Año 1959. Isabel es una joven profesora de historia de una escuela de Barcelona y está profundamente enamorada de Carmen, la profesora de literatura. Sin querer, pero sin poder evitarlo, nace una historia de amor entre ellas. A partir de este caso real nace Una luz tímida, del Colectivo La Cicatriz. Esta pieza dirigida por Marilia Samper, con música en directo, regresa a la cartelera de Madrid, del 6 al 30 de julio en el Teatro Infanta Isabel.
TeatroMadrid tuvo oportunidad de charlar -ante su estreno en el Teatro Lara la pasada temporada- con Àfrica Alonso Bada, que firma la dramaturgia e interpreta a Isabel.
¿Qué va a encontrar el público que vaya a ver Una luz tímida?
Se va a encontrar una obra inspirada en un hecho real que pasó durante el franquismo en España; se trata de una historia sensible, emocionante, cercana, íntima, con una guitarra y un chelo en el escenario y dos actrices que cuentan una historia de la que no se podrán separar incluso cuando salgan del teatro.
¿De dónde nace la obra? ¿Cómo conociste esta historia?
Leí un artículo que explicaba la historia de Isabel y Carmen, dos maestras que se enamoraron en una escuela en pleno franquismo y que acababa con un final trágico, que no te puedo contar. Ellas se enamoraron e intentaron estar juntas y luchar contra todas las dificultades que se encontraron. Entonces decidí que a esta historia había que ponerle música y había que contarla de otra forma, más simpática, más honesta, que a veces es lo que tiene la prensa, que cuenta las historias de forma un poco más frívola y bueno, de ahí salió Una luz tímida. Lo hicimos un colectivo de mujeres y personas no binarias LGTB y decidimos que esta sería nuestra primera producción y que vendrían muchas más.
«Nos dimos cuenta de que, sin haber tenido acceso al caso real, se parecían»
Esta historia parte de un caso real. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
De la historia real de Isabel y Carmen hay muy poquita información. Yo me inspiré en la historia que yo imaginaba que podrían haber vivido y en testimonios de mujeres mayores del colectivo que contaban cómo vivieron esa época. Aparte, terminó llegando a nosotres una persona que había sido alumna de una de las maestras y que las conoció de verdad. Así fue cómo nos dimos cuenta de que sin haber tenido acceso al caso real, se parecían. Pasó de una forma incluso mágica diría. Esta mujer nos contaba cosas sobre el pueblo, sobre cómo eran ellas y nos dimos cuenta de que había muchos paralelismos. En realidad, aunque cuenta la historia de dos mujeres concretas, hablamos del colectivo de las lesbianas a lo largo de nuestra historia, un colectivo muy invisibilizado. Es memoria histórica de todos, de las mujeres, de las mujeres lesbianas y del colectivo en general.
¿Por qué decidiste utilizar la música como lenguaje?
Bueno eso no fue una decisión, eso lo llevo encima desde siempre. La música es mi forma de expresión favorita. Conozco a Andrea Puig, la otra compositora y directora musical de la obra, desde hace más de 10 años, y siempre nos hemos expresado a través de la música. Nos dimos cuenta de que algunas canciones escribían algunas escenas de la obra. Iba antes la música que el propio texto.
«Cuando empiezas proyectos de esta forma autogestionada, sin una partida económica de inicio, toca arremangarse y hacer lo que toque»
Un trabajo colectivo como este aporta cosas estupendas, pero también implica afrontar muchos retos. ¿Qué es lo que más has disfrutado y lo que más te ha costado?
Yo soy actriz, compositore y dramaturgue y lo que más me ha costado es tener que ponerme en la posición de producción, tener que vender un proyecto… Hasta que ha empezado a ir bien en Barcelona… Me ha costado. Desgraciadamente se me da muy bien y eso hace que no acabe de desengancharme de este papel. También cuando empiezas proyectos de esta forma autogestionada sin una partida económica de inicio, toca arremangarse y hacer lo que toque. Eso es lo que más me ha costado: desconectar de esa función y ponerme a interpretar puro y duro, estar encima del escenario. Por contraposición, todo este esfuerzo lo haces para poder subirte a un escenario y vivir historias que, si no, jamás vivirías. Lo más bonito de este viaje es la función en sí. Contar esta historia, revivirla y tener la sensación de que la gente se la lleva en el corazón, porque la hemos desenterrado, para mí es lo más satisfactorio, cómo la gente conecta con esta historia.
Has estado en todas las partes del proceso. ¿Cómo abordas cada etapa del trabajo?
A mí me pasa que me cuesta separar. La que sí está separada del proceso fue la dramaturgia. Siempre digo que la etapa de escritura fue la más dulce. De hecho, creo que una vez que has escrito tu primera obra, no se va a volver a repetir igual porque ya tienes toda la experiencia «post-creación». El paso de los sueños a las responsabilidades. Entonces, cuando solo era sueños… Era yo en mis noches de insomnio, insomnio por la emoción que tenía de estar escribiendo esto. Yo lo viví como el momento más apasionante. Yo decía «ostras, esta historia que se me está poniendo delante, ¿hasta dónde puede llegar?». Entonces, yo tengo la sensación de que aunque escriba dos, tres o veinte mil obras, esta primera libertad no se va a volver a repetir así porque luego tocas con la realidad: la dificultad de hacer arte en nuestro país. Yo no soy capaz de desconectar de todo lo que es gestión hasta que doy el primer paso en el escenario y soy Isabel; ella me hace desaparecer, y me lleva ella, me hace estar ahí. No puedes contar esta historia si no estás 100% presente.
