Al igual que me pasó con Cluedo 1910, de la misma compañía, la experiencia vivida ayer en El Sótano del Psiquiátrico fue de las mejores que he vivido en un espectáculo teatral. Ya desde el momento en que pisas La Caja Lista una sonrisa invade tu cara y ya no hay vuelta atrás, te tienen enganchado. Una ambientación impecable.
Creo sinceramente que la vuelta de tuerca que da el teatro inmersivo resulta muy enriquecedora a ese espectador ávido de nuevas experiencias. Si, tras leer esto, has contenido la respiración, no hay que asustarse. El grado de implicación en la inmersión es personal e intransferible. Mientras unos disfrutan implicándose a tope, otros se contentan viendo cómo los demás lo dan todo interpretando su papel. Ayer, fui testigo de cómo tres generaciones de una misma familia se desvivían por seguir el juego que se les planteaba (la familia que va al teatro unida…).
Dicho juego es el siguiente: hacernos pasar por enfermos de un psiquiátrico para investigar el asesinato de uno de los enfermos sin ser descubiertos. Para ello, diversas escenas nos sirven de guía y de pista para conocer la vida en el psiquiátrico. Pero lo bueno no acaba ahí. Entre escena y escena somos capaces de interactuar con el celador y los enfermos (los actores y el resto de espectadores), de preguntarles lo que queramos para averiguar quién es el asesino (ahí se ve el gran nivel interpretativo y de improvisación de los actores). Ah, y para mejorar la experiencia, cada espectador elige una enfermedad mental que debe representar para no ser descubierto entre los verdaderos habitantes del psiquiátrico. Como dije antes, el grado de implicación depende de cada uno, a nadie se le exige nada.
Personalmente, espero poder ver los otros dos espectáculos de la misma compañía en breve. Sin duda, habrá tercera y cuarta parte de LA EXPERIENCIA TEATRAL.