A punto de comenzar un nuevo año que corresponde al s. XXI, conmueve hablar de censura como concepto en sí, dando por hecho que hemos avanzado como civilización. La censura y sus diferentes caras, la que se promueve desde la programación pero también la autocensura que se genera desde la creación. La censura política, la censura moral o social, la comercial, la estética, la institucional y un largo etcétera.
Desde estos terrenos pantanosos, una persona creadora con vocación tiene que tener el ánimo no solo a formarse sino a proponer historias innovadoras y defender su trabajo ante un panorama, como vemos, exigente. De ahí, que la iniciativa para hablar de ello en el Congreso de Dramaturgia Contemporánea organizado por la Fundación SGAE tiene mucho mérito. Pongamos encima de la mesa estos desafíos que no son menores para articular lo que será el futuro del teatro.
El teatro, como forma artística, ha sido históricamente un vehículo de resistencia. Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional, así lo ha comentado:
«Tengo mucha preocupación ante la censura y sus mil caras. Estamos siempre al borde de no hacer lo correcto. Animo a los que escriben para rebasar los límites no para cumplirlos»
Alfredo Sanzol
Por su parte, Paz Santa Cecilia ha destacado el poder del teatro como «un altavoz que amplifica la realidad», capaz de cuestionar nuestras realidades y proponer nuevos escenarios posibles. En su intervención, enfatizó dos aspectos cruciales para el futuro del teatro: la descentralización del talento, donde cada vez podemos disfrutar de obras de creadores más allá de los ejes Madrid-Barcelona, y el incremento de autoras. Estas cuestiones son especialmente relevantes en un contexto donde el teatro sigue siendo un reflejo de las transformaciones sociales.
Ecos y rupturas: la dramaturgia del presente y su diálogo con la historia
Alberto Conejero ha hecho una denuncia contundente sobre la escasa presencia de dramaturgos españoles en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). En su intervención, Conejero ha apuntado que los dramaturgos españoles, a menudo, «están en una situación residual» en eventos como el comentado, donde se abandera la creación española a nivel literario. Ha destacado también el fenómeno de la «hibridación de las poéticas escénicas», un fenómeno creciente donde las fronteras entre distintas disciplinas (danza, circo, teatro de objetos…) se diluyen. «La dramaturgia está cada vez más presente en la creación escénica», ha señalado, reflexionando sobre la necesidad de adaptarse a un mundo donde la imagen predomina.
Conejero también ha abordado la precariedad que afecta a los dramaturgos contemporáneos, destacando la falta de oportunidades para los autores emergentes.
«Los autores vivos necesitamos competir con todos los autores de la historia»
Alberto Conejero
Ha comentado Conejero, refiriéndose a la constante nostalgia por el repertorio clásico y la escasa presencia de nuevos trabajos en los teatros públicos. En este sentido, Conejero ha instado a los responsables de programación a dar más visibilidad a las obras de autores actuales, abriendo el espacio a la diversidad de voces y propuestas.
Escribir en el límite: nuevas voces y la responsabilidad social del teatro
En la mesa titulada Escribir en el límite: la dramaturgia como búsqueda en tiempos de transformación social y cultural, los ponentes han reflexionado sobre el teatro como una forma de resistencia ante los tiempos acelerados. Ernesto Caballero ha defendido la idea del teatro como «responsabilidad social», subrayando su poder transformador. Para Lola Blasco, el teatro es «un lugar de resistencia frente a la aceleración de los tiempos», un espacio donde se puede replantear el sentido de la representación en un mundo donde la urgencia y la superficialidad parecen dominarlo todo.
Por otro lado, María Goiricelaya ha compartido su enfoque sobre la escritura como un proceso de «navegar en los grises», donde la incomodidad se convierte en un motor de reflexión y crítica.
«Dialogar con la incomodidad me parece crucial para generar reflexión y crítica en la obra que escribo»
María Goiricelaya
Goiricelaya también ha abordado la problemática de la «censura líquida», refiriéndose a las dificultades que enfrentan ciertos trabajos al ser considerados más polémicos o incómodos para ciertos sectores. «Creo que es importante que se dé presencia a la gente joven y dar oportunidad al talento emergente», ha señalando, sugiriendo que uno de los caminos para revitalizar el teatro es apostar por las nuevas voces y dar espacio a los proyectos de los autores más jóvenes.
La risa como herramienta de reflexión
En cuanto a la evolución de la construcción de los personajes en el teatro contemporáneo, Ana López Segovia y Patxo Tellería han ofrecido sus diferentes visiones. López Segovia, conocida por sus adaptaciones de mitos literarios, ha explicado: «Recojo mitos de la literatura universal y los traigo a lo contemporáneo. Supongo que en el fondo me gusta ver la parte mágica y fantástica de la realidad». Esta mirada, que mezcla lo clásico con lo moderno, refleja cómo el teatro sigue siendo un lugar para reinterpretar la realidad.
Patxo Tellería, por su parte, ha compartido su enfoque más personal sobre la creación de personajes. «Siempre he sido yo el personaje. Reírme de mí, me permite reírme de vosotros y de nosotros mismos».
En otro ámbito, el humor también ha sido un tema central, con ponentes como Juan Carlos Rubio, que ha subrayado «no entiendo el teatro sin humor». Denise Despeyroux ha aportado una visión más filosófica: «La verdadera seriedad es cómica», citando a Nicanor Parra, y ha defendido la importancia de la ironía, especialmente aquella que no busca soluciones fáciles ni respuestas definitivas.
Nuevas narrativas: entre la libertad y la necesidad de producción
La discusión sobre las estructuras narrativas contemporáneas ha estado marcada por intervenciones como las de Paco Bezerra, que ha afirmado que no es «desafiante en la forma, sino en el fondo». A diferencia de otros dramaturgos que se sienten atraídos por la innovación formal, Bezerra se mantiene fiel a la estructura aristotélica.
Carol López, dramaturga y directora, también ha compartido su visión sobre el proceso creativo, destacando la importancia de jugar en la sala de ensayo para terminar de configurar la obra escrita. Para ella, la libertad creativa es esencial, pero siempre está marcada por las restricciones de la producción.
«La palabra clave de los límites es la libertad. La libertad te la va acotando una serie de necesidades de producción»
José Ramón Fernández
La precariedad del sector y las restricciones económicas, especialmente en el ámbito de las compañías jóvenes, son desafíos a los que se enfrentan los dramaturgos de hoy. A pesar de todo, el teatro sigue siendo una forma de resistencia y reflexión fundamental en tiempos de transformación social y cultural.
El Congreso de Dramaturgia Contemporánea ha dejado claro que, a pesar de los retos y las incertidumbres, la dramaturgia sigue siendo un espacio vivo y en constante evolución, donde la innovación, la reflexión y la crítica son motores esenciales en la creación teatral.