EN EL TEATRO MARÍA GUERRERO

Beatriz Jaén: «La amistad es nuestra fuerza vital, por eso es tan importante valorar y cuidar nuestras amistades»

El Centro Dramático Nacional estrena por primera vez ‘Nada’, la adaptación teatral de la novela cumbre de Carmen Laforet

Bea López

La dupla Beatriz Jaén y Joan Yago estrena ‘Nada’, la adaptación teatral de la novela de Carmen Laforet.

La dupla Beatriz Jaén y Joan Yago regresa de nuevo a la escena, tras el gran éxito cosechado con Breve historia del ferrocarril español, y lo hace con Nada, la primera adaptación teatral del Centro Dramático Nacional de la obra maestra de Carmen Laforet. Una obra literaria imprescindible que acerca la historia de todas esas mujeres que se atrevieron a desafiar la norma en una España asfixiada por la posguerra y por el yugo de la dictadura.

El espectáculo protagonizado por un elenco de diez actores se podrá disfrutar desde el 8 de noviembre hasta el 22 de diciembre en la Sala Principal del Teatro María Guerrero.

Nada, de Carmen Laforet: una novela que lo cambió todo

La publicación de Nada ,en 1944, adquiere una importancia histórica que no puede pasarse por alto. Se trata de la primera novela escrita por una mujer que constituye una antítesis de la literatura rosa que imperaba en aquellos años. Con esta obra Carmen Laforet logró, junto a novelistas como Camilo José Cela o Rosa Chacel, marcar un nuevo rumbo en la narrativa española que era totalmente distinto al oficial, propuesto por las autoridades.

La novela fue ganadora del primer Premio Nadal y la ópera prima de una jovencísima Carmen Laforet. Este reconocimiento suscitó un abrumador entusiasmo en una grandísima parte de la crítica del momento por distintas razones destacables: la calidad del libro, el testimonio desgarrador de la difícil realidad sociohistórica de aquella época, el análisis psicológico profundo de los diferentes personajes y la sensibilidad y expresión madura de una escritora de tan solo 23 años.

Para muchos la novela llegó a ser considerada un símbolo de las consecuencias que la Guerra Civil y el poder opresivo de la dictadura franquista tuvieron en la ciudadanía. Carmen Laforet ofrece una visión crítica de la sociedad de su época que destaca especialmente por su neutralidad política. Una decisión de la autora que parece responder a la necesidad de Carmen de valorar más a las personas concretas que las ideologías políticas.

‘Nada’: una novela moderna y rompedora con una protagonista revolucionaria

A veces un gusto amargo

Un olor malo, una rara

Luz, un tono desacorde,

Un contacto que desgana,

Como realidades fijas

Nuestros sentidos alcanzan

Y nos parecen que son

La verdad no sospechada…

Estos versos del poema Nada, de Juan Ramón Jiménez, son el lema de la obra y la razón de su título.

En Nada acompañamos a Andrea, el personaje principal de la novela, quien no es realmente la protagonista de los hechos, sino observadora y testigo, papel del cual ella es perfectamente consciente: «Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora».

Sin embargo, esta joven de 18 años, que llega desde la provincia a Barcelona con el deseo de cumplir sus ilusiones, experimentará un doble viaje iniciático tanto físico como interno, que le hará madurar y encontrar su propia identidad. Como resultado de su proceso madurativo Andrea escribirá este relato, mostrando que lo que en su día creyó que no era nada lo cambió prácticamente todo.

Carmen Laforet recibió en 1944 el primer Premio Nadal por ‘Nada’, su ópera prima.

La importancia de la amistad sobresale en la novela y el encuentro de Andrea con su amiga Ena será decisivo en su vida futura. Por el contrario, Andrea se muestra bastante distante respecto a las relaciones amorosas y los hombres. Para ella la sexualidad desvinculada al amor le resulta brutal, pero el amor más romántico y convencional tampoco le satisface.

