Sabíamos de la calidad autoral de Alberto Conejero y de su magnífica prosa. Sabíamos que la dirección de Albertí (tratándose en este caso de un monólogo) iría hacia la simplicidad escénica y el minimalismo formal. Y sabíamos también que esta era la gran oportunidad para Rubén de Eguía de demostrar el gran actor en el que se ha acabado convirtiendo. Y teniendo en cuenta todo esto, también sabíamos que sería una apuesta arriesgada, dura, no apta para un espectador que busque un entretenimiento ligero. Sabíamos que teníamos que hacer un esfuerzo como público, y creo que hacerlo acaba valiendo realmente la pena. El resultado de En mitad de tanto fuego es una reflexión sobre el amor homosexual y sobre la […]
Carles Armengol Gili
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