Noche de Alejandro Sawa, escrita en 1888, es un valioso testimonio para entender las nuevas influencias del naturalismo en que se encontraba el arte en aquel momento en España, cuando había hambruna pero se vivía de la apariencia. Mariano Llorente adapta y dirige este viaje hacia los márgenes del ser humano a través de una de las voces más feroces y desconocidas de la literatura española.
Sinopsis
La obra nos cuenta la historia de Don Francisco, un padre autoritario y profundamente religioso que intenta mantener el orden y la virtud en su hogar y su familia a través de la represión y la fe. Sin embargo, gracias a su obsesión con la moral y las apariencias, acaba por presenciar la ruina de aquello que más intenta proteger: su propia familia.
En un contexto de hambre, hipocresía social y decadencia, Sawa expone con crudeza los efectos destructivos del fanatismo religioso, la miseria y la rigidez de las normas sociales. A la vista de su ingenio, podemos comprender por qué Valle-Inclán se basó en él para generar a su universal Max Estrella.
Palabras del director
Según nos informa la editora Esther Vallejo, Alejandro Sawa, con apenas dieciséis años, cursó estudios en el seminario de Málaga y escribió páginas que defendían la religión como motor hacia el progreso y la cultura. Sin embargo, cuesta encontrar -hasta donde uno conoce- en toda la literatura española una postura más feroz y descarnadamente contraria a la religión católica y, afinando el cuchillo, contra sus representantes terrestres, es decir, todo tipo de religiosos, preferentemente masculinos. Max Estrella, el inabarcable personaje que Valle-Inclán creó en homenaje póstumo a este bohemio sevillano y genial, se queda tibio frente a la virulencia anticlerical que late en todas las novelas de Sawa.
Noche, escrita en 1888, es una novela febril que produce desasosiego y asfixia, retrato envenenado de la condición humana, radiografía implacable de las tinieblas morales de toda una familia que sufre y paga muy caro su viaje por esa oscuridad, en la que algunos son más culpables que otros y finalmente todos víctimas. Más víctimas las mujeres, desde luego, presentadas casi como animales aterrados en su condición de siervas sexuales y domésticas del varón, teniendo como única vía de escape de ese su destino cierto la prostitución, el adulterio o la alcahuetería.
Alejandro Sawa es una revelación para nosotros, inmisericorde, brutal, esencial. Y con su Noche vamos a emprender un viaje hacia zonas durísimas del ser humano, con la esperanza, eso sí, de que lo que mostramos permita la entrada de algún rayo de luz.
Mariano Llorente