Los miedos forman parte de la vida. Queramos o no, son inevitables y, aunque se puedan curar, no se pueden eliminar. Somos aquello que nos aterrorizaba en la infancia y que ahora no entendemos por qué, eso que nos pone en alerta ahora y eso otro a lo que tendremos que enfrentarnos más tarde. Y de todo eso y más habla Paüra, un viaje musical y circense al interior de grandes y pequeños, pues no importa la edad si la dicha es buena. Y en este caso, es buenísima, generosa y para aplaudir un buen rato.
La música es un gran aliado en esta propuesta ya que, al ritmo de pegadizos estribillos, se construye una dramaturgia de gran peso emocional, cuya identificación inmediata es posible gracias a un elenco que desborda su trabajo más allá del escenario y cuyas divertidas escenas nos hacen soltar más de una carcajada.
La compañía Lucas Escobedo nos brinda una increíble oportunidad de tener conciencia de nuestros miedos y de saber aceptarlos. La manera que tiene de hablar de los miedos comunes, de aquellos heredados o de otros más extraños está muy alejada del falso positivismo que tanto y tan insistentemente se nos intenta vender. Hablar de lo que más tememos nos hace razonar, nos hace entendernos mejor y nos quita inseguridades. Además, si una obra de teatro nos invita a compartirlos y a entender que todo el mundo tenemos miedo, ¿qué más se puede pedir?