«¿Cómo os imagináis el mar?», preguntó el maestro Antoni Benaiges a las niñas y niños de un pequeño pueblo de Burgos. A partir de esta pregunta nació El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, libro que escribieron, compusieron e imprimieron ellos mismos con ayuda de su profesor, en enero de 1936.
«¿Quién era Antoni Benaiges?», se preguntaron, años más tarde, los creadores Xavier Bobés y Alberto Conejero. Tras un gran trabajo de investigación, imaginaron la pieza teatral El mar, un montaje donde se conjugan los objetos, la poesía y el teatro documental. La pieza regresa a Madrid, al Espacio Abierto Quinta de los Molinos del 30 de noviembre al 1 de diciembre, y vuelve a agotar localidades esta temporada.
TeatroMadrid conversó con los directores sobre la figura del maestro catalán, el poder de la imaginación y el gran papel de la docencia en la sociedad.
¿Quién era Antoni Benaiges?
Nacido en Mont-roig del Camp (Tarragona) el 26 de junio de 1903, Benaiges dedicó su vida a la docencia y encontró su inspiración en la novedosa técnica Freinet. El método, creado por el pedagogo francés Célestin Freinet, consiste en promover en las niñas y niños el tanteo experimental, la libre expresión, la cooperación y la investigación del entorno.
El 18 de julio de 1936 enterraron las ideas de Antoni Benaiges bajo tierra. «El docente les prometió a los alumnos que les llevaría al mar ese verano. Por eso seguía en Burgos ese día, porque estaba buscando el modo de cumplir su promesa. Se produjo el alzamiento fascista y Benaiges fue torturado y asesinado. El mar se convirtió aún más en el símbolo de la libertad de espíritu», cuenta Alberto Conejero.
El creador escénico Xavier Bobés explica que «el maestro confiaba en los niños y las niñas y reflexionaba sobre desde qué lugar podían aprender. Dejaba que fueran los alumnos los que decidieran de qué querían hablar». Y agradece que Benaiges lo transcribiera todo, por lo que han tenido mucho material documental con el que trabajar: «cartas, publicaciones suyas en revistas, los cuadernos de la escuela… La gran mayoría del texto en escena son escritos propios del profesor. Alberto Conejero ha hecho un gran trabajo de destilado de los manuscritos».
«Benaiges era un luchador nato. Era una persona que podía incomodar, porque tenía unos principios muy claros», reflexiona Bobés. Y recuerda unas cartas que el maestro mantuvo con uno de sus referentes, el pedagogo Patricio Redondo Moreno, en las que le preguntaba «¿qué sentido tiene esto en este país? ¿Tiene algo se sentido lo que estamos haciendo? ¿Llegará a algún lado?».
Un canto a la imaginación
Para los alumnos de Bañuelos de Bureba, el mar no solo suponía un lugar, sino también una metáfora: «era la parte del mundo que aquellas niñas y aquellos niños no habían visto todavía pero que podían imaginar. Niños atados a los aperos de labranza, a las aguas heladas de los lavaderos o manos agrietadas por la rueca o la piedra de moler, se imaginaron de repente frente al mar, esto es, imaginaron otra posibilidad de existencia», apunta Conejero.
Trasladarse al mar no solo permitía a los alumnos pensarse en otras situaciones y lugares posibles, también descubrían su propio reflejo en las aguas, se hallaban a sí mismos en sus descripciones. Bobés apunta que «el mar es además la metáfora de cómo se veían ellos en el futuro».
Conejero considera que «siempre estamos inacabados, por eso es tan importante cómo nos imaginamos», y apunta que tenemos que atender a la imaginación: «es la práctica más importante para cuidar del pasado, para enfrentar el presente y para seguir confiando en el futuro. La imaginación enlaza tiempos y vidas, como el aula, como el teatro. Esta función es también un canto a la imaginación».
Antoni Benaiges: «Soñad, leed, seréis lo que lleguéis a imaginaros»
El futuro se crea en las aulas
El porvenir de una sociedad se decide, en gran parte, en las escuelas. Conejero matiza que la educación debería convertirse «en un asunto central de nuestras conversaciones y del debate político», y asegura que «si hay posibilidad de un futuro más digno, este se tiene que disputar en la escuela. La educación no hace magia, por eso necesita recursos, reflexión, mirada. Un mal maestro puede terminar con una posibilidad de vida luminosa, como un buen maestro puede reconocer en la penumbra de una existencia su centro brillante».
Bobés ha descubierto la importancia que tiene «dar voz a estos maestros y maestras que buscaban nuevas formas de llevar la docencia a la escuela», y lamenta que «empezaron ya un trabajo que habría podido desarrollarse y crecer de una manera espectacular si no hubiera sido por la guerra. Muchos, como en el caso de Benaiges, fueron fusilados».
La figura del maestro puede ser clave para lograr que las niñas y niños imaginen el futuro como un mar lleno de oportunidades y no como un lugar inerte, repleto de temores.
Todavía no han encontrado el cuerpo de Antoni Benaiges ni de muchos de los maestros que desaparecieron durante la guerra civil española. No obstante, montajes como El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, consiguen que se siga imaginando a estos docentes y que sus palabras vivan en el presente. Como asevera Alberto Conejero, «no se puede olvidar lo que imaginamos: ya existe».
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Maravilloso todo el planteamiento. Gracias Maestro