Arturo Bernal: «Desde pequeños nos han capado, no nos han enseñado a comunicarnos»

José Antonio Alba

Sentarse a conversar con Arturo Bernal es pegarse un viaje por la solemnidad de quien se ha formado en las disciplinas de grandes maestros como Lecoq, a través la escuela ‘lecoquiana’ de Laassaad en Bruselas, por el que profesa una clarísima admiración y, a la vez, descubrir la irreverencia de un discípulo punki que no permite entregarse ciegamente a la devoción de un único maestro.

Su aprendizaje vino de la mano del Teatro a partir del Movimiento (pedagogía Lecoq), teatro de creación, teatro contemporáneo, máscara, danza contemporánea o el bufón. Una formación ‘lecoquiana’ muy fuerte, completada a través de maestros de la talla de Augusto Omolu, Christophe Marchand, Carlo Boso, Family Flöz, Antonio Gil o Fabio Mangolini que le han ayudado a forjar un método pedagógico con el que encontrar el nexo entre las múltiples voces de los maestros de las artes escénicas para desarrollar un único vocabulario con el que las futuras generaciones de artistas puedan hablar de tú a tú sin perderse “En el siglo XX cada maestro quería demostrar que la tenía más grande que el otro e inventaban su propio vocabulario para denominar lo mismo de diferente manera. Hoy en día esto ya no hace falta”.

En esto días, podemos encontrar en el Umbral de Primavera una muestra de esto de lo que nos habla con Yo, psicópata, un espectáculo realizado con ex alumnos que rompe y experimenta en busca de un teatro plural.

LECOQ HA MUERTO, ¡VIVA EL MOVIMIENTO!

“Cuando digo esto, lo que quiero decir es que hay que evolucionar y, esa evolución, está en el valorar y potenciar el estudio que han hecho otros maestros. Ya basta de repetir y de encapsular estilos” dice Arturo “Yo creo que ahora mismo estamos en un lugar donde no se sabe dónde está el actor y el personaje; en el que se funden los estilos, en el que vas al teatro y ves que ya no está todo tan estancado”. Una afirmación que sentencia declarándose admirador incondicional del teatro de Carlota Ferrer “Ella te muestra una realidad desde un lugar que obliga a reflexionar  con lo que sucede en la vida. Hacia ahí es hacia donde creo que está yendo el teatro y no solo el teatro, el arte en general” una particular cruzada en la que intenta implicar a todos, desde los que las comunicamos hasta los propios artistas “Lo que tenemos que hacer entre todos es acercar otro tipo de arte escénico. Lograr que la gente deje de ‘intentar entender’ cuando va al teatro y dejar que le llegue, igualmente que permite que le llegue un paisaje o una pintura de Rothko; son cosas que no estás ‘intentando entender’, estás percibiéndolas y te generan sensaciones” Nos explica “Al público aun le cuesta entrar en un lugar en el que está percibiendo porque no estamos educados en saber percibir con nuestro motor instintivo y, humildemente, quiero sacar al teatro de ahí”.

LA ENSEÑANZA Y LA MIRADA AL TEATRO

En esta lucha por lograr un concepto de arte que homogeneice todos los lenguajes, Arturo ha abierto su propia escuela en el barrio de Lavapiés la Escuela Internacional de Teatro Arturo Bernal “no ha sido fácil, pero la pedagogía ha sido mi vida desde mi adolescencia y era un paso orgánico a toda mi carrera y demandado por mis propios alumnos durante mucho tiempo» Nos dice sobre comenzar a caminar por sí mismo tras haber trabajado en distintas escuelas. Ahora, con esta apertura pretende emprender la búsqueda de “un teatro poliédrico donde lo que realmente importa es generar un espectáculo” nos dice mientras exagera un gesto escandalizado “Esto de: ‘¿Qué has ido a ver?’…‘Teatro, ¿y tú?’… ‘Danza’… ¡Esto ya no!”.

