Rafael Álvarez «El Brujo»: «Ahora los clásicos me hablan»

José Antonio Alba

Hace dos años El Brujo estrenaba en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida una de sus creaciones más recientes: Esquilo. Nacimiento y muerte de la tragedia, desde entonces la ha llevado de gira por toda España, hasta recalar en el Teatro Bellas Artes de Madrid, donde podremos verle hasta el próximo 5 de abril.

Podría decirse que Rafael Álvarez «El Brujo» es la versión contemporánea del cómico de la legua. «A mí lo que me va es ser un juglar» nos confiesa, de hecho él mismo se denomina como tal antes que como actor. Le basta con la palabra y una historia que contar para subirse a un escenario y descubrir, ante los ojos de su público, mundos diferentes pasados por el filtro del humor y un sello muy característico, entre lo reflexivo y lo popular. Así lo ha hecho desde que, ya hace treinta años, estrenara El lazarillo de Tormes – Espectáculo que, a día de hoy, sigue representando – además de San Francisco, juglar de Dios de Dario Fo, El evangelio de San Juan, Mujeres de Shakespeare, La Odisea, Misterios del Quijote o, su espectáculo más reciente, Dos tablas y una pasión, entre otros títulos.

En esta ocasión, con Esquilo. Nacimiento y muerte de la tragedia pone su foco de atención en explorar «lo más antiguo y sagrado del teatro»: La tragedia. Y lo hace basándose en el libro de Nietzsche El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música y en La muerte de la tragedia de Steiner. «He tardado muchos años en poder hacerlo, pero ahora los clásicos me hablan» y nos cuenta que para él «Esquilo es estremecimiento. Habla de la trascendencia de la vida». Según el propio artista nos explica, esta nueva propuesta «es una especie de de conferencia un poco grotesca» y a la vez «una fiesta entre amigos» con la que pretende reflexionar sobre la pureza de la tragedia y su concepto casi de ritual «el teatro impregnado de esa fuerza telúrica y el magnetismo de la que hacen gala los trágicos», eso sí, siempre enfocándolo desde la perspectiva de la anécdota y el humor, tal y como caracteriza a su sello particular que reivindica la juglaresca.

Esquilo. Nacimiento y muerte de la tragedia no solo es palabra, la música también es protagonista dentro del espectáculo, teniendo un espacio destacado en manos de Javier Alejano, con quien El Brujo lleva colaborando más de dos décadas. Alejano compone y toca en directo piezas creadas expresamente para la función, interpretadas, a veces con percusión, otras con violín e incluso arrancándole notas a un sitar, «tratamos de enlazar la tragedia griega con esa tradición del teatro étnico donde la narración es una fiesta» y nos desvela que la música, además de surgir en los ensayos, ha sido la creadora de alguno de los pasajes del espectáculo.

José Antonio Alba / @joseaalba

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