Hace un día soleado en Madrid, y he quedado con varios de los integrantes de Dimensión Vocal en una cafetería. Pienso que es uno de esos días en los que todo está a favor. Hace bueno, la gente parece alegre, más amable. Pienso si estos artistas también me parecerán así. Dejo de pensarlo al minuto de conocerlos, porque aunque lloviera e hiciera un día gris, creo que me parecerían igual de simpáticos. Igual de cercanos. Igual de divertidos. Y, por supuesto, igual de sabios (porque saben muchísimo, y encima lo saben contar entre risas).
Dimensión vocal está formada por unas veinte personas, entre el elenco (los varios elencos, como después leerás) y el equipo creativo. Y me encuentro con cuatro: Luis León, Guzmán Yepes, Shathu Entayla y David Pérez-Bayona. Más que suficiente para tener un largo encuentro (sí, vas a leer una entrevista larga), y perfecto para que la charla sea… una gozada.
Qué maravilla descubrir a un grupo de artistas tan humildes, tan generosos, tan divertidos y tan honestos. Qué suerte tenemos de poder disfrutarlos con su espectáculo Con la boca abierta en el Teatro Lara el 13 de abril, el 11 de mayo y el 8 de junio (llegarán más fechas, llegarán).

Dimensión vocal
Contadme cómo nace Dimensión vocal.
Guzmán Yepes: Esto nació hace… puede que once o doce años. Estábamos en la Madrid Youth Orchestra con la directora Silvia Sanz y cada uno tocábamos instrumentos.
¿Tú qué instrumento tocabas?
Guzmán: El trombón. Y en los descansos de la orquesta, empezamos a querer cantar, porque queríamos seguir haciendo música, pero cosas que no fueran tan orquestales. Luego ya se metió el beatbox. Estuvimos un tiempo siendo un grupo aficionado, y en la pandemia nos convertimos en empresa, en compañía. Y eso fue gracias al impulso de Luis León.
¿Y cómo os lanzasteis a crear una compañía justo en la pandemia, en un momento en el que estábamos en casa y no sabíamos cuándo acabaría eso?
Luis León: Pues por aquel entonces, cuando estábamos en nuestras casas, aunque no sabíamos muy bien qué hacer, sí teníamos tiempo para decidir. Y nos pusimos a cocinar esta idea. A mí me encanta también la producción, el emprendimiento cultural. Y cuando entré en Dimensión vocal pensé que se podía hacer algo más grande con el proyecto. Que la parte puramente musical, que es el corazón de lo que hacemos, se podía mezclar con una parte teatral. Porque dentro de los integrantes del grupo hay gente muy musical, de instrumento, de formación de conservatorio, pero también hay gente que viene del teatro musical y del teatro. Así que juntamos esos dos mundos. El término más sintético con el que podríamos resumir lo que hacemos es: teatro musical a capela.
Dentro de los integrantes del grupo hay gente muy musical, de instrumento, de formación de conservatorio, pero también hay gente que viene del teatro musical y del teatro.
¿Y por qué se llama Dimensión vocal?
Guzmán: Hubo varios nombres en el origen, pero Dimensión vocal surgió de repente y nos gustó porque hace referencia a lo vocal, obviamente, y porque suena bien.
Decíais que esto surgió en los descansos de una orquesta. Vamos, que vosotros no sabéis parar. ¡Os ponéis a crear hasta cuando toca descansar!
Luis: Creo que es que hay una cosa adictiva en la música a capela. La voz es el instrumento básico, el instrumento por antonomasia, el único instrumento con el que nacemos todos los seres humanos. Y hay algo muy especial cuando se acompasan y se empastan varias voces. Es una experiencia difícil de explicar. Y es adictivo.
Lo que me parece complicado es saber tocar un instrumento y, además, saber cantar.
