Hace años era un tema tabú, después empezó a aparecer tímidamente en algunas tramas, pero ahora ya hace un tiempo que lo tenemos como eje central de algunas películas, novelas y también -aunque bastante menos- obras de teatro. El acoso escolar se puede plantear desde diferentes tipos de vista, como cualquier conflicto, y me ha gustado que aquí se explicara a través de dos hombres adultos que lo vivieron de pequeños… aunque fuera desde posiciones enfrentadas.
El planteamiento inicial, la excusa del encuentro y el recuerdo de los años de infancia funcionan muy bien y nos definen unos personajes que, poco a poco, nos van mostrando más facetas y no se quedan solo en un arquetipo. También me ha gustado que todo pasara en un mismo espacio, la habitación de una casa de colonias que se convierte en refugio y que deja fuera de campo toda una serie de situaciones que darían para otra obra… también muy interesante.
Lo que ya no me ha convencido es toda la parte final, donde la trama acaba siendo un thriller y el argumento se complica con unas situaciones casi improbables y excesivamente rebuscadas. Unas situaciones que incluso desembocan en una escena -no la revelaré para no hacer spoiler– que perjudica la visión que tenemos de los personajes y que está a un paso de cargarse el mensaje de la pieza.
Aun así, es de aplaudir que el tema llegue a los escenarios, que actores y directores se vuelquen en el tema y que el público responda tan bien a este tipo de historias, ya que solo el hecho de visibilizarlas puede ayudar a cambiar comportamientos.