Cuando hace ahora algo más de dos años el mundo se paró, la música nos hacía escapar, volar y sentir… más allá de las cuatro paredes de las que por prudencia no podíamos salir. La música nos conectaba con quiénes no podíamos tener cerca. Recuerdo que la primera vez que fui a un concierto después del encierro se me saltaban las lágrimas y no porque la canción fuera triste, sino porque echaba tanto de menos áquello, porque me sentía más viva que nunca, porque la música nos hace libres, nos hace ser y sentir. Y con este sentimiento, me adentré en el distópico mundo de WAH, la premisa es clara, la música ha sido prohibida y este lugar clandestino es […]
Aroa Matxitxako
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