Cuando alguien entra al Teatro Pavón a ver La madre, lo primero que observa es una fría escenografía en la que Aitana Sánchez-Gijón ya lleva reinando un buen rato. Su personaje es el foco central de esta historia y su trabajo impresiona. Aguanta, pelea y revela los secretos de una protagonista cuyo problema, aparentemente, parecer ser amar demasiado a su hijo. Pero qué viraje pega esta función que los temas más infranqueables se agolpan en escena y provocan la reflexión constante.
La madre es una operación a corazón abierto en la que también juegan sus buenos roles Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Júlia Roch, sorprendiendo, manteniendo la tensión e interpretando en una mesa de ajedrez en el que el juego parece reactivarse en cada nueva escena.
El texto de Florian Zeller es una completa disección en los pensamientos de una madre y de muchas, de soledades, de problemas mentales, de relaciones familiares… de universos de los que poco se habla y que, por fortuna, tienen cada vez más voz en diferentes perspectivas sociales. Imperdible para salir luego charlando del teatro y para saber ver más allá de un esquema familiar clásico.
