El Teatro Lara acoge la segunda temporada de la función Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada) escrita e interpretada por Pilar Ávila, a la que acompaña en escena Pilar Civera. La pieza, dirigida por Manuel Galiana, parte de la obra de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba, y coloca la acción ocho años después del trágico final del título original.
La obra viene avalada por el hispanista Iam Gibson, especializado en el poeta granadino, que admite que «estamos ante una admirable glosa sobre la pieza que la ha inspirado, que desarrolla brillantemente sugerencias del texto del que parte». La producción permanece en cartel hasta el próximo 13 de julio en la Sala Lola Membrives del centenario teatro de Malasaña.
Un diálogo entre actriz y personaje
Más de un centenar de representaciones hacen que Pilar Ávila no pueda evitar emocionarse al hablar sobre su primera incursión como dramaturga. «Es difícil pensar en mí como autora. El texto nace como un diálogo entre actriz y personaje, tenía la necesidad de dar respuesta a la gran incógnita que es, en realidad, Bernarda».
Ávila llevaba cuatro años interpretando a Bernarda bajo las órdenes de Manuel Galiana cuando el mundo se paraba por el confinamiento. «El personaje y la función están llenos de aristas. Creo que ninguna actriz termina de habitar todos los rincones que esconden estas mujeres. En cada función, tras cuatro años, descubrías algo nuevo», comenta la actriz, «y cuando parece que vas encontrando respuestas, se para todo». En ese momento, nace la posibilidad de escribir la función.
Manuel Galiana: «Pilar Ávila no quiere hacer una demostración de virtuosismo dramático, no se compara a Lorca; su objetivo está en el ser humano que es Bernarda»
Pilar Civera, que interpreta a Poncia, recuerda que «cuando Pilar [Ávila] comparte conmigo lo que va haciendo, veo que se empieza a arrojar luz a la parte que no conocemos de esas cuatro paredes donde viven. Parecía que de verdad era la historia que seguía a La casa de Bernarda Alba». «No había dejado ningún hilo suelto: ¿Qué pasó con las hijas? ¿Por qué Poncia permanece fiel a su lado? ¿Dónde está ahora Pepe, el Romano?», apunta Civera, «pero también se pregunta quiénes son realmente esas dos mujeres».
Manuel Galiana, director de la función, se acercó primero con recelo. «Me pareció un verdadero atrevimiento. Conozco muy bien a Pilar [Ávila], hemos trabajado juntos muchas veces, y solo una mujer de su talante podría meterse en tal empresa». Pero Galiana quedó totalmente sorprendido por la función: «Tiene sentido esta continuidad: primero, porque conoce muy bien el universo de la que parte, la lleva interpretando muchos años; y segundo, porque no quiere hacer una demostración de virtuosismo dramático, no se compara a Lorca, su objetivo está en el ser humano que es Bernarda, quiere permitirle explicarse. Eso solo lo podía hacer una actriz en diálogo con su personaje, de mujer a mujer».
¿Quién es Bernarda?
«Tenía una necesidad imperiosa de saber más», cuenta Pilar Ávila. «Lorca deja muchas puertas cerradas que te invita a abrir. Puedes encontrar muchas pistas que te deja el autor repartidas por la obra. Parto de lo que ya hay en el texto original», argumenta la actriz y autora. «Pero es cierto que creo que por primera vez llenamos de humanidad a estos dos personajes», añade. «Tanto el texto como las interpretaciones hacen que los personajes no se queden planos, que es el peligro en muchas propuestas o direcciones», puntualiza Galiana.
«Nosotras, cuando interpretábamos La casa de Bernarda Alba soñábamos el pasado de ellas», recuerda Pilar Civera. «Es importante preguntarse ¿por qué se comporta así de estricta Bernarda?¿Acaso nunca ha estado enamorada? ¿Cómo fue el matrimonio con su primer marido? Estas mujeres sienten amor, deseo, compasión», asevera Pilar Ávila. «Y me interesaba mucho poder encontrar el motivo que le une a Poncia. ¿Por qué es la única mujer a la que le permite en cierto modo hablarle de frente? Se necesitan una a la otra. Y el público descubrirá el motivo que las une».
Manuel Galiana: «Unos elementos esenciales, ellas dos trabajando orgánicamente y la palabra. Nada más: puro teatro»
«Hay una cosa importante que estructura toda la obra y que se reduce en lo que le dice Poncia a Bernarda: Creo que ha llegado el momento de decirnos a la cara eso que solamente tú y yo sabemos«, indica Pilar Civera. Algo que ya queda dicho en el subtítulo de la función, el silencio deja secretos que en las últimas hora de Bernarda se deben desvelar.
Dos actrices en el espacio vacío y la palabra
Manuel Galiana recuerda que de joven se impregnó de las propuestas de grandes directores como Peter Brook. «Era inevitable, te llegaban los libros y te metías en propuestas innovadoras», rememora, «pero aunque me marcó mucho trabajar siempre en el espacio vacío, en esta ocasión es que no había otra opción; lo pide el texto. Incluso, hemos reducido la luz al máximo», añade el director. «Al enfrentarme a la puesta en escena de Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada) tenía que ser honesto. Esta función se basa en la palabra. Había que hacer una propuesta íntima y sin artificio. Uno no necesita más que un espacio con solo unos elementos esenciales, ellas dos trabajando orgánicamente y la palabra. Nada más: puro teatro», finaliza.
Cuando se le pregunta a ambas actrices qué será lo próximo, aunque tienen otras obras en cartel en distintas salas, quieren que la función tenga un mayor recorrido. «Es nuestro primer montaje como compañía y creo que puede llegar a más rincones donde hay amantes de Lorca», afirma Pilar Ávila. «Cuando una prueba la palabra de Lorca, no quiere otra cosa que esas letras en la boca. Al fin y al cabo, esto es un homenaje al padre de nuestro teatro contemporáneo», concluye.
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