La novela, escrita en primera persona, está llena de referencias a la búsqueda de la liberación y la posibilidad de una nueva vida. Además, es posible encontrar diferentes huellas de la experiencia vital de Carmen Laforet en la obra e identificar varias similitudes entre ella y la joven Andrea, siendo una de las más significativas la escritura de la novela dos años después de trasladarse la autora de Barcelona a Madrid, de enero a septiembre de 1944.

‘Nada’, de Carmen Laforet, llega por primera vez al Centro Dramático Nacional

Con motivo del estreno absoluto en el Teatro María Guerrero de la adaptación teatral de Nada, desde Teatro Madrid hemos conversado con la directora Beatriz Jaén y el dramaturgo Joan Yago sobre los retos de su nueva colaboración para llevar a escena una de las novelas más importantes de la literatura española del siglo XX.

Volvéis a trabajar juntos después de Breve historia del ferrocarril español, un gran éxito que ha estado dos temporadas en cartel. ¿Cómo os sentís con esta nueva colaboración?

Beatriz Jaén: Estupendamente porque tenemos una relación maravillosa, muy creativa y en la que nos estimulamos mucho mutuamente en lo artístico. Estoy muy feliz de volver a colaborar con Joan.

Yoan Yago: Cuando trabajamos juntos en el espectáculo Breve historia del ferrocarril español no nos conocíamos; Alfredo Sanzol nos emparejó y nos puso uno al lado de otro a trabajar juntos. Y salió muy bien porque nos entendimos mucho. Compartimos un sentido del humor y del espectáculo y una certeza de poner a los actores y las actrices en el centro. La posibilidad de que este bonito encuentro tenga una segunda parte me puso enseguida muy contento.

«Compartimos un sentido del humor y del espectáculo y una certeza de poner a los actores y las actrices en el centro»

Esta vez os une la adaptación teatral de una novela capital de la literatura española del siglo XX. ¿Por qué Carmen Laforet y por qué en este momento?

B.J.: Lo raro es que no hubiera habido antes un montaje sobre Nada. Carmen Laforet es una escritora brillante y estoy enamorada de sus novelas tanto de Nada como La insolación y La isla y los demonios. Ella es una escritora que va mucho mas allá de Nada. Pero es verdad que esta novela es un antes y un después en nuestra literatura.

J.Y.: Seguramente no es un buen momento; es tarde. El mejor momento hubiera sido hace tiempo. No puede ser que una de las novelas más importantes de la literatura del siglo XX, y una de las obras más importantes para entendernos como sociedad, haya tardado tanto tiempo en llegar a un escenario del teatro publico español.

B.J.: Sí, porque es una historia que nos habla de la amistad de dos mujeres, que en el caso de Andrea se va a ver impulsada por esta amiga que conoce en la universidad, de su misma edad con quien va a encontrar la salida de ese mundo tan desolador que es su casa. Un espacio un asfixiante y lleno de una miseria brutal debido a la guerra civil española. Cuando su amiga Ena le ofrece viajar a Madrid e irse con ella al final de la novela, ella se va; es su salida, su manera de salir de ese mundo. Y qué importante fue esta historia y el estilo con que está contada. El estilo de Carmen es de una delicadeza y de una maestría brillantes.

¿Cómo recordáis vuestro primer contacto con la obra y cómo habéis vivido este profundo reencuentro con el texto para crear el espectáculo?

B.J.: Cuando la leí la primera vez con 16 años en el instituto lo que sentí fue una grandísima cercanía con la protagonista; esa mirada cómplice que yo sentía como una amiga. Luego cuando la he vuelto a leer ahora, teniendo el reto por delante de traerla a escena, lo que me ha enamorado es todo el universo de Carmen Laforet. Eso me ha tenido encandilada. Siento una admiración profundísima por ella. Me parece que es de las mejores escritoras que tenemos. Desde ahí he entendido mucho más; he podido entrever todas las capas de la novela. Ahora me ha llegado mucho más el dolor, la violencia, esa necesidad de acogerse a algo de la protagonista. Ella necesita agarrarse a algo para que sus sueños permanezcan vivos. Y ahí sus amigos y su amistad con Ena se vuelven pieza clave. Ese grito generacional no lo había entendido tanto en la primera lectura.