Tú interpretas a Isabel. ¿Cómo es este personaje?
Isabel es un personaje obstinadamente valiente, que tiene mucha conciencia sobre el momento social en el que está. Es una persona con una ideología fuerte, tierna, que se empeña en querer, se empeña en vivir aunque lo tenga todo en contra. Es un personaje más valiente que Àfrica. Se atreve más aunque tenga miedo. Su pasión pasa por encima de su miedo. Se enamora perdidamente de Carmen y ella dice «no tengo más remedio que vivirlo». Carmen es más miedosa, más dependiente de la familia, más inocente con el momento que le ha tocado vivir; y se choca con esta fuerza que es Isabel, quien la arrastra con ella con todas las consecuencias que eso tiene. Lo bueno es que son personajes que tienen un gran arco, evolucionan muchísimo desde el principio de la función hasta el final. El público vive con ellas toda la vida de los personajes.
«Isabel tiene la capacidad de encender cosas en un sitio oscuro»
¿Tienes algo en común con este personaje?
Yo creo que lo que tengo en común con Isabel, que es algo que me enamoró mucho de ella, es que Isabel es una persona de palabra. Hace una promesa y la cumple hasta el final. Ella le promete estar ahí y promete cuidarla y lo hace aunque a veces la situación es imposible de soportar. Creo que yo también soy una persona comprometida. A veces me gustaría tener su capacidad para ilusionarse. Isabel tiene la capacidad de encender cosas en un sitio oscuro.
«Se produce una catarsis y la gente sale de la función llena y vacía a la vez»
¿Cómo ha funcionado el espectáculo en Barcelona?
Ha sido arrollador. Habíamos firmado para una función en el Teatro Condal, para un estreno, y fue por la gente por lo que hemos estado desde septiembre hasta abril. Y pinta que el proyecto va a seguir adelante gracias al público. Hay gente que ha venido no dos, sino tres o cuatro veces. Hay gente que ha hecho suya esta historia. Se produce una catarsis y la gente sale de la función llena y vacía a la vez.
Los personajes de la obra se conocen en el año 1959. ¿Cómo ha cambiado nuestra sociedad?
Esta es una pregunta muy compleja porque nosotres no estamos hablando solamente de algo que ocurrió hace equis tiempo. Hablamos de que eso que ocurrió tiene unas consecuencias que llegan hasta hoy en día. Qué pasa con la gente del colectivo que vivió esa época, que sufrió el fascismo en sus propias carnes, la homofobia, el machismo, el capacitismo… Estas personas siguen entre nosotres hoy en día en forma de abuelitos y abuelitas, pero están ahí y esto ha tenido un efecto en sus vidas y en las vidas que no han tenido.
«Es importante la historia en sí y quién la cuenta»
Eso por una parte. Además, las historias no contadas -eso sigue siendo consecuencia de la homofobia-, ¿por qué no se han contado las historias de estas personas? ¿Por qué no están en los libros de texto sus historias? Las historias de las lesbianas que se sometieron a terapias de electroshock, que fueron muchas. La homofobia sigue presente, el fascismo sigue presente. Nunca se ha ido, pero ahora con la extrema derecha tiene un micrófono gigante, un alcance y una visibilidad totales. Continúa siendo importantísimo rebatir los discursos de odio con estas historias. Y es importante hacer proyectos como los de La Cicatriz donde mujeres y personas no binarias, personas disidentes en general, hablen con su propia voz, cuenten sus propias historias a su manera y que no sea como siempre, que el status quo se apropia de ellas. Es importante la historia en sí y quién la cuenta.
«A veces los titulares hacen que la violencia pierda realismo, pero es real»
Se ha publicado recientemente que el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha cerrado la investigación sobre las ‘terapias de conversión’ de la homosexualidad del Obispado de Alcalá de Henares. ¿Cómo pueden convivir estos titulares con historias como la vuestra?
No deberían convivir las dos cosas. Yo creo que recibimos tal bombardeo de información, que cuesta creerlo. A veces los titulares hacen que la violencia pierda realismo, pero es real. Es real que una familia pueda llegar a llevar a una hija a que la traten por homosexualidad, a que la torturen y le hagan daño, que un niño trans pueda seguir sintiéndose un enfermo. Todo esto no lo deberíamos permitir, pero muchas veces estas historias pasan en la sombra. Cuanto más ruido hagas para hablar de ellas y cuanta más música y gritos les pongas, más conscientes seremos y más nos movilizaremos. Es espeluznante, y a la vez le da más sentido a lo que hacemos.
A veces también nos pasa que vivimos en un ambiente tan abierto que piensas que toda la realidad de tu país es así. Y no es así para nada, solo hace falta dar un paso a la derecha para darte cuenta de que no. Por eso, cuanto más lejos llegue esta obra, mejor, porque llega de una forma que otras cosas no te llegan. Nosotres conseguimos que te metas en la habitación con Carmen e Isabel, que quieras que tengan una final feliz; quieres porque te enamoras con ellas y sufres con ellas y esto es un poder que tiene solamente el arte.
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