La aventura de la palabra cuenta con dramaturgia y versión de Raúl Losánez y dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente. En el teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa.
Sinopsis
La aventura de la palabra está basado en Aventura de la palabra en el siglo XX, discurso de ingreso de Fernando Fernán Gómez a la Real Academia Española.
En palabras de Juan Carlos Pérez de la Fuente
El objetivo de esta dirección artística es que el espíritu de Fernán Gómez forme parte de la identidad del teatro que lleva su nombre. Y nuestra apuesta es convertir su discurso de ingreso en la Academia en representación teatral. Creemos que es justo y necesario hacerlo.
Fernando Fernán Gómez es actor por genética y por talento, y el producto de una compañía de repertorio haciendo las Américas. Todo él es materia teatral. Puro teatro. Su vida y su obra.
Desde mi llegada a la dirección artística del teatro que lleva su nombre, me propuse que el espíritu de Fernán Gómez formase parte de la identidad de este espacio cultural. Ahora queremos dar un paso más: mirar a Fernando desde el escenario. Sin duda, uno de los acontecimientos más importantes en su vida fue su entrada en la Real Academia Española. Era el primer cómico que cruzaba las puertas de esa institución; y, para hacerlo, decidió dedicar su discurso de ingreso a la palabra, el arma imprescindible del actor y, cómo no, también del autor. En nuestro deseo de rendirle homenaje, nos ha parecido de justicia, por tanto, hermanar a la gran protagonista del discurso con su propio creador en un montaje que reivindica la teatralidad de toda su existencia.
La aventura de la palabra es uno de los proyectos más inquietantes, más atractivos y sugerentes de toda mi carrera como director de escena.
En palabras de Raúl Losánez
En su discurso de ingreso en la Real Academia Española, Fernando Fernán Gómez no solo quiso reivindicar la palabra como herramienta indispensable en el ejercicio de su oficio, sino también como infalible instrumento de libertad y progreso para cualquier persona a lo largo de la historia. Ese amor por la palabra, esa suerte de veneración por su condición indómita, y por su inagotable capacidad de abrirnos puertas a misteriosos mundos, lo colocaba a él, frente a ella, en un lugar de vulnerabilidad que nos ofrecía enormes posibilidades teatrales y nos permitía humanizar al personaje, despojándolo de esa imagen estereotipada de hombre adusto con la que ha trascendido.
Hemos jugado, por tanto, a imaginar en esta propuesta no al eminente autor, actor y director, sino al simple hombre en soledad: frágil como todos y cercado de las mismas inseguridades que cualquiera. Y lo hemos convertido en el nervioso e ilusionado protagonista de su propia ensoñación (quizá en una noche muy próxima a su ingreso en la Academia) invocando a su adorada ‘palabra’, en una suerte de onírico ensayo, para que le ayude a articular el mejor discurso posible y a pasar el difícil trance, semejante al de cualquier estreno, que habría de suponer defenderlo ante el público.