Fiesta, fiesta, fiesta, es un suceso teatral impregnado de la belleza y necesidad de la interculturalidad y la diversidad humanas en el aula para la conformación autónoma y libre del ser.
La dramaturgia y dirección de Lucía Miranda son impecables y a estas se suman unas interpretaciones versátiles que representan la pluralidad de la realidad educativa en una puesta en escena creativa y eficaz en constante transformación del hecho teatral.
Todo sucede dentro del instituto, ese espacio docente donde el conocimiento va muchísimo más allá del que nos ofrecen los libros. Un lugar que nos permite adentrarnos en la realidad diversa de toda la comunidad educativa, y en cómo su interacción y buena comunicación resultan imprescindibles para un desarrollo individual y social completo de los adolescentes.
El ritmo ágil del montaje se convierte en maravillosa metáfora del huracán de emociones que se despiertan en el interior de los estudiantes que en esos años vitales comienzan a conformar su personalidad y juicio crítico. Una decisión acertada que crece a favor del sentido pedagógico último que transmite la obra: una clase didáctica y verdadera de la situación educativa y de la esencia que debe imprimir un compromiso docente firme.
La propuesta escénica es un magnífico homenaje a la educación y a todos aquellos que creen y crean en la labor docente. Defensa del vital binomio educación-cultura para generar una sociedad crítica y libre. Imprescindible mirada pedagógica y escénica a la esencia del aula como reflejo de la vida. Sin duda, yo soy del mundo y por supuesto yo soy del Cross Border Project.