Pablo Canosales, con su compañía Sieteatro Producciones, fundada junto a Tania Tajadura, ha puesto en pie propuestas como La necesidad del náufrago o Aire siempre de viaje, dos de sus trabajos más recientes que han sido un éxito de público y crítica en el ambiente Off madrileño. Amante del riesgo y del «más difícil todavía», fue capaz de poner en pie un proyecto como ¿Qué se esconde tras la puerta? donde recopiló los textos, creados expresamente para el espectáculo, de 27 autores contemporáneos y presentarlo en el Teatro María Guerrero.
Hablamos con Pablo con motivo del estreno de La boda de tus muertos, la nueva producción surgida del laboratorio actoral ‘Escenario a pie de texto’ desarollado en los Teatros Luchana, con el que se lanza a diseccionar las relaciones familiares.
Teatro Madrid.- La boda de tus muertos es fruto de una residencia desarrollada en los Teatros Luchana, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Pablo Canosales.- Todo esto comenzó en el verano de 2017, le comenté a Juan Jiménez -Director de los Teatros Luchana– que tenía una idea que quería desarrollar sobre la familia. Quería hacer un laboratorio que se llamara ‘Escenario a pie de texto’, o sea que a través del escenario se generase el texto. Les envié unas notas y demás y se presentó en el inicio de temporada, en septiembre.
La verdad que estoy muy contento porque es la primera vez que se confía en mí desde un teatro en plan “programamos tu nuevo estreno”. Estuve desde septiembre hasta diciembre dándole vueltas al asunto para ver cómo armarlo y entró la Editorial Acto Primero que me va a publicar el texto y se presentará en el Salón del Libro Teatral a final de año.
TM.- ¿Qué nos puedes contar sobre ‘La boda de tus muertos’?
PC.- Una boda es algo muy convencional, lo curioso de esta es que los protagonistas han sido invitados a la boda del hijo mayor que vive en el extranjero y ha vuelto al pueblo para casarse con la chica extranjera con la que la vive y descubren que les han desterrado a la última mesa del salón. La relación entre mis personajes me lleva un poco a ‘¿Quién teme a Virginia Woolf?’, esa relación que nadie entiende, pero que ellos sí, y saben y deciden dónde están los límites. La obra se ha convertido en una falsa comedia, la he denominado como “comedia costumbrista surrealista”. Es muy divertida, emocional, dura a momentos y oscura.
TM.- ¿Cómo es la estructura de esta función?
PC.- La estructura de la obra va guiada por el menú de la boda: La recepción, el primer plato, segundo plato, sorbete de limón y barra libre y se ha ido creando a través de improvisaciones en función del rol de cada personaje.
Sin darme cuenta, he estado trabajando todas las constelaciones familiares. Reescribiendo lo que los actores decían, reinterpretando y estilizándolo. Ha quedado un texto en el que todas las emociones tienen que ver con fenómenos meteorológicos, hay tormentas, terremotos… todo este tipo de sensaciones emocionales están a través de la naturaleza porque creo es algo que no controlas y lo que nosotros tenemos dentro tampoco.
Es la primera vez que me enfrento a este concepto de comedia. Me da un poco de pudor pensar en todo lo que he escrito, pero a la vez pienso que cualquiera también lo piensa igual. La obra comienza en un tono y cambia, por eso digo que es una falsa comedia
TM.- El surrealismo es una seña de identidad dentro de tu estilo.
PC.- Aquí también está clarísimo. Mis trabajos tienen un lenguaje muy cotidiano que ha tomado un paso más allá, hemos mezclado todo ese surrealismo con lo cotidiano y es lo que hace curioso lo que ocurre en escena. Todo lo que sucede parece que no sucede, que no lo queremos escuchar o ver, entonces todos los sentimientos de estos personajes pululan y son tan bruscos. Para mí las relaciones familiares son terroríficas. Son una bajada a los infiernos.
TM.- ¿Podría decirse que el tema que aborda La boda de tus muertos toca el terreno personal de Pablo Canosales?
PC.- Estos dos mundos juegan mucho conmigo desde que vivo en Madrid: El territorio Huelva y el territorio Madrid. Los dos mundos que me persiguen, que no puedo escapar de ellos. Una cosa de la obra con la que me siento plenamente identificado, es que ya no soy de allí, porque me fui, pero tampoco seré nunca de aquí, porque no nací aquí.
TM.- Un sentimiento de no pertenencia, como de ser forastero en todas partes, ¿no?
PC.- Exacto. La familia y los referentes cambian, ya no son tus padres, tienes otros referentes. Puede ser tu padre, pero puedes ser tú como amigo, puede ser mi vecina o cualquier persona. Es un poco ese limbo en el que se pierden las emociones, el cómo seguir abordando la vida, eso es un poco lo que hace Pablo, autor y personaje, que lanza a los personajes a esta boda y dice “Solucionáis vuestros problemas y luego hablamos”. Tiene mucha tormenta, muchas cosas por solucionar, estas cosas que nunca se hablan, esta incomunicación permanente que tenemos con la familia; lo que dicen no es lo que hacen. Para mí es más terrible lo que tenemos todos normalizado. Los actores me decían, “¡Pero es muy terrible lo que dicen y que sigan comiendo!”, y les decía “Bienvenidos a la vida”. El concepto este de que “Esta es la familia y no la rompe nadie” es una tontería.
TM.- Las reuniones familiares siempre son un buen caldo de cultivo para contar historias, ¿no?