‘Nada’ huye de las relaciones amorosas convencionales para mostrar la amistad especial entre dos jóvenes que cambiará sus vidas.

Es ahora cuando he podido entender esos dos mundos: el mundo de los adultos atravesados y atormentados por la Guerra Civil y una posguerra desoladora y desgarradora de la que hablaba Francisco Ayala. Y Andrea es esa joven de 18 años que tiene que seguir viva y seguir adelante y abrirse paso entre los escombros. Me ha desgarrado mucho más la novela; me ha atravesado por entero.

J.Y.: Yo recuerdo que la novela me gustó muchísimo cuando la leí con 16 o 17 años y, evidentemente, no la había vuelto a leer hasta hace poco. Recordaba Barcelona y la relación de Ena y Andrea, esta llamada amistad amorosa, esta relación confusa para las propias protagonistas. Entonces pasé por alto el que para mí es uno de los grandes temas de la novela que es la herida silenciosa de la guerra. De alguna manera en mi primera lectura adolescente no supe valorar la maestría de Carmen Laforet del retrato que hace siendo una novela que, sin decir nada sobre la Guerra Civil, explica de una manera magistral el trauma que ha dejado en los ciudadanos. Además de la belleza con la que Carmen describe las atmósferas, los personajes, los preciosos cielos de la novela. La explicación de esta primera crisis existencialista que tiene el personaje al entrar a la vida adulta, la decepción con el amor, la familia. Es casi increíble que la novela la escribiera una autora tan joven y fuera su ópera prima.

Carmen Laforet, sin decir nada sobre la Guerra Civil, explica de una manera magistral el trauma que ha dejado en los ciudadanos.

Joan, ¿cómo has vivido todo el proceso de creación de la dramaturgia?

J.Y.: Es un poco extraño porque mi sensación primero fue de muchísimo miedo y una vez acepté y entré al juego tengo la sensación de que ha sido un proceso que, sin duda, ha tenido momentos de dudas y de descartar, pero, en general, ha sido muy placentero y muy de dejarse guiar por la novela y por el personaje de Carmen Laforet. De entender un poco, suponer, lo que habría hecho ella. Finalmente, no ha sido tan difícil. Ha sido divertido, agradable, bonito. Ahora la novela ya va a formar parte de mi vida para siempre.

Andrea no es la protagonista de los hechos que suceden; ella es observadora y testigo. ¿Cómo habéis abordado esta mirada narrativa desde la dramaturgia y desde la dirección?

B.J.: Justamente hemos querido ser respetuosos con esa mirada que propone Carmen de una joven que narra lo que ve como una espectadora. Por este motivo, la adaptación tiene una carga muy potente de narración. Andrea narra mucho durante la puesta en escena, pero sin dejar de mantener viva la acción que rodea a esa narración. Los personajes que rodean a Andrea están vivos continuamente y muchas veces arrasan con su narración o la empujan a tener que seguir contando y descubriendo cosas con una mirada de narradora muy despierta y muy viva, para que el público viaje con ella a lo largo de esta historia. Todos nos vamos a sentir muy reconocidos porque cuando uno tiene 18 años siente que no está viviendo nada, pero realmente son los años en los que uno se construye como persona.

J.Y.: A mí me ha sucedido una cosa curiosa y es que me he identificado con Andrea en el tratamiento con la novela. He sido el adaptador de este texto y he tenido claro que yo debía desaparecer. Mi voz, mi opinión no tenían que estar. Evidentemente, la novela no se puede poner en escena tal cual y se tiene que traducir la narrativa al lenguaje del escenario.

Imagen de 'Nada' de Beatriz Jaén y Joan Yago.

El espectáculo protagonizado por un elenco de diez actores se podrá disfrutar desde el 8 de noviembre hasta el 22 de diciembre.

