Carlota Gaviño: «El teatro no tiene que ser fiel a la realidad sino que tiene que crear una nueva que funcione por sí misma»

José Antonio Alba

La autoficción de Javier Lara llega a su fin. Con el estreno de Delicuescente Eva en el Teatro de la Abadía, se pone punto y final a su trilogía escénica Lo propio. Del 5 de marzo al 5 de abril, la Sala José Luis Alonso acoge el cierre de una historia que comenzó arreglando cuentas con su padre en Mi pasado en B, continuó pensando en la muerte junto a su hermano pequeño en Scratch y ahora desemboca en su hermana mayor y en lo que hay de Eva en él.

Dos hermanos intentan entenderse y quererse, sanando con su pasado común. Les une su vínculo familiar pero también la educación violenta que recibieron y heredaron. Por eso, y a pesar de todo, esta obra es la historia de un hombre que trata de entender, a través de su relación con su hermana, su relación con todas las mujeres y la de dos hermanos que se temen e intentan perdonar con el teatro.

Al trabajo como autor y actor de Javier Lara, se suman en el escenario Natalia Huarte y María Morales. La primera se presenta como un ser natural inexplicable, empático, puro, catalizador de toda violencia y entendimiento. La segunda encarna la figura de su hermana para confrontar, para que el discurso de hermano sea, por una vez, real, propio, y  para no permitir que la función se convierta en “solo una obra de teatro”.

Y si una cosa finaliza, por otro lado, otra acción comienza; el primer trabajo como directora en solitario de Carlota Gaviño para contar un accidente que no deja de suceder, una y otra vez, en lo profundo de un bosque. Es en medio de la naturaleza donde se prolongan imágenes a modo de flashes y de forma onírica, que representan los recuerdos de la infancia y de toda una vida que está próxima a agotarse.

Por lo tanto, esta delicuescencia se convierte en una excusa para dialogar acerca del  frágil vínculo entre el amor, el miedo, la educación y la familia a través de las relaciones y el recuerdo. Así, sobre cómo fueron estos ensayos para conformar esta obra en presente, nos hemos acercado al Teatro de la Abadía para descubrirlo con su directora, Carlota Gaviño.

Teatro Madrid.- ¿Qué personajes femeninos hay en esta obra?

Carlota Gaviño.- En el texto, uno de ellos, se llama Hermana (María Morales) y el otro se llama Eva (Natalia Huarte). Pero, en las escenas, a Hermana también la llaman Eva y las dos son Eva. De alguna manera, en la función, el personaje de Eva no es exactamente la hermana de Javier Lara, del autor, sino que es una Eva como ente delicuescente que recibe a estos dos hermanos que se encuentran perdidos en el bosque, como el catalizador de este encuentro. Ella en la función dice “yo soy después”. Así que, Eva está en un lugar en el que hay algo que ella ya ha atravesado, sin que eso signifique que sabe más que los espectadores o que los hermanos. Esta Eva delicuescente también podría ser los hijos, nuestras hijas, el futuro o también nosotras cuando éramos pequeñas. Además, iconográficamente, en la función, jugamos con la idea de la Eva bíblica. Hay un intento, ni demasiado racional ni intelectual, de reformular a esa Eva en el siglo XXI, la que no siente vergüenza por estar desnuda y que no peca al acceder al conocimiento ni al comer la manzana.

TM.- Al ser un tema tan personal, ¿habéis hablado de hasta dónde poder mostrar en escena?

CG.- Hay cosas que se han pactado que aparezcan y otras que no. Ha habido un respeto aunque no hay ninguna voluntad de ser fieles a la realidad porque sentimos que el teatro no tiene que serlo. No va de eso. Se trata de generar otra realidad autónoma que funcione por sí misma. Sentimos que no le debemos nada a la realidad pero sí la respetamos.

TM.- ¿Qué es lo más fácil y lo más difícil de escenificar cuando se trata de un tema tan familiar y cercano para ti?

CG.- Quizás, lo más fácil sea lo que tiene que ver con la narrativa de las cosas, lo que tiene que ver con contar una historia. Aunque reconozco que es muy difícil transformar una historia en un hecho escénico pero, de alguna manera, es a lo que estamos más acostumbrados. En el espectáculo, hay algunos fragmentos narrativos, de realidad, que esperamos que el espectador pueda identificar como que es una escena familiar. Esa es la parte más accesible. Lo difícil es hablar de cosas que son menos tangibles, de las sensaciones. En el texto, hay una voluntad, una necesidad de mirar hacia la sensación para entenderse y no de mirar hacia las ideas.

TM.- ¿Qué has absorbido de la historia de Javier para dirigirla?, ¿cómo ha sido ese proceso?

CG.- Javi y yo somos amigos desde hace 20 años y tenemos una relación muy íntima y cercana. Compartimos la vida y conocía de antes mucha de las historias de las que habla en la pieza. Y también hay cosas que no sé. No he tenido que hacer una investigación en profundidad sobre el autor. El trabajo ha sido ser capaz todo el rato de dar un paso atrás para intentar colocarme en el lugar del espectador y poder ofrecer la historia a alguien que no tiene que conocer de antes ni al autor, ni la trilogía. La pieza tiene que apelar y hablar del espectador, no de nosotros.

TM.- ¿Cómo es la escenografía de la obra creada por Paola de Diego?, ¿qué nos vamos a encontrar?

CG.- Es un bosque de los recuerdos, infiltrado por la casa de la infancia escondida. El bosque alude al Paraíso de Adán y Eva y al bosque de Hansel y Gretel en el que perderse. El texto habla todo el rato de algo que está allí, en lo profundo, y que podría ser el pasado. Y la naturaleza se ha comido eso que está en el pasado. Además, tiene elementos naturales, reales, como los árboles que tenemos que cuidar cada día, y otros de plástico, que son ficción. Y, a la vez, el espacio convive con la partitura de luz y con el sonido y, así, cambia, se mueve, se transforma cada día.

TM.- “Dos hermanos, intoxicados por la violencia de su educación”. ¿De qué está intoxicado el teatro de nuestros días?

CG.- Es muy difícil diagnosticar el presente y creo que no está intoxicado. Sí que es verdad que hay ideas preconcebidas, una necesidad de que todo sea comprensible, entretenido, que funcione, que vaya muy bien y triunfe en redes sociales, que tenga un compromiso político claro. En definitiva, que todo sea claro y evidente. Creo que hay que perder el miedo a que haya cosas que se nos escapan, que no sabemos, que no podemos contar, que son intangibles y que dependen de nuestro compromiso, de nuestra presencia en el espacio con el público cada día.

Amana H C / @Ama_i_anda

Escrito por
José Antonio Alba
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