Pippo Delbono: La gioia

Pippo Delbono: La gioia

La incansable búsqueda de la alegría podría ser un titular perfecto para definir en pocas palabras La Gioia, un espectáculo del inclasificable creador italiano Pippo Delbono, que este año cumple 60 años con el genio intacto.

Obra con sobretítulos en español.

Sinopsis

Hacer un espectáculo sobre esa emoción que todos querríamos vivir a tiempo completo, la alegría, supone paradójicamente para Delbono atravesar sentimientos extremos, el entusiasmo y la felicidad, sí, pero también la angustia y el dolor, porque cuando uno transita lo doloroso, el instante final, la explosión de alegría, se vive como un hallazgo definitivo, sin vuelta atrás.

En lugar de centrarse en las imágenes, sonidos y movimientos del escenario, Delbono y su troupe intentan dar un paso más allá cada día hacia esa exaltación absoluta que se intuye ardiente. Nada de esas parafernalias escenográficas grandilocuentes, nada de visuales y complicados juegos de tramoya. Lo importante es el viaje que realizan juntos los intérpretes y el público, lo esencial para ir a la esencia de la alegría.

Payasos tristes y danzas macabras, almas desaforadas que gritan dando rienda suelta a su locura antisocial, preceden al estallido de color final que llena el escenario de flores, en una composición creada por el propio Delbono junto a Thierry Boutemy, el artista floral normando que realizó, por ejemplo, las composiciones vegetales de María Antonieta, la película de Sofia Coppola. «Las flores evocan la vida, pero también la muerte –explica Delbono–. Son bellas, pero se marchitan pronto». La alegría, como la belleza, es fugaz y, sin embargo, eterna.

Duración:
Idioma:
Italiano
Sinopsis

Hacer un espectáculo sobre esa emoción que todos querríamos vivir a tiempo completo, la alegría, supone paradójicamente para Delbono atravesar sentimientos extremos, el entusiasmo y la felicidad, sí, pero también la angustia y el dolor, porque cuando uno transita lo doloroso, el instante final, la explosión de alegría, se vive como un hallazgo definitivo, sin vuelta atrás.

En lugar de centrarse en las imágenes, sonidos y movimientos del escenario, Delbono y su troupe intentan dar un paso más allá cada día hacia esa exaltación absoluta que se intuye ardiente. Nada de esas parafernalias escenográficas grandilocuentes, nada de visuales y complicados juegos de tramoya. Lo importante es el viaje que realizan juntos los intérpretes y el público, lo esencial para ir a la esencia de la alegría.

Payasos tristes y danzas macabras, almas desaforadas que gritan dando rienda suelta a su locura antisocial, preceden al estallido de color final que llena el escenario de flores, en una composición creada por el propio Delbono junto a Thierry Boutemy, el artista floral normando que realizó, por ejemplo, las composiciones vegetales de María Antonieta, la película de Sofia Coppola. «Las flores evocan la vida, pero también la muerte –explica Delbono–. Son bellas, pero se marchitan pronto». La alegría, como la belleza, es fugaz y, sin embargo, eterna.

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