La llamada conquistaba por su elenco, sus temáticas y su música. Se acabó convirtiendo en tal fenómeno teatral, que acaba de comenzar su décima temporada en cartel con Nerea Rodríguez como protagonista.
Canciones originales, banda en directo y un Dios que no para de aparecerse a través de los éxitos de Whitney Houston conforman esta comedia sobre la fe, la amistad o la búsqueda de identidad, creada por los populares Javis.
La temática: dos adolescentes castigadas por salir de fiesta de noche lejos del campamento en el que pasan el verano, dos monjas intentando salvar la poca fe que les queda a las dos jóvenes, y la música uniendo sus caminos en un solo lema: “Lo hacemos y ya vemos”.
TeatroMadrid ha pasado una noche con Nerea Rodríguez, desde la hora previa a la representación de la obra hasta que los aplausos vuelven a inundar la Sala Cándido Lara. En el camerino no caben más detalles de todos los años que esta obra ha vivido en el teatro. El elenco actual va asomando en el pequeño pasillo que comunica con el escenario. Esta noche son Lucía Gil, Estrella Xtravaganza, Marta Valverde y Gerónimo Rauch quienes se reúnen a pocos minutos de comenzar para la prueba de sonido. Y en ese momento, se puede ver la fe que comparten.
¿Recuerdas tu primer día en La llamada?
Si pienso en el primer día, recuerdo esos 15 minutos que estoy tumbada en la cama mientras entra el público. Estaba súper nerviosa y Javier Ambrosi vino a decirme unas últimas palabras de ánimo. Recuerdo estar repasando la función durante ese tiempo para que todo saliera bien.
¿Fue diferente a lo que imaginabas?
Ya había visto la obra y creo que ha sido mágico. Siento que llegando ahora al final, el próximo mes de junio, puedo hablar de cómo ha sido la experiencia a nivel global. Y sí, considero que ha sido increíble, como me imaginaba. No dudé en aceptar el papel, pero me dio un poco de vértigo. Me preguntaba si lo haría bien.
¿Cuál es tu parte favorita de la obra?
Cuando María empieza a ver a Dios y primero pide ayuda a las dos monjas con las que se queda castigada; pero al final quien más le ayuda es su amiga Susana. Esa conversación que tienen en las escaleras es mi momento favorito porque María se pregunta algo así como por qué ha estado pidiendo ayuda a otras personas si tenía a su mejor amiga ahí con ella. Es un momento muy íntimo, de confianza y de amor entre amigas.
¿Tienes algo en común con tu personaje?
Muchísimas cosas; creo que soy bastante María Casado. Me identifico con ella en luchar por los sueños y en esforzarme, aunque te sientas perdida o te duela; en valorar la amistad y saber querer a los demás. Puede haber un momento en el que no le habla bien a alguien porque lo está pasando mal, pero luego siempre intenta cuidar a los demás y, en eso, me veo muy reflejada.
¿Cómo es tu rutina al entrar las noches de función en el teatro? ¿Algún ritual?
Llego corriendo porque siempre voy tarde. Es algo que no ha cambiado (risas). Vengo maquillada de casa, me microfono, me visto, subo al escenario a hacer la prueba de sonido y me meto en la cama del campamento a esperar que entre el público. A lo largo de los años ha ido cambiando lo que siento en esos momentos previos. Ahora ya es mi casa, me conozco muy bien la obra y siento que María y yo somos una; como que ya no me cuesta ponerme en la piel de su personaje porque ya está tan dentro de mí después de cinco años interpretándolo, y se ha vuelto fácil. Luego pueden pasar cosas en la obra, naturalmente, sobre todo cuando pasas tiempo sin hacerla.
Suelo hacer un ejercicio que repito mucho. Me digo muchas veces los nombres de los personajes que conoce María, para quitarme de la cabeza los verdaderos del elenco que me rodea. Para cuadrarlos. Y pienso en lo que ha hecho María ese día hasta llegar ahí: he ido a hacer una yincana con mis compañeras y con las monjas, hemos vuelto y nos hemos metido en la cama y yo tenía que poner la alarma para salir de fiesta… Me repaso todo el previo para entrar mejor en el personaje.
«Lo hacemos y ya vemos». ¿Lo has aplicado en algún momento de tu vida?
Lo tengo tatuado, no en la piel todavía, pero sí en el alma. Y, de hecho, lo estoy cumpliendo.
¿Cuál dirías que es la seña de identidad de esta obra?
Los personajes, porque son muy humanos y te puedes sentir identificada con cualquiera. El guion también porque es muy natural. Al final es un musical, pero creo que es más una obra de teatro con música. No hay nada forzado, y por ello destacan el texto y los personajes.
Cuéntame algo curioso o alguna anécdota.
Han pasado muchísimas cosas. Las giras han sido muy divertidas, por ejemplo. La más grande que hicimos la comenzamos en El Ejido y, esa noche, había una boda en el hotel en el que nos alojábamos y acabamos dentro de la fiesta porque a la novia le encantábamos y estuvimos cantando, en la piscina. Fue maravilloso.
Si yo no tengo fe en Dios, ya no soy adolescente y no me gustan los musicales, ¿qué me puede conectar a esta obra?
Este es un musical que le gusta a la gente que no le gustan los musicales. Y es también una obra que le puede gustar a quien no le guste el teatro. Es una historia muy cotidiana y es muy fácil de ver. Alguna vez la veo cuando no la hago yo o, de vez en cuando, me pongo la película. Es una obra que no cansa y el elenco está muy vivo porque siempre está cambiando y puedes ver a mucha gente maravillosa en escena. Y eso también puede enganchar.
¿En qué tienes fe?
En la vida, en las buenas personas. En que si haces las cosas bien y luchas por lo que quieres, acaba saliendo. Es algo que dije en la gala cero de Operación Triunfo y lo mantengo.
¿De quién no te gustaría recibir una llamada?
Cualquier persona que me quiera llamar que me llame; está bien (risas). No te sabría decir de quién no.
Más información y venta de entradas: