Ondina Maldonado portagoniza ‘No gender’ en los Teatros del Canal. Fotografía de Eva Nilsen.
El género no binario es el conjunto de identidades de género que no son exclusivamente masculinas o femeninas. El feminismo es un movimiento que persigue y exige la igualdad para todos, todas y todes. Y como todavía nos quedan muchísimos conceptos, voces y experiencias que conocer y de las que aprender, sirva de ejemplo que el teatro nos siga proponiendo el reto de acercarnos otras realidades que están presentes fuera de los escenarios en nuestro día a día. Que queramos entenderlas y formar parte de ellas ya es otra historia, otro paso.
No gender es la propuesta de danza, música, palabra y teatro documental sobre la deconstrucción del género, creada e interpretada por la artista Ondina en los Teatros del Canal, del 28 de mayo al 2 de junio. Con la dramaturgia de Salvador S. Sánchez y la dirección y coreografía de Ferran Carvajal, ha elaborado un viaje de ida y vuelta entre lo personal y lo universal. Para ello, se sirve de su propia transición para hablar de muchas otras, con el objetivo claro de hacer partícipe a cualquier clase de público de que la transexualidad o el no binarismo no son modas ni momento vitales fuera de foco, sino voces reclamando respeto, empatía y, sobre todo, igualdad de derechos. Él mismo nos lo cuenta en esta entrevista.
¿Cuál es la historia de tu nombre?
Significa «ninfa de las aguas» y es un ser de la mitología germana que tiene fama de seducir a los hombres con su voz y su belleza. Hay muchas historias alrededor de las ondinas y esto también forma parte de la obra. Es fuerte que comiences haciéndome esta pregunta porque soy una persona trans no binaria y, dentro de mi transición, está pasando ahora mismo el cambio de nombre. Es algo que no me planteaba hacer y ahora sí. Es muy reciente y lo he incorporado en mi espectáculo, así que la gente que venga a verlo sabrá el nuevo.
¿De dónde nace esta pieza?
De la necesidad de crear referentes artísticos que hablen de nuestras historias en primera persona, en este caso de la transmasculinidad, que está muy invisibilizada y de la que hay mucho desconocimiento. Por ahí, acaba siendo un poco mi propia experiencia, pero el arranque no fue la idea de contar la mía, sino nuestras historias. Parto de la mía porque es la manera de llegar. También comienza cuando me meto en las páginas de teatro a comprar entradas y quiero poder ver algo que me apetezca consumir por contenido y forma, que artísticamente me interese. Creo que hay veces que las historias del colectivo se quedan muy sesgadas y es interesante que no solo las consumamos nosotres, sino que la gente que no se considera del colectivo pueda tener otro tipo de información. En este caso, es un reclamo artístico y no tanto catártico y personal.
“Un espectáculo de género no binario sobre el género no binario”. Creo que esta descripción ya marca el territorio de la pieza, pero, ¿en qué lugar me coloca como espectadora?
Esto ha sido uno de los puntos que más hemos tenido en cuenta en el proceso creativo y que más hemos parado a revisar; desde dónde, para quién y cómo lo estamos contando. Para mí es muy importante porque necesito que, si nos comunicamos, esa comunicación empiece por mí. Si yo te hago sentir mal como espectadora porque no sabes, para mí hay algo que se corta. Estamos en un momento social en el que tenemos que empezar a intentar respetarnos y entendernos y eso es un trabajo de las dos partes. Me gustaría hacerte entender que tienes una responsabilidad como persona que no sabe de esto y de tener un mínimo interés y respeto. Por mi parte está el trabajo de visibilizar, exponer y contar mi historia y que luego seas tú quien saque la conclusión de cómo te sientes, en qué te afecta desde tu propia identidad de género y en qué afectas tú a mi identidad de género desde tu posición. Al final no deja de ser también una revisión de nuestros privilegios, que los tengo. Parte de una exposición de mi experiencia y de que puedas entender algo que ahora no sabes o de lo que no tienes información.
Mucha visibilidad, pero se sigue advirtiendo que un espectáculo tiene escenas de desnudo o violencia, por ejemplo.
Claro, son cosas que yo me he tenido que plantear también. Por ejemplo, cuando Canal nos pidió definir a partir de qué edad está recomendado este espectáculo. Para mí hay una línea dependiendo de qué cosas. Creo que un desnudo es algo que cualquier persona a cualquier edad puede ver, pero si de repente hay escenas que tienen que ver con sexo explícito o con violencia, entiendo que se advierta. Hay maneras de hablar, códigos y momentos para hacerlo. Para esta obra, decidimos que a partir de los 16 porque es verdad que en algún momento entro en una zona más oscura. Pero, por otra parte, creo que les niñes, de alguna manera, reciben y filtran la información hasta donde elles puedan entender. Y a veces está guay que empiecen a recibir cosas que puedan ir identificando.
La obra estará en cartel del 28 de mayo al 2 de junio. Fotografía de Eva Nilsen.
¿Cómo se relacionan y se mezclan danza, música, documental y palabra para crear esta obra?
Con mucha paciencia y muchas, muchas, muchísimas horas de investigación y de revisión constante sobre lo que es interesante mostrar, lo que se puede encontrar en Google y entonces queremos mostrar desde otra perspectiva… Por mi parte, como intérprete, creador y persona trans con vivencia social, he hecho mucha labor de investigación y no me he quedado solo en mí. Este tiempo de proceso de creación lo he usado para informarme, leer mucho y hablar con mucha gente para entender. A día de hoy, creo que tengo bastante claro, dentro de la dificultad que esto supone, qué cosas me atraviesan comunes a la vivencia trans y qué cosas son específicamente mías. Tú y yo como personas con vulva tenemos cosas que vivimos iguales y no me hace falta hablar contigo para saberlas. Y hay otras que tendrán que ver con nuestras vivencias por separado. Ha sido una constante revisión del material que teníamos para preguntarnos qué estábamos contando exactamente y desde dónde. Todo el equipo es cis, menos yo, que soy trans. Y esto es algo que, por un lado, me ha supuesto un poco de estrés, de estar atento y de no dejarme información por el camino y, por otra, de gente completamente entregada a mí, deconstruida e informada. Creo que así lo hacemos más accesible para la gente que no sepa nada sobre el tema.
«Lo único que deberíamos entender como sociedad es que estamos hablando de derechos humanos, que no es cuestión de opiniones ni de modas»
Me ha gustado mucho leer que “hablar de lo trans no es hablar sólo de las personas Queer, sino que nos afecta a todes”. ¿Cómo llamar la atención para que esta obra la veamos gente que no estamos en estos colectivos?
Yo soy una persona trans, pero soy artista. Estoy haciendo un espectáculo que, en este caso, coge este tema e intenta visibilizarlo, pero podría estar haciéndolo de cualquier otra cosa. No estoy haciendo un espectáculo LGTB, sino como artista que interpreta, canta y que lleva toda su vida dedicándose a esto. Y aquí se mezcla porque tengo este espacio y lo aprovecho para contar algo que también me atraviesa. Pero, realmente, siento que hago esta obra como persona que se dedica a contar historias. Y ni siquiera siento que sea mía, sino nuestra. Ese ha sido el motor. Y no necesito que vengan mis amigos del colectivo, ojalá, genial. Pero quiero que venga gente que no lo entiende. Nosotros ya nos sabemos esto, tiene que venir mi madre, tu madre o mi vecina, la gente que cree que esto es una cosa que tiene que ver con algo apartado. Porque esto es una realidad aplastante y hay que hablar de ello. Por otro lado, creo que lo único que deberíamos entender como sociedad es que estamos hablando de derechos humanos, que no es cuestión de opiniones ni de modas. Parece que hay algo de reivindicar desde lo poético, pero no, yo tengo derecho a existir igual que tú. Estamos transitando toda la sociedad, la gente trans y la cis. Tenemos que tratar y hablar sobre cómo nos juntamos. Para mí, este espectáculo intenta crear esto, aunque sea simbólicamente, ese diálogo entre las dos partes. Y quiero que vaya más allá de que entendamos cómo dialogar, que sigamos con el respeto y con dejar ser a la gente. Es fuerte porque solo estoy pidiendo sitio para existir.
