Con Música y mal proponemos un viaje por las anécdotas históricas que relacionan la música con el mal, un descenso a los infiernos de nuestro pasado histórico reciente al tiempo que nos deleitamos con las composiciones de Bach, Schubert, Schumann o Debussy, entre otros. Concierto dramatizado de Lola Blasco (Premio Nacional de Literatura Dramática 2016) con Alexis Delgado al piano.

Sinopsis

Es de sobra conocido que la música, junto con los niños y los perros, era una de las pocas cosas que despertaba en Hitler cierta ternura. “¡Gracias a Dios!”, dijo Richard Strauss después de que Hitler accediera al poder. “¡Por fin un canciller del Reich que se interesa por el arte!”. Por su parte, Josef Mengele silbaba una bella y ensoñadora pieza infantil de Schumann mientras seleccionaba a las víctimas para las cámaras de gas.

Sí, la relación de la música con el mal ha sido objeto de estudio desde la aparición del plectro, desde los relatos homéricos. Cuando los argonautas se acercaban a la isla de las sirenas, Orfeo utilizaba el plectro para marcar el ritmo a los remeros y proteger a los argonautas de los disonantes chillidos de los pájaros con cabeza de mujer. Lo que no sabía el pobre Orfeo era que el verdadero peligro se encontraba en el mismo plectro, en la necesidad constante de la medida, en la belleza de esa medida… Y es que la música occidental se desarrolla, desde que surge la polifonía, como una lucha de la consonancia por aplacar la disonancia. Y es en esa propia lucha por el orden donde subyace el desorden. Si aceptamos que el desarrollo de la música corre en paralelo con el desarrollo de nuestra historia, podemos afirmar que el nuestro es un desorden endémico.

¿Qué es El clave bien temperado de Bach sino el deseo de establecer un orden a toda a costa? Cuando en 1747 Johann Sebastian Bach la corte de Federico el Grande no se imagina las consecuencias que van a derivar de este “casual” encuentro. Tenemos en el mismo escenario al padre de la nación alemana, unificador del territorio mediante el reino de Prusia, junto al padre de la música alemana, unificador de las músicas francesas e italianas. Desde entonces, música y nación van de la mano. Bach le entrega a Federico una Ofrenda musical, ofrenda basada en el ideal, y ese ideal que proclama Bach se va a convertir en canon, igual que Federico y el propio Bach se van a convertir en canon para el nazismo, igual que el nazismo va a ser el canon que regirá fascismo y franquismo. Sí, música y nación van de la mano.

Duración:
Idioma:
Castellano
Sinopsis

Es de sobra conocido que la música, junto con los niños y los perros, era una de las pocas cosas que despertaba en Hitler cierta ternura. “¡Gracias a Dios!”, dijo Richard Strauss después de que Hitler accediera al poder. “¡Por fin un canciller del Reich que se interesa por el arte!”. Por su parte, Josef Mengele silbaba una bella y ensoñadora pieza infantil de Schumann mientras seleccionaba a las víctimas para las cámaras de gas.

Sí, la relación de la música con el mal ha sido objeto de estudio desde la aparición del plectro, desde los relatos homéricos. Cuando los argonautas se acercaban a la isla de las sirenas, Orfeo utilizaba el plectro para marcar el ritmo a los remeros y proteger a los argonautas de los disonantes chillidos de los pájaros con cabeza de mujer. Lo que no sabía el pobre Orfeo era que el verdadero peligro se encontraba en el mismo plectro, en la necesidad constante de la medida, en la belleza de esa medida… Y es que la música occidental se desarrolla, desde que surge la polifonía, como una lucha de la consonancia por aplacar la disonancia. Y es en esa propia lucha por el orden donde subyace el desorden. Si aceptamos que el desarrollo de la música corre en paralelo con el desarrollo de nuestra historia, podemos afirmar que el nuestro es un desorden endémico.

¿Qué es El clave bien temperado de Bach sino el deseo de establecer un orden a toda a costa? Cuando en 1747 Johann Sebastian Bach la corte de Federico el Grande no se imagina las consecuencias que van a derivar de este “casual” encuentro. Tenemos en el mismo escenario al padre de la nación alemana, unificador del territorio mediante el reino de Prusia, junto al padre de la música alemana, unificador de las músicas francesas e italianas. Desde entonces, música y nación van de la mano. Bach le entrega a Federico una Ofrenda musical, ofrenda basada en el ideal, y ese ideal que proclama Bach se va a convertir en canon, igual que Federico y el propio Bach se van a convertir en canon para el nazismo, igual que el nazismo va a ser el canon que regirá fascismo y franquismo. Sí, música y nación van de la mano.

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