Antonia Paso: «Soy feminista, o por lo menos pretendo serlo, pero me tengo que limpiar muchas cosas»

José Antonio Alba

Me cito con la actriz Antonia Paso, con motivo del estreno de Chicas y Chicos de Dennis Kelly en el Ambigú del Pavón Teatro Kamikaze, en el Café Gijón. No podía haber un lugar mejor que este para encontrarme con esta integrante de una saga de artistas como la de los Paso, poseedora de un árbol genealógico tan extenso dentro de la escena teatral de nuestro país que incluso la actriz nos confiesa que aún se sorprende descubriendo vínculos. Nada más sentarnos me quedo enganchado a su presencia gracias a esa fortaleza de carácter que irradia y un sentido del humor, con cierto regusto ácido, que termina por dar paso a una cercanía que deja atrás los roles de entrevistador y entrevistada para enfrascarnos en una animada conversación.

Antonia me habla del tiempo que pasó su padre, el dramaturgo Alfonso Paso, en estas mesas y la cantidad de rumores vertidos sobre su figura. Al haber cosechado tantos éxitos en época de la dictadura, se le acusaba de muchas cosas, desde pertenecer a Falange e ir siempre acompañado de un arma, a decir que se sentaba en una de las mesas del Café Gijón, al lado de la venta y frente a la barra, para beberse una Coca Cola y comer langostinos, para que los pobres que solo podían permitirse tomar café de pie, le vieran chupar las cabezas «¡Si mi padre era alérgico al marisco!», dice la actriz en una mezcla de indignación e ironía.

Antonia Paso es actriz porque lo lleva en los genes «Lo raro es que hubiera salido carpintera», bromea. Y cuando llegó el momento de decir «Mamá, quiero ser artista» cuenta que su madre le dijo: «Vas a ser muy feliz y muy desgraciada. Muy feliz cuando trabajes y muy infeliz cuando no trabajes”. La hemos visto trabajar con directores de la talla de Gerardo Vera, Mara Recatero, Alberto Castrillo- Ferrer, Juan Pastor, José Tamayo, Gustavo Pérez Puig o Rosa García Rodero, directora de la compañía Thiasos, donde ha compartido escenario con Fernando Cayo, Roberto Álamo o Luis Bermejo. En los últimos tiempos hemos visto a Antonia a las órdenes de José Padilla en las dos partes, hasta ahora estrenadas, de Las crónicas de Peter Sanchidrián, pero me cuenta, sacudiéndose el postureo en el que se escuda mucha gente de la profesión, que ha habido momentos de vacas flacas en los que ha tenido que compaginar el ser actriz con la venta de perfumes en El Corte Inglés porque no le daba para llegar a final de mes «esa es mi realidad». Una realidad que nos lleva a hablar de la precariedad de esta profesión en la que muchas veces la moneda de cambio por un trabajo no es un sueldo sino «la visibilidad», y Antonia lo tiene muy claro «A ese discurso nos han acostumbrado. Pero si no hay dinero, no me llames. Tengo que comer» dice, pero lejos de señalar a otros como culpables, ella lo tiene claro «La responsabilidad está en nosotros en decir No. No hay que asumir ciertas cosas, no hay que acostumbrarse a ciertas cosas, si ves que algo te molesta, ¡quítatelo!».

Ahora Antonia, gracias al empeño de Javier Ortiz con el renacido y reinventado El Sol de York, se pone a las órdenes de Lucía Miranda con Chicas y chicos, que ya se ha podido ver en el FIOT Carballo, y que supone la primera vez que actriz y directora se enfrentan a un monólogo «¡Jamás me volveré a quejar de tener un papel pequeño!» dice bromeando y nos explica que «ha sido un proceso muy intenso», pero del que está disfrutando mucho, sobre todo de la experiencia de estar sola frente al público, al que además tendrá muy cerca para poder mirar a los ojos e interpelarles «es algo que está dentro del propio texto. Es un gran reto, pero me divierte mucho». La historia de ELLA, personaje sin nombre que de alguna manera representa a todas las mujeres, nos cuenta cómo vive una vida plena y feliz, hasta que comienza a ser una mujer de éxito en un mundo dominado por hombres, ahí todo comienza a torcerse «Tiene mucho que ver con el techo de cristal» nos explica Antonia cuidando de no desvelarnos demasiado, pero dejando claro que no es una historia que aborde la violencia de género «No siempre que hablamos de feminismo tiene que ser con la violencia de genero. Habla de la dificultad que tenemos las mujeres a la hora de ascender y las consecuencias que puede tener eso en la sociedad patriarcal en la que vivimos». Un texto del que destaca que «te hace mirarte» y del que destaca la contundencia con la que está escrito y la importancia de esté firmado por un hombre «Señal de que vamos cambiando cosas».

Chicas y chicos es una historia que la actriz piensa que va a escocer bastante en algunos sectores del público «En la función hay frases que son dardos. En Chicas y chicos ELLA no está presentada como una víctima y no hay malos malotes. Lo que viene a decir Dennis Kelly es que el problema proviene de las raíces, que es un problema de todos» nos explica la actriz «Hay cosas de ELLA que dices: ‘Ay amiga, te lo has comido con patatas, lo has aceptado'» y nos confiesa que, durante el proceso de ensayos, ella misma se ha ido a casa haciendo examen de conciencia pensando: “Tú esto lo hubieras dicho o lo hubieras hecho igual que ella. Y has consentido esto y lo otro». Una reflexión que personaliza revelándome un caso propio vivido cuando tenía 18 años – «Puedes meterlo en la entrevista» me autoriza la actriz al apagar la grabadora – Me cuenta que acudió a entregarle su curriculum a un «señor» que en ese momento desempeñaba un alto cargo en una institución cultural de nuestro país, el cual, sin siquiera prestar atención al documento, le espetó «¿Lo tienes todo pelirrojo o te tiñes?». Un acto verbal cuya violencia y vergüenza han ido acompañando a la actriz en silencio hasta el día de hoy, han pasado los años y Antonia, a sabiendas de que debería hacerlo, no ha querido denunciar a su agresor ni facilitar su identidad, apiadándose de él «es un señor mayor y muy enfermo», me dice, siendo consciente que ese precisamente es el camino que no habría que elegir «Soy feminista, o por lo menos pretendo serlo, pero me tengo que limpiar muchas cosas», en su mirada se intuye la mezcla de impotencia y amargura de quien aún convive con ese demonio interior.

Nos despedimos con un abrazo y me llevo el escozor de su confesión y pienso en el aprendizaje en el que todos debiéramos andar inmersos. Razón de más para señalar y enfatizar la importancia y, sobre todo, la necesidad de poner en escena textos como Chicas y chicos.

José Antonio Alba / @joseaalba

Fotos Alejandra Duarte

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