Se nos ha ido Montserrat Caballé, “La Superba”, una de las voces más preciosas y emocionantes que nos dio el siglo XX. No le gustaba la palabra DIVA (“es una tontería”, decía) así que la llamaremos “prima donna assoluta” aún a riesgo de quedarnos cortos. Timbre bellísimo, técnica inmejorable y un carisma sobre el escenario como pocas veces se han visto.
Todos recordaremos tanto sus lágrimas en el incendio del Liceu en 1994 como su risa, siempre presente en cada entrevista y cada vez que se dirigía al público sobre un escenario. Su risa brillante, contagiosa, que simbolizaba su placer por cantar, su satisfacción por poder “sentir cantando” como ella decía.
Desde que debutó con La serva padrona la Caballé cantó en los mejores y más importantes teatros del mundo y siempre fue considerada una de las mejores cantantes del planeta. Una técnica depurada, un timbre celestial, sus famosos pianísimos y una presencia escénica incontestable permitieron que “La Superba” cantara por todo le mundo La Boheme, Tosca, Anna Bolena, Salomé, Norma, Lucrezia Borgia, Il trovatore, Fausto, La traviata y un inmenso repertorio al alcance de muy pocas.
La famosa historia de su Norma de Orange es el ejemplo perfecto de cómo un ser superior se enfrenta a lo imprevisto. Al parecer la noche de la función, soplaba un mistral tremendo. Las partituras volaban y tuvieron que sujetarlas con pinzas de tender a los atriles. “La Superba” en vez de cancelar, se forró de papel de periódico bajo su túnica y salió a cantar. Afortunadamente existe una grabación en vídeo de esa noche y podemos comprobar el milagro. Es como si el viento parase para dejar que la Caballé cantara. Creo, sinceramente que junto con alguna de la Callas, no ha habido una Norma mejor ni más emocionante. Igual que nadie cantó mejor Le Cid, o esa María Stuarda o su Salomé o su insuperable Liú .
Sólo una de las más grandes podía dejar de cantar las palabras del libreto y sencillamente seguir cantando notas porque su musicalidad y su poder de comunicación con el público eran algo casi religioso. Cantó Salomé desde un catafalco sin dar un solo paso de baile, cantó Leonora escatimando la mitad de las palabras, cantó hasta hace nada, cuando casi era una sombra de lo que fue, pero todo lo hizo siempre como la mejor, la más querida, la más perfecta. Desde la infinita “Preghiera” de “Maria Stuarda” a “Hijo de la luna”, de “Barcelona” a “Al dolce guidami”, Montserrat Caballé llenó los escenarios de personalidad, amor y belleza. Y de un carisma solo equiparable a sus carcajadas. Una grandísima diosa tocada por la musa.
El mejor homenaje que se le puede dar es buscar en Youtube la “Casta Diva” de Orange, cualquiera de sus conciertos, o su estremecedora versión del “Pleurez mes yeux”, desgarro hecho música. Mejor que guardar un minuto de silencio, llenemos nuestros corazones con la voz y el embrujo de “La Superba”. Buen viaje…
Texto David García