Con frases como «Todos tenemos raíces, solo unos pocos podemos ver las estrellas», María Velasco, nos deja en estado latente de reflexión con un texto fuera de la común durante las 2 horas que dura el espectáculo. La iluminación de este espectáculo merece una mención especial: Irene Cantero y Víctor Colmenero nos regalan imágenes plásticas que dotan de un volumen sensorial con sombras bien definidas a las figuras que se disponen en el escenario. Combinando la luz y la oscuridad, la protagonista va mutando a lo largo de la obra, madurando y revelando esos claroscuros con los que nos encontramos en la edad adulta.
A nivel actoral, destaca el papel de Fran Arráez en su papel de mujer. Su movimiento delicado, el tono de voz y la escucha activa que emana en el escenario suponen un alto en el camino de la historia.
Los desnudos sin pudor, la voz de Jiménez Losantos y el texto en la pantalla donde la autora (a la vez que directora) nos habla mediante letras pausadas, no te dejarán indiferente.