Abril Imaginario: seis artistas emergentes «paran el tiempo» en el Umbral de Primavera

Irene Herrero
Escena de Abyssalis, de Patricia Peñalver. // Foto promocional de la obra

Escena de Abyssalis, de Patricia Peñalver. // Foto promocional de la obra

¿Qué mejor lugar para florecer que el Umbral de Primavera? Con el buen tiempo la naturaleza despierta y brota también el talento joven en la ciudad de Madrid. Este mes el espacio de Lavapiés presenta la segunda edición de [Abril imaginario], un ciclo compuesto por seis obras creadas por artistas emergentes que ha contado con la asesoría de [los números imaginarios], compañía vinculada al Umbral desde 2016.

Los seis creadores y creadoras desgranaron el pasado lunes esta programación en compañía de Carlos Tuñón, director de la compañía, y Viviana López, directora artística del Umbral. Viviana López destacó su vocación de convertirse en «un espacio de creación pura» y confirmó sentirse muy satisfecha con «el reto que supone para ellas y ellos enfrentarse a descubrir qué es lo que necesitan contar, lo que les conmueve y desde qué lugar».

Tuñón confesó que desde la compañía nunca quisieron crear una escuela, pero reconoció que al final están «creando un modelo propio». De hecho, son los propios integrantes de la agrupación los que imparten asesorías a los alumnos durante dos años sobre los distintos departamentos relacionados con la creación. En este sentido, el director dejó claro que son proyectos nacidos fuera del contexto del taller y que se iban a estrenar igualmente en el off madrileño. Con esta iniciativa buscan generar «un tejido de acompañamiento ya que no hay gente de carreras medias que pueda ayudar a crecer a este sector emergente».

Los seis proyectos se conforman como propuestas independientes y autónomas aunque, de forma inevitable, presentan ecos y guiños surgidos a partir de un proceso de creación paralelo y compartido. La influencia de [los números imaginarios] queda más que patente en estas creaciones, que comparten con la compañía su voluntad de interactuar con el público y su enfoque sitespecific.

Aunque ninguna obra necesita que el público intervenga, todas proponen una posición activa del mismo ya que, como indica Isabel Guerrero, directora de Cómo ser Cleopatra, «al activar el cuerpo del espectador desde el principio, adquiere otro tipo de compromiso y otra predisposición. Ya no solo estás apelando a la mente sino que pones su cuerpo en funcionamiento y en conexión con las ideas que trabajamos en las piezas». Patricia Peñalver, directora de Abyssalis, comentó que esta forma de trabajar es «un primer paso para olvidar nuestro día a día, nuestra rutina. La incertidumbre y las prisas se quedan fuera y paramos el tiempo para generar estos otros mundos«.

Cómo ser Cleopatra

Isabel Guerrero aborda el conflicto entre el deber y el placer, una contradicción paradójica que solamente puede encarnar el gran mito de Cleopatra, «el único ser que puede manejar grandes dosis de placer y de deber». Esta es una pieza de creación colectiva surgida a partir de Antonio y Cleopatra de Shakespeare en forma de manual de instrucciones en diez pasos que la compañía define como tragedia festiva.

Canta. Y no llores

Elena Santos, de Colectivo Trance, dirige esta pieza soñada a partir de Las Criadas de Jean Genet en la que transforma el Umbral de Primavera en una auténtica discoteca. En la obra, el público acompaña a una grupo de camareras por sus fantasías y ensoñaciones de la luz a la oscuridad, de la música al silencio y de la auto violencia a la liberación.

Interior: Día

Miguel Valentín firma esta propuesta que es a la vez una obra de teatro y una película sobre un hombre que huye de su mirada de «hombre blanco-hetero-cis, que lo tiene atrapado en lugares comunes». «A veces el audiovisual en teatro es un mero añadido contemporáneo, algo puramente estético» valoró Valentín, que compartió su interés por «explorar de verdad lo que puede haber de cine en el teatro, lo que en el teatro puede haber de cine y la tensión entre ambos lenguajes«.

Tragantona

El público es invitado a participar en un ritual que se celebra en forma de banquete, un ritual mezcla de muchos ritos, un «Frankestein cultural» con el que obtener certezas y crear comunidad. El papel de los espectadores será la de dejar constancia de lo ocurrido ya que, como dice uno de los personajes «nada ocurre de verdad si no es bajo la mirada de los otros». Irati Morán firma esta propuesta sobre la amistad, la ansiedad, la incertidumbre, el futuro desesperanzador y el anhelo de recuperar un tipo de comunidad ya perdida.

La Covancha

Mayte Barrera apuesta por una propuesta muy personal con la que pretende que el público pueda sentirse como en casa y reviva con nostalgia aquellos momentos felices de la infancia. El motor de la pieza es la pérdida de su abuela durante el confinamiento, un duelo que su familia tuvo que vivir sin un funeral y sin ningún acompañamiento. Con la obra Barrera no pretende generar un cementerio sino una red de recuerdos y conexiones.

Abyssalis

Patricia Peñalver dirige y protagoniza Abyssalis, un viaje hacia las profundidades del mar, a esa zona a la que no llega la luz y que la creadora construye como metáfora de esa parte del inconsciente donde habitan nuestros miedos más inconfesables. Peñalver busca generar un diálogo y una reconciliación con todo aquello que no verbalizamos y sobre lo que no queremos arrojar luz.

Las piezas se representarán del 31 de marzo al 24 de abril en el Umbral de Primavera y a partir de ahí, los jóvenes creadores esperan poder comenzar su andadura por otros escenarios y salas.

Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi

Escrito por

Soy periodista, aunque me dedico también al marketing y la comunicación cultural. En los últimos me he atrevido a dar el paso hacia la dramaturgia y la dirección escénica y creo que ha sido amor a primera vista.

Creo en el poder transformador de las historias y nunca salgo de casa sin mi cuaderno.

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