Ana Rujas protagoniza ‘La otra bestia’, la adaptación de su poemario homónimo
La Sala Max Aub acoge el estreno absoluto de la adaptación escénica del poemario de Ana Rujas titulado La otra bestia. Trasladado al escenario de Nave 10 Matadero, cuenta con la dramaturgia y dirección de José Martret y Pedro Ayose. Del 9 enero al 2 febrero, se podrá disfrutar de este espectáculo multidisciplinar que recuerda la necesidad de redención a través del arte.
La actriz y creadora Ana Rujas regresa al teatro como autora y protagonista de este laboratorio íntimo en el que se mezclan teatro, poesía y ficción. “No sabes dónde empieza el libro, dónde acaba el texto y dónde está la dramaturgia”, manifiesta. Le acompañan en el escenario Joan Solé (en el papel de marido) y Teo Planell e Itzan Escamilla (que interpretan al amante en alternancia) para configurar un triángulo amoroso. “Es una historia existencialista, de una búsqueda hacia una misma, de intentar encontrar la esencia de quién es. Son escenas entre cotidianas y poéticas, en un limbo entre una ficción y una realidad. La pieza también es una lucha entre la lógica y lo salvaje, lo convencional y la búsqueda de la autenticidad”, comenta la protagonista.
El montaje gira en torno a temas tan variados como el desamor, el deseo, la belleza, la búsqueda de lo sublime, la conexión espiritual o el miedo a caer en la mediocridad. Se trata de un viaje hacia la soledad y la muerte −pero también hacia el autoconocimiento− de Sara, una mujer que intenta nadar en el naufragio de su relación sentimental, en medio de una crisis vital y de pareja. En palabras de Martret, la adaptación ha sido difícil “porque no es una novela con presentación, nudo y desenlace, sino que es un libro de reflexiones, de pensamientos muy poéticos, con una voz particular. La dramaturgia surge de muchos encuentros y de hablarlo mucho entre nosotros”.
Ambos directores tuvieron claro que no querían hacer un recital ni un monólogo y de ahí la acogida de otros dos personajes más en la trama. “Es una casa que puede representar una jaula, el encierro en el que viven los personajes que no paran de entrar y salir”, explica Ayose. Además, los años 80 es la época elegida para la imagen teatral; sin móviles ni ordenadores, ni nada que conectara con la realidad. “Para mí es un thriller existencialista porque, como espectador, hay una incógnita en lo que está pasando que tienes que ir desvelando a lo largo de la función. Es muy difícil explicar de qué va la obra, al igual que lo es explicar de qué va el libro”, completa Martret.
José Martret y Pedro Ayose han escrito la dramaturgia y dirigen la obra
Un dato curioso es que, como ya hicieran en La infamia, han creado una parte audiovisual esencial para el desarrollo de la historia; mientras se produce la acción de la obra, una cámara (manejada por la operadora Alicia Aguirre) mostrará a los protagonistas en directo y sin cortes, en una película proyectada en tiempo real en una pantalla sobre el escenario. De este modo, el público estará inmerso en una doble narrativa: la teatral (en color) y la cinematográfica (en blanco y negro). Esta decisión de los directores atiende a que “hay algo muy importante en la pantalla, con un lenguaje diferente, muy poético, en blanco y negro, contrastado con el color que hay en el escenario. Como creador de La casa de la portera y de La pensión de las pulgas, dos teatros en los que el primer plano era tan importante, es como una manera de recuperarlo y de hacerlo inmersivo, ya que hay algo en la pantalla que te acerca”, defiende Martret.
En cuanto a la música, este ha sido el primer encargo de composición para teatro de Ale Acosta, a quien Pedro Ayose ya conocía por haber trabajado juntos y cuya proposición explica porque “para nosotros, la música tuvo mucha importancia desde el primer día. Se ha creado una biblioteca musical increíble con todos nuestros referentes y hemos hecho una dramaturgia musical muy potente. Para el elenco, es importante que ese espacio sonoro ayude”.
Para acabar, una pregunta sobre quién o qué es esa bestia a la que se le dedica el título. Martret lo tiene claro: “Pensamos que, en el interior de cada uno, hay una bestia interna que suele estar domesticada y tutorizada la mayor parte del tiempo. Nos preguntamos qué pasa si esta bestia también se apodera de un vacío interno y empieza a crecer”.
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