Decía Mondrian que «Art is for everybody», el arte no tiene límites, es para todo el mundo. Y como disciplina artística la música debería seguir ese mismo fin. Patricia del Olmo lo tiene claro, le brillan los ojos cuando se habla del tema, tiene el reto de coordinar no solo a las más de 40 personas que conforman el coro de VibranDo sino a las 900 personas que ocuparán el Teatro EDP Gran Vía.
¿De dónde sale este coro?
Empecé a ser profesora hace tiempo de un método que se llama el método Ekhia de la Voz y todos los alumnos me pedían hacer cosas grupales, hice unos talleres de góspel en enero de este año y empezó a juntarse gente, hasta convertirnos en los 41 que somos hoy, después surgió la oportunidad de venir aquí gracias a Sandra Reyes que es integrante del coro y nos ha ayudado con su productora Corta el cable rojo.
¿Cómo interactuáis con el público en este espectáculo?
Desde que era pequeña me flipaba la armonía. Aprendí a grabarme con un Fisher-Price en una cinta, volvía a grabar otra voz, intentando descubrir cómo podía hacer todas las voces.
La armonía ha estado siempre en mí y en mi casa cantábamos a voces. Mi padre, mi madre, mi hermano y yo. Mi hermano hace un tiempo me regaló una entrada para ir a ver a Jacob Collier y me moría de la emoción porque vi a todo el mundo cantando.
El público es parte del espectáculo y casi lo más importante. Hay muchas dinámicas que no te puedo desvelar pero la armonía va a ser vivencial, no es un concierto. Y cuando estamos en un instrumental, cuando cantamos a capella, pasan cosas muy mágicas.
Benjamin Zander, director de la orquesta de Boston, en su charla TED habla sobre música y pasión ¿cómo está relacionada la música con la emoción humana?
En las clases pido que me traigan una lista con diez canciones que consideran relevantes, en ese repertorio yo voy viendo qué escogen y por qué. Los acordes te conectan con una parte en la que no funciona el lenguaje. Yo hablo siempre de la importancia del sonido y de la vibración. Nosotros cantando somos una caja resonadora, nos vibran los huesos. Cuando cantas estás emitiendo y a la vez recibiendo. Es como si fuéramos un tambor que conecta con el latido y la armonía y la melodía hacen que toda tu partitura suene.
Veo la diversidad de estilos y lo que ha vivido musicalmente una persona en su vida y si tiene que acordarse de algo es de lo que ha cantado. Mi abuela tiene una demencia bastante avanzada, las letras que recuerda son cuando canta.
Para mí esa es la pasión, la fusión que te da la música sin que te enteres. Te transforma, quieras o no. Cuando amplías la escucha, es como una gimnasia auditiva: el yunque, el martillo, la cóclea, los líquidos del oído están trabajando sin que tú lo esperes.
Bobby McFerrin demuestra que existe el lenguaje universal de la partitura pentatónica ¿qué poder tiene la música como medio de comunicación?
El lenguaje universal de la música unifica porque no entiende de barreras, ni de nacionalidades, ni de política, ni de religión. Partiendo de esa base, la música potencia la unión grupal y una vibración compartida.
Es un canal por el que el ser humano puede autorregularse emocionalmente, por eso decidí crear el método Ekhia de la Voz. Una persona puede liberarse de patrones, conectar partes disociadas, revivir recuerdos, estabilizar la química del cuerpo.
¿Cómo ha sido el proceso de preparación para dirigir un evento en el que el público es parte integral del espectáculo?
Para mí la vida es armonía y lo ha sido siempre. He jugado con las voces de cada persona que me rodeaba, buscando hacer terceras, segundas y quintas.
Hace unos años trabajando en cruceros de lujo ya probábamos poner al público a cantar con el repertorio que llevábamos y se genera una atmósfera única.
¿Cuál ha sido tu enfoque al dirigir a un coro tan diverso en términos de experiencias musicales?
La magia acontece cuando mucha gente no sabía que cantaba y se encuentra con el reto de hacerlo en armonía, lo que te hace salir del intérprete y colocarte en la escucha grupal, sintiendo que todos juntos forman un acorde. Así la sinfonía puede sonar. Hice los arreglos de las voces de esta experiencia, pensando en sus tesituras, potenciales y dificultades.
Es un paralelismo vital y pura paradoja; sin el otro no somos nada, nos aportamos mutuamente, y en la partitura de cualquier banda sonora, cada instrumento, nota y voz, es importante y especial.
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