Extremo es un thriller basado en un texto de William Mastrosimone, adaptado y dirigido por Juan López-Tagle. La obra plantea un debate moral muy importante en la sociedad de hoy en día sobre la violencia sexual. Claudia Galán y Javi Hernández son los protagonistas del montaje que estará en cartel en el Teatro Lara hasta el 23 de julio. Para llevar esta propuesta a escena, los actores tuvieron que enfrentarse a la verosimilitud de los hechos reales en los que se basa el texto.
Frente al escenario, el espectador adquiere el papel de juez y condena inevitablemente lo que se le presenta sobre las tablas, pero con impotencia. Es la sensación que podría sufrir también una víctima de agresión sexual.
TeatroMadrid ha hablado de todo ello con Claudia Galán y Javi Hernández, en una entrevista que puedes ver completa en el canal de Instagram de TeatroMadrid.
Extremo es un thriller y, como tal, tiene una intensidad latente de principio a fin. ¿Cómo conseguís mantener esa tensión durante toda la obra?
Claudia Galán. Es un trabajo emocional importante. Exige mucho físicamente; al principio lo notábamos más, luego ya nos hemos ido entrenando. Y para poder mantener la tensión, la base ha sido un trabajo minucioso, momento a momento.
Javi Hernández. Sí, estoy de acuerdo. Y yo creo que la base principal y por lo que estoy tan contento del resultado es por la confianza y el amor con el que hemos trabajado. En general, todo el grupo; pero en particular, para la primera escena, esa confianza y ese amor que nos hemos dado los dos, ha hecho posible que pudiéramos representarla de una manera tan dura y tan real porque creíamos que era imprescindible.
¿Cómo creéis que esta obra puede ayudar a prevenir, a concienciar, sobre la violencia sexual?
C.G. Juan López-Tagle, nuestro director, siempre dijo que no quería aleccionar o tratar de subestimar la inteligencia del espectador. El objetivo era más provocarle, sacudirle. He escuchado algún comentario tipo “las cosas van bastante bien”, y creo que la violencia sigue vigente y es muy importante no acomodarse, seguir haciendo un acto de conciencia permanente.
¿Cómo se trata el poder dentro del montaje?
C.G. El poder lo tengo yo durante la obra por un despiste del personaje de Javi, pero en el día a día, normalmente lo ejerce el hombre sobre la mujer. Mi personaje consigue zafarse e inmovilizarlo, pero esa situación en la vida real no se da normalmente ni en estos casos ni en una conversación donde haya un maltrato psicológico. Lo que quiero decir con ésto es que normalmente yo creo que la mujer no siente ese poder que se da en escena.
J.H. Hay una frase que dice mi personaje cuando ella me tiene atado y amenazado: “Tranquila, tú eres el macho ahora, no tengas miedo”. Es el concepto que estaba comentando Claudia: el hombre no tiene miedo porque tiene el poder. Yo lo digo y se me ponen los pelos de punta porque él ahí, en ese momento, también la está manipulando para sacar información. Es muy fuerte y da qué pensar.
Os habéis apoyado en la asociación MUM para ver casos reales. ¿Qué impacto ha tenido esto en el proceso creativo?
J.H. Es un tema tan delicado y el texto estaba escrito hace tantos años por un hombre, que queríamos estar seguros. Sabíamos que la obra iba a remover y, de hecho, el teatro está para remover. Pero necesitábamos a alguien que desde fuera nos diera un punto de vista diferente al que tenemos nosotros como intérpretes para intentar no herir alguna sensibilidad.
C.G. Hemos estado muy bien asesoradas. Y, sorprendentemente, nos decían que nos estábamos quedando cortos.
J.H. Y situaciones que a lo mejor desde fuera a mí, como hombre, me parecían un poco duras —como por ejemplo que una amiga dude de otra amiga en un momento tan duro—, ellas nos decían que eso pasa a veces y está bien contarlo para hacer énfasis en estas críticas.
C.G: Sí, esto pasa, es una situación extrema y no tenemos la culpa. Tenemos el machismo dentro desde que nacemos.
Lo legal y lo ético a veces van a ritmos descompasados ¿Cómo lo habéis vivido dentro de vuestros personajes?
J.H. Sí, yo no me he querido implicar demasiado con el personaje. Nosotros como actores muchas veces intentamos justificar a los personajes, incluso a los que cometen actos con los que nosotros no estamos nada de acuerdo. Siempre intentamos buscar una justificación de por qué lo haría; al final tenemos que defender ese personaje por más que nos cueste. Pero en este caso, yo no me he metido en su cabeza. La metodología de Juan [el director] me ha ayudado mucho para encontrar cuáles eran las acciones del personaje. Hay un momento en el que está intentando sobrevivir; pues yo como actor me centraba más en eso que en la línea de pensamiento del propio personaje porque no quería meterme ahí. Ha sido complicado porque al principio recibes el papel de un violador. Y tienes mucho miedo de caer en el cliché de cómo es un violador; y ahí encontramos la dualidad de ese personaje que en algunos momentos se hace el bueno, y en otros, aparece la bestia.
C.G. Es un tema tan delicado, que yo, gracias a la vida, no he tenido experiencias como la de mi personaje. Pero sí es verdad que, como mujer, tengo un registro de experiencias más o menos desagradables a lo largo de toda mi vida, que me han generado impotencia, rabia, miedo,… Yo también me he centrado mucho en la acción presente, más allá de meterme en algo concreto de mi vivencia; pero ese sentimiento lo tengo en mí. No sabría decirte qué mujer no lo lleva ya consigo, ¿no?
Sí, sigue sorprendiendo la cantidad de casos que hay al respecto y que, por desgracia, no se les pone toda la atención que se debería. ¿Por qué recomendaríais al público ir a ver Extremo?
C.G. Bueno, como espectadora y como actriz me gusta que me incomoden, que me provoquen. Es lo que me interesa de la cultura, del teatro, de ser actriz. Yo quiero también provocar y que la gente se vaya pensando, que haga un acto de conciencia.
J.H. Estoy totalmente de acuerdo. Aparte de esto, que es lo más importante, no estamos acostumbrados a ver thrillers en teatro. Un comentario que me han hecho muchos amigos es que la obra se pasa volando, que entras dentro de la historia, que te sientes partícipe, que te hace reflexionar: “¿Que harías tú en este momento?”. Además, es un tema de actualidad en el que todos al final tenemos que poner de nuestra parte.
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