Travy es una bellísima, divertida, conmovedora y generosa confesión en familia; es el testimonio de un legado personal; una mirada al legado teatral de una familia que vive, que respira, que rebosa espectáculo y vida; una mirada desde el presente, para plantearle más de una pregunta al futuro.
Y como buena apertura íntima, como buen mecanismo revelado, los Pla Solina (Quim Pla, fundador de Comediants, Núria Solina, Diana Pla y Oriol Pla) nos dejan entrar al teatro atravesando la caja escénica y los rincones que siempre se ocultan al espectador y aquí se entregan con generosidad; “¡sin trampa ni cartón!”. Un buen comienzo.
Los Plá Solina van a compartir el proceso de creación del espectáculo que vamos a ver y nos van a mostrar así los engranajes de su oficio, la verdad de su herencia, su manera de crear algo nuevo juntos, la posibilidad o imposibilidad de hacerlo en familia, hoy, revelando de a poco el legado teatral de los padres, los nuevos modos de hacer de los hijos, el acuerdo imposible entre ellos para llegar a mostrar lo que estamos viendo, para componer un espectáculo que, como todo acto teatral, en su naturaleza efímera, se podrá acabar desdibujando en la memoria, pero, como ocurre con muy pocos, quedará grabado en el ADN del oficio y la afición teatral. Yo no lo olvido ya.
Me he acercado a la obra por admiración absoluta al trabajo de Oriol Plá. Y he entendido mejor por qué no es un hombre de teatro, sino que es teatro. No hay otro medio que conozca mejor, fue parido en teatro, criado en teatro, en una familia (singular como él ) que he tenido el gusto de conocer, admirar y amar hoy y desde hoy para siempre ( también admito que desde hoy no voy a volver a leer a Shakespeare, ni coger un huevo o hacerme una tortilla, sin pensar en los Pla) Y cada vez que vea en una serie de televisión o una película con Oriol, pensaré en la genética de su singularidad como intérprete.
Oriol Pla es esa bestia de la interpretación que en Madrid nos ha dejado secos o con los ojos brillantes de emoción en tantos espectáculos, de «Mammon» a “Ragazzo”, de «Be God Is» a «Falaise», de Baro d’Evel, y que de nuevo nos deja absortos interpretando, creando y dirigiendo este homenaje maravilloso a sus padres, a su legado, a su profesión, al clown, a la actuación, al pasado y al futuro del teatro.
Gracias, gracias, Oriol, Nuria, Diana y Quim, por este regalo, aunque me hayáis dejado pensando: “Qué lástima no haber sido un genio, para poder haber hecho un homenaje enorme como este para mis padres y con mis padres”.
Esto es una maravilla entrañable, delicada, divertida y emocionante. Haceos el favor, corred a por entradas; no se vende oro escénico tan puro y tan bueno como este todos los meses en Madrid.