Es un tipo sin pelos en la lengua, que tiene su visión y opinión sobre la pedagogía teatral y no se corta a la hora de expresarlo “Estoy cansado de ver que al pedagogo teatral se le trate como un artista de segunda” Nos habla de una profesión algo denostada, del intrusismo, “No todo actor, dramaturgo o director tiene porque ser un buen pedagogo” y ahí entra en la parte más delicada del proceso, el propio alumno “Hay actores que buscan ciertas escuelas porque quieren ser el siguiente Bardem y tengo la sensación que les importa bastante poco lo que es la creación colectiva o lo que es pensar en conjunto con el que está enfrente” y nos habla de las falsas expectativas y el éxito inmediato “Vienen a por un resultado y se dan un buen tortazo” Dice Bernal “El problema está en que la mayoría de los jóvenes, y parte de la culpa la tienen las redes sociales, creen que los resultados se consiguen de manera inmediata y es una putada porque el conocimiento intelectual sí que se consigue de manera inmediata, pero el aprendizaje del cuerpo es mucho más lento” un camino de aprendizaje que nos cuenta no solo es físico, si no mental “Necesitas tiempo para entender tu cuerpo, pero no solo externamente, también es entender tus emociones, el saber cómo las gestionas. Desde pequeños nos han capado, no nos han enseñado a comunicarnos y lo primero que hacemos aquí es conectar a la gente consigo mismo. Antes de construir hay que deshacer todo lo mal aprendido que se trae y de ahí comenzar a escribir, con placer”.

EL PSICÓPATA QUE HAY EN TI

Pero Arturo Bernal no solo se dedica a la docencia desde su escuela, además ayuda a sus ex alumnos a forjarse un camino “Es una necesidad” nos dice “Intentar hacer un puente con los alumnos” abriéndoles una primera puerta hacia el terreno profesional, proporcionándoles una herramienta desde la que experimentar y exponerse frente al público y así nació Yo, psicópata “Todo empezó con un grupo de ex alumnos con los que decidimos comenzar a contar algo. Nos metimos en un proceso de bufón clásico, propusimos un tema desde el que construir que era la violencia estructural y a partir de ahí comenzaron a salir sus verdaderas querencias y necesidades que es hablar de uno mismo porque, aunque intentas jugar a ser otro, tú siempre estás ahí”.

La historia es una invitación a una fiesta en la que seis psicópatas se reúnen en casa de uno de ellos para dar rienda suelta a sus obsesiones, sin restricciones ni tabúes. La mujer, la familia, la sociedad o la religión son algunos de los temas que se abordan desde un ángulo que promete comprometer y remover al público “Esta obra es una excusa para hablar de comportamientos psicopáticos que tenemos todos, que se han convertido casi en una necesidad para poder vivir en esta sociedad de tiburones”.

La tragicomedia es el vehículo desde el que la obra se construye, una propuesta de la que Bernal nos adelanta que “Uno al verlo, si no está acostumbrado a ver teatro, puede pensar que no hay estructura dentro de la obra, son seis personas que hablan, que se mueven y que cantan y que juegan, donde expian los pecados y, al mismo tiempo, hacen en ese espacio lo que en sociedad no podrían hacer: Sacar sus traumas. Ellos pasan por situaciones dramáticas, pero desde un lugar donde no se sabe si es verdad, si es mentira, si es sincero o artificial y generan un espacio bastante agresivo con el público” dice su director buscando que el público se sienta tocado “Exploramos el lugar de la corrección, de la libertad individual y de la permisividad, el espectáculo va un poco por ahí, en mirar cuáles son los límites que cada uno de nosotros nos imponemos”. Con lo que regresamos al tema inicial de nuestro encuentro con Arturo Bernal, la lucha por una nueva manera de entender el teatro “Es el inicio de una corriente artística, pero es verdad que a mí me obsesiona bastante porque uno pretende llegar a cuanto más publico mejor, intentar que no sea algo elitista, que no sea intelectual, intento hacer llegar a la gente a un lugar donde se libere” nos dice cerrando, de alguna forma, el círculo de esta conversación “Pero hay que asumir que hay a un público al que no le va a gustar y otro que está comenzando a educarse”.

José A. Alba / @joseaalba

Fotos Mariano Neyra Rimar y Ángel Martín

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