«Hay mucha desinformación desde el discurso de odio que hace mucho daño»
Creo que, en general, tenemos mucha pereza por preguntar o interesarnos por otras realidades que no sean la nuestra.
Estoy de acuerdo y ahondaría más en esa pereza. Lo conectaría con una renuncia de los privilegios. Nadie quiere renunciar a ellos, incluido yo y todes. Y menos en una vivencia en la que sientes que ya tienes bastantes cosas por las que sufrir como para que encima te quiten tu espacio. Es algo muy duro. Yo entiendo que los hombres cis estén agobiados porque, de repente, han escuchado toda la vida que son el centro del universo y no y eso es una putada. Con esto pasa un poco igual; que yo te haga a ti plantearte qué te pasa con tu propio género, con tener que entender otras realidades y que te remueva. Y, además de los privilegios, tiene que ver también con asumir dónde estamos. Yo no puedo saber qué es que te atraviese el racismo. Entonces, o asumo que tengo una educación racista para poder cambiarla o no vamos a ningún sitio. Porque somos racistas y machistas y existe diferencia entre tomar la responsabilidad de aprender o dejarlo pasar.
‘No gender’ cuenta con la dramaturgia de Salvador S. Sánchez y la dirección y coreografía de Ferran Carvajal. Fotografía de Eva Nilsen.
Nuestra actual ministra de igualdad ha admitido recientemente que reconocer el género no binario no forma parte del acuerdo de gobierno entre el PSOE y Sumar, a la vez que decía que “en esta decimoquinta legislatura, lo realmente importante es que sigamos avanzando en derechos”. ¿Cómo se puede avanzar cuando queda tanto por hacer por parte de la gente que de verdad puede cambiar la situación?
De alguna manera para mí, el resumen de que no se acepten las identidades no binarias como una opción es seguir negando la transexualidad. Hay algo de la vivencia trans que se identifica mucho y se encorseta en algo muy binario aún. Si yo me presento como una persona trans, se espera de mí que me pase al otro lado y se me pide como individuo que sí o sí me hormone, defina mi pronombre, cambie mi nombre y opere mi cuerpo hasta donde se pueda. Esto es lo que hay que eliminar porque en el momento en el que entendamos que no tiene que ver con eso, se entenderá que la no definición con un género, la definición con los dos, la definición fluida y todas las opciones que hay en medio son válidas. Si no, lo único que se hace es darme permiso a medias para existir. Se me pide que me hormone porque si no, tú no te aclaras. Sigue sin respetarse la autodeterminación. Y hay mucha desinformación desde el discurso de odio que hace mucho daño. Es un nivel de desesperación muy alto. Estando en las manifestaciones del año pasado, he sentido una cosa muy fuerte de desasosiego, de que estamos cansades, agotados… es algo muy duro. No estoy reivindicando algo externo a mí sino simplemente mi propia persona, porque cómo puede ser que no tenga el mismo derecho a existir que tú.
Leo que este es “un viaje de ida y vuelta entre lo personal y lo universal”. ¿En qué punto estás ahora, sientes que era tu momento para ponerte en escena?
Antes de la pandemia, entró en mi vida el concepto del no binarismo y pensé “eso soy yo, eso es lo que me pasaba”. Cuando empecé el espectáculo, no quería hormonarme, lo decidí mucho después. Tampoco me quería cambiar el nombre y hace un mes que estoy en ello. Utilizaba el femenino y ahora no. Ha ido todo en paralelo por la necesidad de crear algo artístico donde mezclar las disciplinas en las que trabajo y por hablar de esta temática y, en medio de todo, he ido transitando. Todo a la vez. Me fui preguntando qué proyectos me movían y fui creando el espectáculo para el que me gustaría que me llamaran. Casi siento que me estoy empujando, desde lo artístico, a transicionar a lo personal.
