Aurora Sánchez y Sara Vega nos esperan en el escenario de la mágica sala Cándido Lara del Teatro Lara. Son dos de las actrices que interpretan a madre e hija en La madre que me parió. La comedia, que lleva ya siete temporadas en cartel, está dirigida por Gabriel Olivares y escrita por Ana Rivas y Helena Morales.
Tenemos la suerte de poder subir al escenario y dejarnos llevar por la atmósfera que crean los focos y la escenografía. De repente, nos encontramos en el lujoso baño de un restaurante. Puertas afuera, se está celebrando un bodorrio. El público todavía no se encuentra en sus butacas pero, otro tipo de público, el que ahora lee esta entrevista, aguarda silencioso.
Sara Vega comenta lo feliz y afortunada que se siente al trabajar junto a estas «pedazo de actrices» y tener a Aurora Sánchez como madre de ficción pero, también, «como madre del teatro, porque estoy aprendiendo muchísimo con ella». A todo esto, Aurora Sánchez, se emociona con las palabras de su compañera y añade riendo: «Tiene que quedar bien con su madre, claro, es mi hija… La tengo muy bien educada».
Entrevista a Aurora Sánchez y Sara Vega
¿Cómo está siendo la experiencia de trabajar en esta obra?
Aurora Sánchez: Pues una sorpresa porque está durando mucho. Cuando empezamos no nos imaginábamos que íbamos a estar seis temporadas. Con el parón de la pandemia, además, lo que he notado es que la gente está loca por pasárselo bien y reírse. Eso se nota mucho, tanto en la afluencia de público como en lo que te comentan luego, por ejemplo: «Qué bien, hacía mucho tiempo que no me reía tanto…».
Sara Vega: Sí, es mi tercera temporada y este año lo estoy disfrutando más que nunca porque, como dice mi madre —yo a Aurora ya la llamo mi madre—, la gente tiene muchas ganas de reírse y cada función es una sorpresa.
La mayoría de las escenas son plurales con muchos personajes encima del escenario durante bastante tiempo. ¿Fue un reto desde el punto de vista interpretativo?
A.S. Un gran reto. Requiere mucha energía, estar muy despierta y muy atenta porque hay cosas que van muy picadas. Es importante que estemos entre todos muy bien coordinados, como un reloj, que todo vaya con melodía. No es fácil hacer reír. Tú puedes estar ese día mejor o peor anímicamente pero tienes que mantener el listón alto, porque si no la obra se cae, como pasa con toda comedia. Hay que mantener una gran energía todo el rato para sostener ese ritmo de cosas frenéticas que pasan.
S.V. Sí, estar muy conectadas entre nosotras y escucharnos muchísimo. La escucha es fundamental en la comedia, en cualquier obra, pero en la comedia es matemática.
A.S. Claro, hay que estar muy atenta porque te puedes adelantar o retrasar y ya no entras a tiempo, lo que provoca que la evolución de las diferentes situaciones o chistes no encajen.
Aurora Sánchez: «Siempre me voy del teatro mejor que como he llegado»
Tenéis que estar muy atentas a vuestros compañeros pero, también y muy importante, al público.
A.S. Sí, con el público siempre.
S.V. Hay que escuchar también al público, cada función es diferente, cada persona reacciona a algo de formas distintas. A mí el público no para de sorprenderme.
A.S. Quien está encima del escenario tiene que amoldarse a los espectadores; ellos han venido y han pagado una entrada para ver algo y tú lo tienes que hacer, tienes que comunicarte con ellos, escucharlos, saber cómo vienen y cómo están reaccionando en esa función en concreto. A veces tienes que imponerte, porque entre carcajada y carcajada tú tienes que seguir con la historia, porque si no te puedes pasar allí tres horas. Hay que saber hacerlo.
S.V. Después de la función acabamos reventadas por esa escucha constante con el público, sobre todo, cuando es un público que no para de reír. Es maravilloso.
A.S. Sí, por eso decía que se necesita mucha energía para hacer la comedia y, con cierto tipo de público, más energía todavía.
S.V. Es una satisfacción salir de aquí sabiendo que has hecho reír a tanta gente.
A.S. Siempre me voy del teatro mejor que como he llegado. Es un intercambio de energía y el público son muchas personas. Si sabes aprovecharlo, te vas cargada de energía a casa.
S.V. ¡Qué bonito y qué verdad! A veces vienes con un día un poco cruzado y al terminar la obra sales muy contenta. Sobre todo de ver a la gente tan feliz.
¿Cuál es la escena con la que más disfrutáis de la obra?
A.S. La verdad es que está bastante repartido, no lo tengo muy procesado. Cada función se va viviendo y sintiendo. Disfruto mucho con la escena de las madres pero también con Sara, la escena que tenemos las dos, que ha ido creciendo cada vez más. La escena en la que estamos todos… ¡es una locura! ¡es muy divertida!
S.V. ¡La escena del baile! ¡Me lo paso muy bien contigo!
A.S. ¡Sí! (ríe) El baile del final.
¿Cómo es la relación que tienen vuestros personajes?
A.S. Mi hija es completamente independiente, tanto que está sola. Como cualquier madre, mi personaje no quiere que su hija esté sola e insiste para que se busque a alguien. Es la madre que tiene que dejar «colocada» a su hija. Y a la vez también siente envidia, porque ve la vida que se ha montado y que ella, en su momento, no pudo. Mi personaje se cuelga siempre las medallas de haber tirado del carro de la familia y siempre está protestando por su marido.
S.V. Al final, las hijas terminan pareciéndose a las madres en algo, ¿no? Rechazamos muchas cosas de ellas pero acabamos repitiendo los mismos patrones. Es muy bonito porque es algo que se ve muy claro. Mi personaje se da cuenta de eso.
A.S. Son personajes que están muy bien definidos. Las madres, las hijas, las relaciones entre ellas… Es una muestra de la realidad, de nuestra sociedad. Yo no creo en los absolutos, quizá las hijas acaban pareciéndose a sus madres en ciertas cosas, pero no en todo. La realidad que vive una madre no es la misma que vive la hija, pero la genética manda mucho también. Además, al final, las madres acaban haciendo caso a sus hijas, porque se dan cuenta de que estas están ya más actualizadas que ellas y acaban haciendo caso de sus consejos.
¿Qué mensaje transmite La Madre que me parió?
A.S. Que nos peleamos mucho por estupideces, que a veces no hay una buena comunicación. Que, muchas veces, lo que despotricas de tu madre lo haces tú y no te das cuenta. En una comedia como esta, se ve la diversidad que hay de madres e hijas y cómo nos complicamos las cosas por convenciones sociales…
S.V. También habla de esa dependencia tan grande que hay entre ellas.
A.S. Sí, a veces te quejas de que tienes que ir a verlos, pero al final tus padres están siempre ahí para ti y, cuando se van, te dejan un vacío muy grande, porque son tus referentes más directos.
S.V. Es muy bonito ese momento en el que te das cuenta de que, pase lo que pase, tu madre siempre va a estar ahí. Mucha gente al terminar nos dice: «Este personaje es idéntico a mi madre, a mi tía, a la madre de una amiga…».
A.S. Los hijos son para toda la vida. Esta obra es un reflejo divertido, un poco loco e incluso, a veces, algo exagerado de nuestra realidad.