En concreto la voz de Andrea era una gran cuestión. Nuestra primera pregunta fue: «¿Qué hacemos: montamos la obra con una sola actriz y hacemos una especie de largo monólogo interior donde Andrea nos va explicando las cosas que ve desde su punto de vista?» Luego estaba la opción diametralmente contraria: eliminar el monólogo interior y hacer una traducción a drama convencional con cuarta pared en la que solamente viéramos las cosas que suceden. En este caso la actriz que interpretase a Andrea apenas hubiera intervenido en la función, porque Andrea habla muy poco en la novela. Finalmente acabamos llegando a la conclusión de que la manera más respetuosa era la de intentar establecer un bonito equilibrio entre las escenas que están dramatizadas y los momentos en los que Andrea describe, comenta y opina sobre las cosas que ve alrededor. Y este ha sido uno de los grandes retos de la adaptación. Hemos hecho mucho trabajo Beatriz y yo para equilibrar lo escénico con lo narrado.

Andrea realiza un doble viaje iniciático tanto físico como interno que le ha convertido en una de las mujeres más inspiradoras de nuestra literatura. Beatriz, ¿cómo lo has vivido tú como directora?

B.J.: Como el desafío es tal y el miedo y el deseo se entrelazan muchas veces, y la alegría y las inseguridades también viven ahí en una misma, me he acogido mucho a los propios escritos de Carmen, sus pensamientos y su forma que tenía de ver la vida. Ella siempre decía que había que perdonarse todos los días y que había que «sentirse vivir mientras una llega despacio». He encontrado en Carmen Laforet la fuerza que necesitaba para asumir este enorme y precioso reto.

Nada es el título de la obra y una palabra que, desde la pragmática, presenta una potencia de significación extraordinaria. ¿Qué significado ha tenido para vosotros la palabra «nada» a lo largo de la vida?

B.J.: Esta palabra me lleva a una sensación con la que he tenido que lidiar durante muchos años y que ahora puedo entender mejor. Para mí la nada es una reconciliación con lo que uno ha sido, ha hecho, incluso con lo que ha fallado o errado, ha intentado o no ha podido; una reconciliación desde una soledad que uno debe atravesar, repensar, reformular y reinterpretar. Y con ese punto de vista que nos da el tiempo, uno se da cuenta de que esa nada lo es todo. La nada es algo muy del momento presente, pero cuando pasa el tiempo se va volviendo un todo.

Imagen de 'Nada' de Beatriz Jaén y Joan Yago.

En ‘Nada’, Carmen Laforet ofrece una visión crítica de la situación sociohistórica de su época.

Por este motivo, para Carmen Laforet, para Andrea y para mí es muy importante la amistad y esta es una de las razones por las que a mí me toca también tan fuerte esta obra. La amistad es nuestra fuerza vital, por eso es tan importante valorar y cuidar nuestras amistades.

J.Y.: Hay un momento en la novela en que Andrea escucha por primera vez a Román tocar y la novela describe la música de Román como un viaje maravilloso que hace que Andrea vea su propia vida y su propia muerte. Cuando él deja de tocar le pregunta a Andrea qué le he parecido la música y qué ha sentido; ella le responde: «nada». Y, de alguna manera, me siento muy identificado con esta sensación de vacío, que es tan chejoviana de los personajes que no consiguen conectar profundamente o que, en gran medida, romantizan su conexión emocional y su vida interior, pero se sienten vacíos o no lo suficientemente interesantes o profundos.

Precisamente lo bien que explica esta crisis existencial en un personaje tan joven es lo que hace tan interesante a la novela. Yo he conectado muy fuertemente y estoy seguro de que muchos espectadores jóvenes que no estén interesados particularmente en la posguerra española y en Carmen Laforet dirán: «Esto a mí también me ha pasado. Yo también he sido ese posadolescente que se siente vacío, que no es capaz de conectar con el mundo de los adultos, que no entiende la vida y que no entiende lo que tiene que hacer». Me parece uno de los grandes valores de la obra.

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Escrito por

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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