David Pérez-Bayona: La verdad es que es algo curioso, porque al final los procesos vocales son muy diferentes a los de un instrumento, que es un elemento externo. Con la voz, funcionamos con nuestro cuerpo y dependes de haber descansado bien, de tener un buen día, de muchas cosas. Tiene algo muy emocional, porque parte de nosotros mismos, de nuestra escucha, de nuestra empatía.
¿Qué instrumento tocas tú?
David: Soy flautista. Y es que no tiene nada que ver tocar Mozart con cantar «I will survive», o un medley de bandas sonoras, solo armonizando voces con unos locos que han hecho un arreglo brutal. Y, encima, teatralizarlo y contar una historia. Es un concepto muy distinto de lo que entendemos, en general, por música.
Shathu, tú eres uno de los beatboxers de la compañía. Cuéntanos cómo llegas hasta aquí.
Shathu Entayla: Yo me formé en teatro musical en la RESAD, pero llevo haciendo (y descubriendo) soniditos desde que tengo seis años. Y de repente, probando, no sabes muy bien cómo, descubres que sabes hacer beatbox. Y aquí yo siento que soy (somos, los tres beatboxers de la compañía) el latido de lo que suena. El ritmo lo hacemos entre todos, claro, pero yo siento que mi labor es como la de ser el armazón de todo lo que suena. Y puedo, de pronto, proponer variaciones y lo que suena se transforma radicalmente.

Dimensión vocal, ‘Con la boca abierta’
¿Cómo son los ensayos? ¿Os juntáis, creáis y luego sale el espectáculo? ¿O tenéis una idea previa y os juntáis en función de una historia o una línea?
Luis: Hay un núcleo creativo, con José Negrete (el director artístico), Julio Vaquero (director musical), Guzmán Yepes (que también ejerce de director musical, porque Julio está en Nueva York), yo mismo (productor ejecutivo) que nos encargamos de plantar las semilla: qué historia podemos contar, qué repertorio puede tener… No son historias cerradas, no es un texto en verso de Lope de Vega, sino que los ensayos son procesos vivos y pueden surgir muchas propuestas. De hecho, hay cosas que se cambian incluso de una función a otra. Nos permitimos respirar los procesos para que, si algo puede funcionar mejor, lo cambiemos. Y como somos un equipo muy amplio, con una coreógrafa [Sandra González], diseñadora de vestuario y escenografía [María Arévalo], iluminación [José Villegas]… esto hace que el texto, digamos, lo escribamos a varias manos. Luego, los ensayos y los arreglos son muy divertidos de montar.
Guzmán: Tenemos una especie de partitura base, tanto musical como de escena, de coreos, de vestuario… sobre la que montamos todo. Todo está pensado.
David: En casi todos los espectáculos teatrales, artísticos, hay un proceso previo muy importante. De hecho, yo creo que es más importante incluso que los ensayos. Porque si se hace bien, cuando se llega a la parte de los ensayos estás realmente enfocado en lo que sabes que puede funcionar. Y lo bueno de trabajar con gente tan cercana es que siempre se pueden cambiar cosas.
Guzmán: Sí hay cosas que cambiamos. En el texto pone que un actor coge una plataforma, pero al final esa plataforma ya no existe. O viene un cover nuevo y mete una broma y la integramos, y eso no estaba en el texto.
Me encantaría ver uno de vuestros libretos, a ver cómo nace todo.
Shathu: El libreto es un pretexto para lo que luego hacemos en escena. El libreto en sí es sencillo, con una portada, la escena, la partitura de la canción… Pero eso al final no tiene mucho que ver con lo que se ve en escena. Por ejemplo, de un libreto original de sesenta páginas, yo tengo añadidas otras treinta.
Luis: Bueno, es que tú eres especial. [Risas]
Shathu: Es verdad. Pero es que ellos tienen su partitura, y yo me he inventado una manera de anotar mi beatbox que, de hecho, lo sistematizaré con el tiempo.
¡Qué buena idea!
