El fácil atractivo de School es que los niños tocan en directo. Aparte de ser llamativo, el mérito es hacerlo muy, muy bien, cada día, con diferentes elencos (se necesitan más de 40 para atender las diferentes funciones semanales) y, además, actuar, cantar y bailar. Dicho esto, el musical es más que virtuosismo infantil. Es una bomba de energía, de diversión, de excelente música (el talento de Lloyd Webber -¡vaya vuelta al rock!- está fuera de discusión para crear melodías que te llevas a casa y tarareas sin fin) … y también de entregar un mensaje. Así, uno de los momentos clave es la sentida canción donde los niños ruegan a sus padres que les escuchen (If only you would listen).
School es un imprescindible de la cartelera, propuesta de las que son para TODA la familia, que no es lo mismo que ser infantil y puedan ir los padres. Sí, hay cosas mejorables, claro: el humor a ratos se entrega en estilo cañí Torrente, el sonido es mejorable y la adaptación de «You’re in the band» no acaba de transmitir la fuerza de la versión londinense o que podemos ver en vídeos. Pero repetiría sin dudar, aunque comprar una tercera entrada…
El protagonista, músico sin banda y sin trabajo con sueños de estrella del rock se hace pasar por profesor en una elitista escuela, donde el rock cambiará la vida de los chicos y de muchos más.
Pese a haber ido 2 veces no he podido ver a Leo Rivera. Iván Cózar lo da todo en su locura, entusiasmo, energía, ilusión, bondad y rebeldía y aglutina a un reparto de calidad contrastada en los adultos (Julia Möller (Hair), magnífica con su prodigiosa voz). Su conexión total con los niños, que le necesitan tanto como él a ellos, es totalmente creíble. Algo más raro se hace la historia con la estricta directora del colegio, pero era inevitable.
Los niños, como suele pasar en elencos tan numerosos algunos mejor que otros pero todos correctos, casi ninguno se ve nervioso. alguna sobreactuación -las canciones “dramáticas”- pero si lo vemos en obras con mayores… Les acompaña una dirección efectiva, como el vestuario, coreografías y escenografía.
En resumen: dicen que en el teatro no hay que trabajar con niños. Suerte que aquí no han hecho caso.
