Un reflejo no esperado en el espejo

Tirant lo Blanc

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Tirant lo Blanc → Teatro de la Comedia
29/06/2024

Cuando un libro consigue adentrase en una persona, esta tiende a idealizar su experiencia, a magnificar la historia y sus personajes. Una idea fija que se queda en la mente y que influye en la revisión de su texto y la trama.

Màrius Serra se aventura en adaptar la novela de Joanot Martorell para llevarla al escenario, un hecho complicado teniendo en cuenta la gran cantidad de escenarios y aventuras por las cuales pasa el protagonista. Serra traslada el tono directo y avanzado del texto, acercándolo al público con una interacción que obliga a la espectadora a estar atenta y la interpela para que forme parte del viaje literario. Aunque el planteamiento es atractivo e interesante, se pierde parte de la esencia en la sobre explicación narrativa y el aclaramiento de conceptos que realmente no aportan mucho a la historia y paran el relato rompiendo, en parte, el ritmo.

Sin poder obviar el clásico de Martorell, la construcción de los personajes en esta producción queda un poco floja en la parte protagonista. Tirant, interpretado por Quim Àvila, le falta parte de la presencia escénica que se desprende en el texto original. En el terreno amoroso, su timidez e incertidumbre es totalmente verídica y adecuada, pero es en el campo de batalla que le falta el peso y aplomo que tendría que tener el héroe curtido en las batallas. La Carmesina de Clara Mingueza también queda perdida bajo una capa de juventud alocada, que deja en el olvido la inocencia que presenta en cada parte de la trama de la novela. Es posible que se trate de una decisión de la dirección de Joan Arqué para hacer más accesibles los personajes, pero provoca cierto descontento en aquellas personas que han leído el libro.

El resto de personajes tienen en Plaerdemavida, la magnífica Laura Aurbert, el gran estandarte. Si en el texto ella era la auténtica protagonista, en la obra continúa siéndolo y qué placer verla en vida sobre el escenario con la mezcla exacta de humor y certeza en la guía de la trama.

La puesta en escena, mínima y acertada, presenta un montaje atrevido y potente, con un vestuario a veces discutible, pero en su conjunto de acuerdo con el estilo que se quiere proyectar. Con algunas escenas muy potentes, como la del naufragio del barco, se apoya en el diseño sonoro y musical, especialmente interpretado por Judi Nedderman, creando un relato estimulante.

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