Gordas lleva un año en la cartelera teatral de Madrid y no es casualidad que en lugar de desaparecer haya pasado a ocupar su lugar en la sala grande de los teatro Luchana. Gordas es una carcajada, un grito y un canto a la vida, a la diversidad y a la transversalidad de nuestras propias existencias y pieles. Es un espectáculo para aquellas a las que por no entrar en una talla no les dejaron entrar, así en general. A las que desde pequeñas les dijeron «tú no puedes comer de eso». A las que crecieron sin verse reflejadas. A las que en su vida se enamoraron, desenamoraron, soñaron, se decepcionaron, lograron lo que nunca pensarían que iban a lograr o un día decidieron que ya no esperarían más; pero a las que está sociedad les repitió una y otra vez que como mucho podían aspirar al papel secundario.
El corazón y alma de gordas tiene nombre, dos para ser exactos, el de Teresa López y Mara Jiménez. Están sublimes, entregadas y poderosas. Muestran su versatilidad y su talento, en una obra dinámica, que te engancha desde el minuto uno hasta el último, con un ritmo frenético en el que puedes atravesar todos los estados de ánimo. Gordas es una comedia tremendamente divertida de la que salí llorando y en la que una vez fuera todavía quería seguir llorando con una mezcla de sentimientos de poder y rabia. Mara y Teresa han cogido la puerta diminuta, la que según este mundo era la única entrada, le han metido una patada, la han hecho añicos y han creado un boquete enorme para que entremos todas. Las que nos pasamos la adolescencia deseando un cuerpo que nunca íbamos a tener, pensando que si nos enforzabamos un montón carbriamos en unos estándares que nos apretaban y ahogaban. Y también las que ya cabían en la puerta diminuta, las viejas, las jóvenes, las de todos los colores, matices y creencias, la de pieles lisas, arrugadas y con acné, las de la celulitis y estrías, las nerviosas, las fiesteras, las tranquilas, las monjas, las que disfrutan de sexo ocasional, las que son un ángel y un demonio, las lesbianas, las hetero, las que están hasta el ****. Porque en el mundo de Gordas y en el que Teresa y Mara construyen ahí fuera cada día, cabemos todas.