Shathu: Sí, porque la diferencia entre cantar y hacer beatbox es que cuando cantas tu repertorio es tu voz. Y puedes tener estilos, pero no cambia las cosas que haces. Pero en beatbox yo tengo un repertorio ¡de cajas! Cada beatboxer urde su beatbox en función del estilo que suele hacer. Los beatboxes tenemos mucha libertad creativa. Y lo que haces depende incluso de tu fisonomía. De hecho, en el disco… espera, ¿esto se puede decir? [Sus compañeros asienten].
Los beatboxers tenemos mucha libertad creativa.
¡Primicia para TeatroMadrid!
Shathu: En el disco que vamos a sacar, creo que cada uno de los tres beatboxers de la compañía estamos en las canciones concretas que pegan más con nuestro estilo. Y eso no estará jamás en el libreto, porque no puede estar.
¿Y las partituras que tenéis en los libretos ya están armonizadas, o eso es algo que aparece en los ensayos?
Luis: No. La partitura sí que es nuestro verso de Lope de Vega. Porque la música a capela es compleja y tiene muchas capas. Esto sí que diría que es lo único que tratamos con una precisión casi quirúrgica. Y tenemos la suerte de contar con arreglistas de primera, como Julio Vaquero o Guzmán, que hacen unos trabajos espectaculares.
Guzmán: En música a capela es prácticamente imposible improvisar, porque es muy fácil que coincidas con alguien en otra voz o que hagas algo que no funcione. Todas las notas que damos en los noventa y pico minutos que dura el espectáculo están pensadas y diseñadas para que sean esas. En los ensayos probamos, por si hubiera algún arreglo que se puede mejorar, pero en principio siempre se mantiene lo que hemos propuesto los arreglistas, porque lo hemos pensado mucho para que salga bien. Si a alguien se le ocurre otra cosa siempre puede proponer, pero la idea es que todo el mundo estudie lo que tiene que hacer para que en el ensayo no haya fallos y suene como tiene que sonar. O sea, si tienes otra idea, la hacemos. Si solo es fallo, estudia. En tu casa, tú solo.
Todas las notas que damos en los noventa y pico minutos que dura el espectáculo están pensadas y diseñadas para que sean esas.
Así que en los ensayos también os ponéis serios, aunque parezca mentira por cómo os veo ahora. David, tú entraste el último a la compañía, ¿verdad?
David: Sí. La compañía tiene un doble reparto. Los artistas vivimos en una profesión bastante irregular y complicada. Ojalá en algún momento pudiéramos vivir cien por cien de Dimensión vocal [codazos y guiños a Luis León], pero es complicado. Así que cuando uno de nosotros no puede hacer una función, siempre está la otra persona, que podrá.
Los artistas vivimos en una profesión bastante irregular y complicada.
¿Hiciste un casting para entrar?
David: Sí, pero el tema de los castings… Hay gente que los lleva bien y hay gente que se le da muy mal y luego dices, «pues es un artistazo, ¿cómo ha hecho este desastre?»
Pero tú lo hiciste bien, y aquí estás. [Risas].
Guzmán: Bueno, y es que nuestros castings son legendarios. No es cantar o actuar un poco. No. Es: ahora baila, ahora haz el pino, ahora improvisa una armonía que no sabes. Son durísimos, pero muy divertidos. Porque lo necesitamos todo: tener dotes de actuación para la comedia, plasticidad, gestualidad, baile, memoria coreográfica, oído, muy buena técnica vocal… Es muy difícil encontrar gente que haga todo eso.
David: A mí me gustaba mucho su proyecto y poder currar con ellos creo que ha sido uno de los descubrimientos de este año pasado. Son un grupo saludable, con un buen rollo tremendo, súper pros con el tema de la música, con todo lo que hacen y eso la verdad es que se agradece mucho.
En vuestra web decís que uno de vuestros valores es la humildad. Pero vosotros habéis estado en Got Talent, habéis ganado premios, habéis hecho muchísimas funciones… ¿Cómo se consigue mantener esa humildad?