PC.- Yo creo que hay cosas que se dicen en la familia que no estaríamos dispuestos a tolerar a nadie. Yo no tengo hermanos, soy hijo único, pero hablo por boca de los tres personajes, Josete, Mari Tere y Pablo, que son los hijos. El que se ha quedado en casa, la que se ha ido a Madrid a vivir y el que se ha ido al extranjero. Aquí he vomitado muchas cosas, también gracias a ello he podido ser más libre a la hora de escribir y a la vez me siento más vulnerable, con más vergüenza.
TM.- Vamos, que aquí te has pringado más…
PC.- ¡Aquí me he pringado como un cabrón! (Risas) Me estoy mostrando muy yo en muchas cosas. La gente que ha venido a ver unos ensayos, amigos, conocidos, me han dicho: “Madre mía, la que tienes aquí montada. El circo que has montado sobre ti”. Hay una cosa como muy personal ahí, pero estoy muy feliz de haberme atrevido. Tanto Albert Tola, como Juan Antonio de la Plaza y Fernando Soto me decían “¿Qué problema tienes en mostrar tal cosa así? Déjate llevar, si quieres mostrarlo así, nadie te lo impide”.
TM.- ¿Qué tienen que ver ellos tres dentro del proyecto?
PC.- En diciembre me fui a Grecia a un festival y conocí a Albert Tola, dramaturgo catalán que trabaja mucho para Nuevo Teatro Fronterizo, hace traducciones para el Instituto Goethe; le comenté el proyecto y le dije que me encantaría que me ayudara con el laboratorio, me dijo que sí. A Juan Antonio de la Plaza, profesor mío de Sevilla, le pedí que viniera hacer unas sesiones de mimo y pantomima con los actores y Fernando Soto vino para trabajar los personajes y la escena.
TM.- Supongo que tener tres apoyos como estos, te hacen ser más valiente a la hora de dar según qué pasos o tomar según que decisiones y desnudarte de la manera que lo haces en este montaje, ¿no?
PC.- Totalmente, porque vienen limpios. Yo mismo me coarto en la forma de contar en escena según qué cosas, pero Albert me dijo una cosa que es muy cierta “El escenario resiste más de lo que nosotros creemos”; nosotros somos los que nos ponemos las correas, los que nos ponemos las mordazas.
TM.- Háblame del equipo que conformáis La boda de tus muertos.
PC.- Sigo trabajando con Tania Tajadura la escenografía y el vestuario. Ella quería un concepto muy limpio, muy puro, muy elegante, con tonos crudos como contraste. Yo tenía otra cosa en la cabeza, muy esperpéntica y ridícula, pero no había contraste entre lo que se ve y lo que sucede. Me fascina, ¡es terrorífico! porque todo es muy limpio y pulcro… hasta el final. Es el concepto de que hay que destrozarlo todo para poder volver a empezar.
Carlos Marcos tiene también ese concepto de limpieza, usando mucho la luz blanca, trabaja mucho las partes de abstracción mental de los personajes, la parte meteorológica, todo eso transformándolo en color.
Como ayudante de dirección tengo a Esther Alonso, actriz que estudió conmigo en Sevilla, es muy divertida, muy loca, tiene ideas muy disparatadas, apuesta por cosas y siempre va a por mas, y quería una persona que avivara ese fuego porque muchas veces nosotros mismos nos coartamos por ver en escenas cosas personales y tan terribles.
Las fotos son de Jesús Mayorga, maravilloso fotógrafo, y el diseño gráfico de María Costero, amiga con la que ya he trabajado en ¿Qué se esconde tras la puerta? y en Aire siempre de viaje.
TM.- ¿Y el elenco?
PC.- Ha sido primordial tener este elenco. No busco perfiles, busco actores particulares que me den lo que busco, no sé lo que es, pero los veo y pienso “este me lo puede dar”.
Con el primero que hablé fue con César Sánchez que ha hecho todo el teatro habido y por haber, él ha sido quien ha descubierto a Aurelio, no lo he hecho yo. Yo he puesto en papel lo que él me ha estado dando.
Víctor Nacarino, con él ya llevo trabajando en cuatro montajes. Tenía que ser él. Sara Mata es una actriz muy divertida. Mauricio Bautista y Lucía Bravo son impresionantes, han construido unos padres muy difíciles, están en esa delgada línea de no ir a los clichés, construyendo unos padres muy de ahora.
Ellos están haciendo que, en este proceso, me conozca más. Más allá de los momentos de tormenta que pueda haber en los ensayos.
TM.- ¿Por qué el título La boda de tus muertos?
PC.- Esto es muy andaluz, juega con la expresión “Me cago en tus muertos” que es como un grito, una sentencia y las bodas como máximo exponente de la apariencia en una familia, en un pueblo. Para mí es como “me cago en todo. Basta de aparentar, de tener que mostrar”. Me lleva mucho a tener que volver a Huelva, al hecho del “¿Qué tal? ¡No paras!”, del tener que parecer triunfador.
TM.- ¡Te veo con ganas de romper y mostrarte!
PC.- Estoy en un momento vital bastante bueno para clarificar y tomar distancia. Estoy quitando muchas nubes que me entorpecían y vislumbro muchas cosas más claras. Decir “¡Aquí estoy!” y hacer un trabajo honesto en el que creo que he volcado mucho de lo que tengo. Solo quiero vivir de escribir y dirigir. Para mí es apasionante.
Texto José Antonio Alba
Foto Jesús Mayorga