Un incendio de talento

A fuego

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A fuego → Teatro de la Abadía
25/04/2025 - Teatro de la Abadía

«En esta historia llena de ficción,

en este canto al arte de mi oficio,

se esconde la verdad de una obsesión

que me llevó a quemar un edificio».

Por fin ha llegado a Madrid A fuego, el espectáculo revelación de la escena catalana la temporada pasada. La espera ha merecido enormemente la pena. El monólogo de la compañía catalana La Bella Otero es una de las grandes joyas de la temporada.

A fuego es una obra impregnada de pura emoción de principio a fin: transitas desde la risa a la conmoción y lo mejor de todo: lo haces a ritmo de verso. La primera genialidad es precisamente esa: el texto es un monólogo vibrante escrito en verso, y dentro de la belleza de la rima Pablo Macho Otero fusiona de manera sobresaliente diversión, actualidad e historia con momentos poéticos y de reflexión realmente sublimes.

Si el espectáculo ya demuestra la vitalidad de la palabra versificada, el tema central que trata lo ensalza todavía más. A partir de la historia del griego Eróstrato, que quemó un edificio movido por su afán por pasar a la posteridad, A fuego nos recuerda que las grandes preocupaciones humanas siguen siendo las mismas pasen los años que pasen, y de este modo el ser humano continúa todavía obsesionado con su deseo de fama y trascendencia. En nuestra era digital de las redes sociales y la acuciante inmediatez, el contraste de nuestra realidad con esta vívida pulsión por dejar huella conmociona brutalmente por su rabiosa actualidad.

La obra apuesta por el juego escénico y así a través del humor, el metateatro y la delicia poética aborda temas vitales con hondura y notable maestría: el autor y el escritor; la obra y la palabra; el actor y el teatro; la memoria y el mito. El pasado y el presente. La vida y la muerte; porque detrás de todo siempre resuena el miedo y el rechazo humano inconsciente o no a sucumbir a su inevitable y certera mortalidad.

Pablo Macho desborda carisma y magnetismo. Su presencia llena por sí sola el escenario y te conecta de forma arrebatadora con el presente escénico, con él. La gestualidad, el movimiento, el manejo del espacio, las pausas, los silencios. Todo en él es natural; logra cumplir con matrícula lo que él mismo denomina la paradoja del actor y la memoria y que nos explica en qué consiste durante el espectáculo.

A fuego es un incendio de talento cuya llama deslumbra de una manera extraordinaria a todo tipo de públicos. Quema los prejuicios de quienes se pueden mostrar en un principio reticentes al verso, olvidando que, como bien señala Pablo en su monólogo, que algo sea viejo no implica que no sea moderno. Y lo que es más: que siga vivo, muy vivo y que nos interpele directamente; y, por supuesto, hace gozar a los amantes del verso, quienes nos rendimos al ingenio e inteligencia del buen hacer, el amor y el cuidado de la palabra.

El espectáculo es ya en sí mismo un alarde de genialidad, pero la mención expresa a Álvaro Tato en la obra convierte mi experiencia en memorable. Comparto con Pablo mi profunda admiración y amor hacia Álvaro Tato, uno de los mejores dramaturgos y poetas contemporáneos de la escena. A día de hoy no creo que exista nadie en la profesión teatral, ni fuera de ella, que no reconozca como excepcional su genuino y abrumador talento. Su conocimiento y uso del verso y la palabra son tan impecables como extraordinarios, y resulta indudable admitir que de su pluma han nacido muchas de las mejores adaptaciones y creaciones dramáticas de base o inspiración clásica de al menos los últimos quince años. Pablo comparte con él el virtuosismo, la frescura, el cuidado, el manejo y el entusiasmo hacia la lengua, la palabra, fundamentos de lo clásico, pero también de lo contemporáneo. Una defensa al verso como un arte revolucionario que es pura esencia, esa que nos mantiene vivos y nos recuerda que debemos aferrarnos a lo único que verdaderamente tenemos: el hoy, el ahora, el presente.

¡A fuego con La Bella Otero! Prendamos la llama, abrasémonos del buen teatro y celebremos gozosos su luz en medio de tanta oscuridad.

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