DEL 7 AL 23 DE JUNIO

Teatro bajo la arena: «rompiendo puertas» desde el Teatro de la Abadía

Cuatro innovadoras propuestas para desenterrar y descubrir nuevos dramas

«Tendré que darme un tiro para inaugurar el verdadero teatro: el teatro bajo la arena», leyó Juan Mayorga en la obra teatral El Público de Federico García Lorca. Y, aunque objetivamente la palabra escrita no es más que un conjunto de signos, la emoción que la acompaña puede viajar a través de varias generaciones, convirtiéndose en un medio para hacer llegar aquellos anhelos, inquietudes o sueños que no han podido desarrollarse.

Ese deseo que tuvo el autor gaditano de crear un teatro que se opusiera al teatro convencional y que reflejase la realidad psíquica y social del ser humano contemporáneo ha parecido mudarse dentro de Mayorga y le ha impulsado a crear el ciclo Teatro bajo la Arena. Una programación que se celebrará del 7 al 23 de junio de 2024 y que permitirá a cuatro compañías mostrar voces, miradas y lenguajes diferentes. Un marco para, en palabras del director artístico del Teatro de la Abadía, «abrir un espacio de tensión, un horizonte de desafío que tendrá su paradójico lugar para dar cabida a esta utopía».

¿Qué se encuentra actualmente «bajo la arena»?

Derecho a pataleta (la misión más importante de las Totally Spies) es una pieza creada por Lola Rosales y Berta Prieto en la que las autoras toman como punto de partida el estereotipo de las tres superheroínas guapísimas que siempre son tres y que, como apunta Lola Rosales, «no se quitan los tacones ni para ir a matar a gente».

Mario Salas se preguntó porqué, si ni él ni sus padres son creyentes, cuando sintió la necesidad de apostatar se desató el apocalipsis a su alrededor. Y Romance con el discóbolo es el resultado de escarbar y dejar salir todo aquello que construye al creador y que no sabía que lo hacía. Un drama musical en forma de monólogo para indagar en la construcción del deseo, las identidades y las relaciones sexo-afectivas.

En Apnea, de la creadora murciana Ana Barceló, se sumerge al espectador en el océano para ahondar sobre la relación con el cuerpo, el contacto con la naturaleza y el enfrentamiento entre la razón y el espíritu.

Y la compañía sevillana La Rara reflexiona en ōrgia sobre la salud mental desde el teatro documental y la técnica verbatim. Un montaje en el que se da voz a las trabajadoras que cerraron el manicomio de Miraflores de Sevilla en los años 80 y en el que la danza y el gesto están presentes.

‘Derecho a pataleta’ de la compañía Las chatis de Montalbán

¿Por qué el teatro como forma de expresión artística?

Todas las creadoras de Teatro bajo la arena tienen en común que han optado por el teatro porque «es algo que nos sale», como reflexiona Lola Rosales, una de las autoras junto con Berta Prieto de Derecho a pataleta. «Siempre he escrito, desde pequeña, para sacar lo que tenía dentro y el teatro me parece una forma muy natural de hacerlo», apunta.

Ana Barceló, autora de Apnea, comparte con Lola que también desde muy pequeña se ha sentido atraída por el teatro y opina que «el arte es un lenguaje, una forma de hablar y, mi forma, es el teatro». Además, ella también es filósofa y añade que «la filosofía y el teatro tienen algo muy común: los dos tratan de hacer preguntas y no de dar respuestas».

«Yo era violinista y he dedicado mucho tiempo de mi vida a este instrumento», cuenta Mario Salas, el creador de Romance con el discóbolo, y medita que escogió el teatro para poder comunicarse más allá de la abstracción de la música, al sentir la necesidad de incluir palabras y movimiento: «la palabra tiene, por un lado, el acto de comunicación más claro y directo. Pero, por otro lado, también puede provocar la abstracción profunda que descubrí con la música».

