Es una historia de amor en la que aparece la mentira por el miedo a ser rechazado. Son historias eternas que pueden darse en cualquier relación entre dos personas.
En este caso es una historia verídica que ocurrió hace 3 años en el barrio madrileño de Malasaña y que tuvo un eco mediático importante. Una agresión homófoba que no fue, una denuncia que fue mentira y que tuvo consecuencias entre las comunidades LGTBI porque cuestionaban los delitos de odio aunque según el último informe de la Fiscalía General del Estado, las condenas por denuncia falsa desde 2009 suponen un 0,0074% del total. Estos datos son utilizados por el director de la obra, Nelson Valente en algún momento de la obra para situarla en la actualidad.
El autor de esta pieza es Pau Coya y la presentó en el IX Torneo de dramaturgia de las Islas Baleares.
Una historia así no podía relatarse de forma lineal. Pau Coya escribe un texto ágil, con giros inesperados en el argumento y pequeños momentos metateatrales que ayudan a quitar tensión a los hechos. El texto y la dirección de Nelson Valente te van llevando de la mano al conocimiento de la situación en forma de thriller psicológico vibrante, bien elaborado y que camina poco a poco con una sencillísima escenografía de Paula Font enriquecida con la maestría de Bea Vergés en el movimiento. El trabajo de cuerpo con la Vergés potencia imágenes poéticas que explican perfectamente la complicidad y el deseo entre ambos. Existe alguna escena de una belleza extraordinaria que demuestra el profundo conocimiento de la Vergés sobre el cuerpo y las emociones.
Dafnis Balduf y Albert Salazar hacen una pareja increíblemente bien coordinada. Les une el amor y la mentira. No necesitan ningún elemento accesorio. Ambos llenan el escenario con sus pensamientos y sentimientos con unas actuaciones magníficas. Balduf hace cambios de personaje con una rapidez increíble sin ningún cambio de vestuario, fisicalidad o de voz evidentes, pero hay algo en su presencia que te hace saber que ha cambiado el personaje. Deslumbra ver cómo dos personajes en diferentes ambientes coexistiendo en el mismo espacio escénico puedan hacer vivir el relato de una forma tan clara.
Salazar trabaja con una veracidad que deja sin aliento. Como A.K.A, obra inolvidable, la denuncia falsa afecta en aquella ocasión al protagonista.
Para que una obra como ésta sea redonda, la autoría, dirección, actores, escenografía, movimiento, luces deben estar perfectamente equilibradas. Y esto hemos encontrado en Polvo de Diamante. Es redonda