Guzmán: Para mí la humildad tiene mucho que ver con estar deseando siempre aprender. Nosotros constantemente aprendemos. Antes ha dicho Luis que hay como dos mundos que hemos juntado: el musical y el teatral. Yo, que estoy más desde la música (trombón, conservatorio, coros, no sé qué), tengo que aprender mucho de ese otro lado. Alguien que viene del teatro musical, pues necesita ponerse más con la música y ser más preciso. Pero siempre estamos con gente muy buena en lo suyo, y aprendiendo de ellos. Y eso te pone en una situación de humildad, seas el mejor o el peor.
David: Es que hay gente muy buena por ahí de la que aprender siempre. Admiramos mucho a la gente. Y creo, que una cosa que también hace muy humilde a Dimensión vocal es la gestión que se lleva por parte de personas como Luis, que es actor… ¡y productor también! Tenerle al lado y saber que además de los ensayos después lleva la tarea de producción, y que es una persona como yo, no un magnate millonario… [Pausa]. Bueno, ¿te imaginas? [Risas]. Y una cosa importante es que creo que la gente joven tiene que emprender y arriesgar, y no solo querer trabajar en un musical gigante llevado por una empresa impersonal que te trate como un número.
La gente joven tiene que emprender y arriesgar.
Shathu: Creo que normalmente hay una disociación entre lo que la empresa muestra y lo que luego es. Y en este caso no ocurre. En este caso se ve bastante lo que es. La gente nos ve en vídeos haciendo el tonto y luego nosotros hacemos el tonto igual en camerinos, ¿sabes? Es una sensación muy de casa.
Luis: Eso es bonito: hay gente que está con nosotros, que cuando está en sitios más grandes, ganando más dinero, nos dice que nos echa de menos. Por el buen rollo que hay aquí.
Shathu: Aquí hemos encontrado un oasis de cariño y de talento.

Dimensión vocal
Os voy a hacer una pregunta que me genera curiosidad: ¿cuál es vuestra canción favorita?
David: «Always», de Bon Jovi. El rock de los 80.
Shathu: Bueno, yo voy a contar una anécdota. En los bolos vamos con la furgo y cuando conducimos ponemos nuestra música. Pues una vez, lo que yo ponía era tan distinto, casi incoherente, que Luis me dijo «Tío, escuchas mucha música». ¡En plan peyorativo! [Risas]. Si tuviera que escoger una canción hoy sería «Uterus», de Nour Ensemble.
Guzmán: Yo es que no escucho música. [Risas].
Luis: Cuando me hicieron el casting, Guzmán me llevó de vuelta en su coche, y le pregunté que qué música escuchaba. Y me dijo «Yo no escucho música, pero si lo hago, me siento en un sillón en el salón de mi casa y me pongo canciones de música clásica». Y pensé: «¿Dónde me estoy metiendo?». [Risas]. Pero debo decir que es normal, porque Guzmán viene de una familia de músicos muy prestigiosos. Su padre es Ignacio Yepes, un director de orquesta muy conocido. Su abuelo es Narciso Yepes, uno de los guitaristas clásicos más famosos que han existido. Entonces, claro, se le perdona porque ha mamado mucha música, música muy buena. Y es maravilloso tener una persona así en el equipo, porque el enriquecimiento que te da la música clásica es brutal.
Aclárame eso de que no escuchas música, Guzmán.
Guzmán: Es que trabajo con música todo el tiempo. Y cuando paro de trabajar me apetece leer o ponerme una peli. Pero si tengo que escuchar algo, pues me pongo una sonata de Beethoven o de Brahms, o me pongo a otros músicos que cantan a capela. Gracias a mi novia estoy descubriendo canciones pop que me gustan. Y me gustan más aún cuando las hacemos y armonizamos nosotros en la compañía.
¿Y tú, Luis?
