Dos hombres llegan a un escenario. No saben qué va a pasar, no saben de dónde vienen y no saben qué hacen allí. “Lo que van a presenciar ahora no debería suceder. No era lo planeado” arranca uno de ellos. Y el paisaje aparece en las paredes negras de Nave 73 de la mano de la danza contemporánea, el teatro y la acrobacia.
Mientras tanto es un impás que los intérpretes Lucio A. Baglivo y Raúl Pulido disfrutan y hacen disfrutar desde una pausa intencionada, una danza mutua en la que ir explorando aquello de “ser un hombre” al compás de sus identidades y sus miradas. Además, entran en juego otras interrogaciones, como la arcaica masculinidad, el legado familiar en presente y toda una serie de reflexiones sobre las que aún nos queda baile en sociedad.
Sus coreografías, a veces individuales y otras en diálogo entre dos cuerpos, unas en conflicto y otras en abrazos, son una espera para (auto)descubrirse que bien vale una visita a observar sus sugerentes movimientos y a escuchar una pequeña dramaturgia que estalla y va arrojando luz a este limbo escénico.
La última creación de Baglivo invita a detenerse en las palabras, en la música, en un tiempo que no importa y en una lucha constante por encontrarse consigo mismo y con el otro. A su lado, y en constante vibración, Pulido conquista tanto por sus acciones sencillas como por su coraje y salto al vacío llenos de talento artístico.
Autorregalarse un paseo por esta pieza es una buena ocasión para continuar viendo a estos dos artistas en los teatros o para iniciarse y no quererlos perder de vista nunca más.
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