La Llamada sigue al pie del cañón en el Teatro Lara de Madrid, incluso en estos tiempos de incertidumbre, de oscuridad y de locura, este musical continúa alumbrando con su luz especial la castiza calle de la Corredera Baja de San Pablo.
Es un lujo sentarse en la butaca del teatro y dejarse envolver por la atmósfera tan especial que han creado para la ocasión Javier Ambrossi, Javier Calvo y su equipo; es maravilloso poder sentir y ver que este musical es tan complejo como sencillo al mismo tiempo; es genial poder reírse con un humor tan directo, tan natural y sin tapujos, pero lo que más admiro de este espectáculo es la cantidad de temas que se tocan directa e indirectamente y la forma tan mágica de plantarles cara.
Todos deberíamos ver este musical cuando nos sintamos perdidos, cuando no encontremos nuestro camino, cuando tengamos miedo y nuestras alas no las podamos desplegar.
Algo que siempre tengo claro para poder dar mi humilde opinión es cómo me siento al terminar de ver una obra, y la verdad es que con La llamada me siento más libre, en cierta manera.
Las canciones tanto de Whitney como las originales de La Llamada se te meten por tu cuerpo igual que un rayo y no dejarás de cantarlas incluso días después de haber visto el musical.
No puedo dejar de hablar de las actrices protagonistas: Nerea Rodríguez, Angy Fernández, Erika Bleda y Mar Abascal, pero tampoco me puedo olvidar del personaje de Dios, interpretado por Richard Collins Moore. Todos están sublimes cada uno en su papel. No podría elegir a ningún personaje por encima de otro, porque se complementan a la perfección.
Musicales con tantas temporadas y con tanto rodaje como es el caso de La llamada, una vez que lo ves te das cuenta de las razones por las que todo el mundo habla de él, y de verdad os digo que va más allá de la originalidad del montaje; sencillamente es algo que no se puede explicar sin haberlo visto.