«La filosofía y el teatro tienen algo muy común: los dos tratan de hacer preguntas y no de dar respuestas»

Rocío Hoces y Julia Moyano, de la compañía La Rara, reflexionan que su forma de expresarse mediante el teatro ha ido evolucionando con el paso del tiempo. «En ōrgia conviven cuerpo, voz, vídeo… son muchas disciplinas, sucede en un escenario pero no es solo un tipo de expresión artística», apunta Julia Moyano. «Muchas veces, de hecho, nos planteamos si el espacio tiene que ser el teatro. La pintura también está buscando otros espacios donde pintar o exponer. Las artes en general se están cuestionando a sí mismas y viendo la forma de salir de donde se supone que están destinadas».

‘Apnea’, un montaje de Ana Barceló

La importancia de desenterrar dramas

Estos artistas consideran el teatro como una herramienta transformadora y liberadora, con el poder de denunciar y crear comunidad. Es vital compartir un espacio donde poder hablar de conflictos y necesidades actuales, en el que las voces de la sociedad se vean representadas.

Lola Rosales reivindica, además, que el entretenimiento también puede ser transformador, que no está reñido pasárselo bien en el teatro con crear un movimiento en el espectador. Mario Salas afirma que el teatro supone un acto de comunión, «un punto de encuentro de personas». Y Ana Barceló apunta que «es una forma de liberación, una vía de escape. Poder hablar de cosas que no se pueden mencionar en una reunión, comida, encuentro, fiesta. Poner ese punto incómodo».

Rocío Hoces, además, está trabajando en un proyecto con adolescentes, buscando la manera de llegar a otros lugares para que los jóvenes sientan el teatro como un espacio propio. «Hay que salir o inventarse la manera de atraerlos y estamos contemplando todas estas posibilidades».

Mario Salas presenta ‘Romance con el discóbolo’

La necesidad de un teatro existencialista y social

Mario Salas reflexiona que, a la hora de crear, comienza con la necesidad de encontrarse a sí mismo como individuo pero luego descubre que, en realidad, «es un encontrarnos a todos». Lo mismo le ocurre a Ana Barceló: «empiezo con temas existenciales, muy grandes, pero siempre acabo trayéndolos a la actualidad», y añade que intenta vivir, desde otro punto en la ficción, lo que le pasa en la vida real.

Lola Rosales medita que «somos una generación que vive en un mundo en el que todo son estímulos y las cosas cambian muy rápido». Por eso les gusta crear muy ceñidas a la actualidad: «Si ha pasado algo a nivel social, estamos en procesos de ensayo y no teníamos previsto que eso saliera en la obra, muchas veces acabamos viendo la forma de integrarlo».

«Actualmente nuestra línea va de coger ciertas temáticas y poner qué hay de nosotras en ellas, utilizar la autoficción. Intentar conseguir esa coherencia entre cómo vivimos y cómo creamos», cuenta Rocío Hoces.

Imagen de 'Orgía' de La Rara.

‘ōrgia’, una pieza de la compañía La Rara

Sin comunión no hay creación

El punto en común de las personas entrevistadas es que, aunque siempre es necesario tener un impulso individual, un «algo que te arañe de verdad desde dentro», como apunta Mario Salas, el contacto con los demás es un ingrediente fundamental para la creación. Ana Barceló señala que «hay algo de la conexión con el otro que yo necesito para crear», Julia Moyano lo describe como «una nevera llena de nutrientes».

Lola Rosales ha descubierto que «para crear de forma colectiva hay que tener roles marcados, si todo el mundo opina desde el mismo rol es complicado llegar a algún sitio», y que para ‘Las chatis de Montalbán’ la amistad es un tema central, no solo para investigarla en sus montajes sino también como una forma de trabajar, crear juntas desde esa afinidad.

Ana Barceló, Mario Salas, Lola Rosales, Julia Moyano y Rocío Hoces en el Teatro de la Abadía

Fragmento de El público de Federico García Lorca:

PRESTIDIGITADOR. Pero, ¿qué se puede esperar de una gente que inaugura el teatro bajo la arena? Si abriera usted esa puerta se llena­ría esto de mastines, de locos, de lluvias, de hojas monstruosas, de ratas de alcantarilla. ¿Quién pensó nunca que se pueden romper todas las puertas de un drama?

DIRECTOR. Es rompiendo todas las puertas el único modo que tiene el drama de justificarse.

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Escrito por

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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