Luis: Mi artista preferido sería como un engendro de la poesía de Jorge Drexler, con la música de Coque Maya y el sentimiento de Xoel López.
Tengo amigos músicos que me dicen que no son capaces de disfrutar de los conciertos como público, porque están analizando lo que suena. ¿A vosotros os pasa?
David: ¡No! De hecho, el otro día fui a ver precisamente a Xoel López y me flipó. A mí eso me pasa más con el teatro.
Tú eres actor también.
David: Soy actor, sí. Y tengo que hacer un ejercicio de esfuerzo mental muy grande para realmente disfrutarlo. Sobre todo, el teatro musical, porque me he formado muchísimo y sé cómo se hacen las cosas Londres o en Estados Unidos, y difiero con lo que se está convirtiendo aquí el teatro musical, que es todo vender.
Shathu: Yo voy a escuchar música muy diversa, desde Fabrik hasta conciertos de música clásica, pasando por conciertos de cumbia. Y lo disfruto mucho. También creo que la música se disfruta en el contexto. El teatro lo disfruto, y veo más teatro. Y aunque a veces es difícil desactivar el ojo crítico, creo que a veces es un músculo que hay que entrenar, porque si no nos permitimos disfrutar lo que nosotros hemos venido a hacer, ¿para qué lo estamos haciendo? Y también creo firmemente que a veces hay que ver mal teatro.
Si no nos permitimos disfrutar lo que nosotros hemos venido a hacer, ¿para qué lo estamos haciendo?
Y hacer vuestros conciertos, vuestros espectáculos, ¿lo seguís disfrutando, después de tantas funciones?
Guzmán: Mucho. A ver, es difícil y muy sacrificado, porque se mezclan muchas cosas que tienes que saber hacer. De hecho, mucha gente que ha pasado por el grupo, dice que esto es lo más difícil que ha hecho en la vida.
Shathu: Yo sobre eso quiero apuntar una cosa que nos dice nuestro director José Negrete. Él nos dice que todo espectáculo tiene un trato que hace con el público. Y el trato que hace Con la boca abierta es: has venido a pasártelo bien con nosotros. El trato nos incluye a nosotros intérpretes en esa diversión. Y es que eso es lo que ocurre. Nos lo pasamos muy bien haciendo esto.
Guzmán: A mí me encanta actuar en este agrupación. Hay nervios, porque si no los hay es un problema. Y hay que estar muy concentrado, no demasiado relajado ni demasiado tenso. Pero hay que pasarlo bien. Y lo pasamos bien.
Shathu: Y quiero añadir una cosa. Creo que hemos hablado mucho de la parte artística, pero la parte técnica es increíble. Son profesionales increíbles preparados para sacar atrezo a escena, para arreglar un micro si falla, para organizar lo que haga falta y para hacerlo al milímetro. Y gracias a su trabajo el show es lo que es. Y gracias a ellos también podemos estar tranquilos nosotros en el escenario. Me parece importante reivindicar su labor. Igual que siento que los beatboxers somos el armazón, el equipo técnico es el andamio que nos sostiene.
Qué bonito que lo menciones y reivindiques su trabajo. Y para acabar, ¿qué diríais a la gente para que venga a veros?
Guzmán: ¿Eres músico o actor y quieres ver algo con rigor? Genial. ¿Estás fuera del mundo del teatro y te apetece ver a gente haciendo el payaso? Genial.
Luis: Diría, con absoluto convencimiento, porque llevo cientos de funciones a mis espaldas, que para los amantes de la música es un must. Y para los amantes del teatro diría que es un soplo de aire fresco. Yo soy actor, he estudiado teatro, y creo que en nuestros espectáculos no hay ninguna pretensión. Nosotros proponemos una comedia y un espectáculo para disfrutar. Y eso hacemos. Y a la gente que nos ve le gusta redescubrir las canciones que conoce todo el mundo y cómo trabajamos. Yo, que lo he podido ver también desde fuera, sé que para el público es una experiencia sorprendente.
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