Carlota Ferrer y Darío Facal se enfrentan a lo indescifrable de Lorca en ‘La leyenda del tiempo’

José Antonio Alba

El llamado «teatro imposible» de Federico García Lorca dejó un reguero de obras sobre las que seguir indagando en los escenarios hasta el final de los tiempos. Uno de esos ejemplos es Así que pasen cinco años, terminada de escribir por el artista granadino en el verano del 1931, a su vuelta de su famoso viaje a Nueva York. Ahora, Carlota Ferrer y Darío Facal adaptan esta pieza en La leyenda del tiempo, subtítulo de la obra original y título que encabeza esta versión que se representará del 6 de febrero al 8 de marzo en El Pavón Teatro Kamikaze.

Tras su estreno absoluto a finales del pasado año en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, esta propuesta rica en imágenes se desenvuelve con la mezcla de la música (las partes que se presentan en verso son cantadas), el movimiento y el teatro concebidos para apostar por el carpe diem y la liberación sexual. Todo a partir de un taller que comenzó en septiembre con la intención de iniciar una primera exploración del texto. A partir de ahí, vinieron unos ensayos que han supuesto “un viaje satisfactorio a la vez que desafiante ya que nunca se termina de desentrañar ni de resolver el texto ni la poesía de Lorca”, conclusión a la que han llegado tras varias puestas en escena.

Los síntomas vanguardistas de Ferrer y Facal, creadores destacados en la escena contemporánea más actual, se unen al surrealismo y a las sugerentes imágenes lorquianas, organizando un montaje atractivo por el misterio del tiempo como temática fundamental que atraviese esta historia. De este modo, la dirección y la adaptación se aproximan al miedo del hombre a envejecer y a su obsesión por atrapar el tiempo y por acabar con la espera, temas universales que nos equiparan en algún momento de nuestras vidas. La muerte, los recuerdos en forma de nostalgia y el amor platónico y frustrado también están incluidos de forma poética, desordenada y con un punto de fábula que tanto distingue al autor granadino y del que no se alejan del todo ninguno de los directores.

Diego Cabarcos, Carmen Climent, Conchi Espejo, Joaquín Fernández, Tony Galán, Selam Ortega y Alicia P. Mántaras son el elenco de “rabiosa juventud y frescura” que navega en un presente atemporal, inaccesible e indómito por la imposibilidad de vivirse en plenitud. Además, la cuestión sobre no llegar a ser suficiente hombre, obsesión subyacente del imaginario lorquiano, permanece en esta pieza unido a la homosexualidad, al inmovilismo, a los roles conservadores de masculinidad y feminidad y a la identidad y fluidez de género.

Así, el relato queda expuesto en un juego de personajes sin nombres propios en el que un Joven ha esperado durante cinco años a su prometida, a la que apenas recuerda, pero que simboliza todas sus ilusiones futuras. El conflicto se desata cuando el personaje femenino, la Novia, se rebela contra lo establecido, punto de inflexión que subvierte la idea tradicional del amor, y rechaza al Joven para fugarse con el Jugador de Rugby, personaje que representa el prototipo de la “virilidad descerebrada”, que Lorca consideraba lo más opuesto a sí mismo. Tras el rechazo que sufre, el Joven vuelve sus ojos hacia la mecanógrafa, una muchacha que le amaba en silencio.

“Hemos llegado a una Leyenda del tiempo de entre las múltiples que hay”, explica Facal. Y Ferrer, quien confiesa que quiso dirigir Así que pasen cinco años como proyecto de fin de carrera en la escuela de arte dramático pero que no lo consiguió, completa la intención que han tenido como codirectores: “Particularmente, no me interesa el teatro en el que se entiende todo, sino el que deja abierto unas zonas para que el público tenga que completar. Sin embargo, en este caso, el texto es tan indescifrable a veces que ha habido un gran intento de contar la trama claramente para el espectador, aún dejando un gran misterio que encierran los versos.

La Sala de El Pavón Teatro Kamikaze acoge este espectáculo onírico y metafórico que traspasar al patio de butacas preguntas sobre si la identidad de género es una construcción social, hasta qué punto somos libres y de qué manera nos limitan las convenciones sociales en las que vivimos inmersos en nuestro momento histórico, un tiempo para cuestionarse a uno mismo a través de los demás.

Amanda H C / @ama_i_anda

Fotos Vanessa Rabade

Escrito por
José Antonio Alba
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