Las mujeres, el feminismo y la renuncia son algunos de los temas que Lucía Carballal (re)toma desde una visión sincera con el fin de plasmar las contradicciones en las que incurrimos gracias a las gafas moradas.
En el salón de un hotel psicodélico, empieza a tocar por Fangoria nada menos que María Rodés que con sus inflexiones irradia una luz que ilumina todo el escenario.
A partir de aquí, Ana Wagener, Mona Martínez y Amparo Fernández tejen una conversación a tres de forma natural y orgánica a través de toda una serie de roles femeninos pertenecientes a la generación de nuestras madres pero que se trasladan perfectamente a las mujeres que seremos dentro de unos años. Con motivo de este texto, se han reunido tres de las grandes de la interpretación para contar una historia que irradia verdad, dirigidas de forma muy valiente por Carol López.
La torpeza de no saber qué se es ni qué se busca sobrevuela la escena de forma que, a pesar del camino recorrido en su curso, todo lo que quedan son incertidumbres sobre el bien y el mal así como sobre lo convencional y lo inusual.
Carballal, sin embargo, no cae en un tono ni derrotista ni panfletario, que hubiera sido lo fácil, sino que deja tras de sí una estela de esperanza e ilusión -que no nos la quiten- a partir de la que seguir construyendo el feminismo a través de la voz de la experiencia.