Dice la sabiduría popular que «quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón«. Y es que, según afirma Juan Carlos Rubio «Molière cometió un robo con Anfitrión, el divertido texto original del autor latino Plauto y dueño ya de ese suculento botín lo transformó a su antojo gracias al enorme talento que poseía«. En este sentido, no solo habría que perdonar al director y dramaturgo español por su nuevo hurto, también habría que darle las gracias por esta versión actualizada, irónica y en el que las mujeres pasan de ser un sujeto pasivo a un auténtico motor de la trama.
Mitxolobo y Pentación han unido fuerzas para la producción de este clásico, que podemos disfrutar desde el 7 de julio en el Teatro de La Latina. La propuesta llega a Madrid tras su exitoso estreno en la 66 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y después de una gira por todo el país en la que, según contaba el elenco en una charla con Teatro Madrid horas antes de su estreno, les ha tocado vivir y superar innumerables obstáculos como «miembros del equipo que daban positivo en Covid, cierres perimetrales, Filomena etc.». Aun así, los actores y actrices de la función se mostraron emocionados con ese público que ha acudido a su encuentro en los teatros a lo largo y ancho de la geografía española con responsabilidad, cariño, complicidad y agradecimiento.
Anfritrion cuenta la historia de un general tebano que vuelve de la batalla con su criado Sosia. Ambos están deseosos de reencontrarse con sus mujeres Alcmena y Cleantis, pero al llegar ellas los tratan como si acabasen de verlos hace unos minutos. Resulta que dos dioses, Júpiter y Mercurio, «aburridos de hacer sus cosas de dioses«, explicaba entre bromas el actor Dani Muriel, se han hecho pasar por ellos para seducir a las dos mujeres. Uno de los hallazgos de Juan Carlos Rubio ha sido enmarcar esta comedia en el equipo de un circo de los años 50. Esta es una comedia de enredos, pero también una historia de seres duplicados que viven la asombrosa paradoja de verse desde fuera, una reflexión sobre la identidad, sobre el amor, los celos e incluso las relaciones de poder al plantear realidades binarias entre amos y esclavos y dioses y hombres.
Un equipo de lujo
Este equipo, capitaneado por el director y dramaturgo Juan Carlos Rubio, cuenta con la participación de grandes profesionales como el coreógrafo Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza 2006, y el escenógrafo Curt Allen Wilmer, premio Max en 2017 por su escenografía de Hamlet. Además, cuenta con música original del célebre Julio Awad, autor y arreglista de grandes espectáculos como La Bella y la Bestia, El Fantasma de la Ópera, Grease, Sonrisas y Lágrimas y Priscilla, Reina del Desierto, entre otros.
Entre los actores también encontramos numerosas caras conocidas, aunque, como decía el actor José Troncoso, que da vida a Mercurio, «muchas veces parece que está reñido ser conocido con ser extraordinariamente normal; ellos son un equipo generosísimo«. Toni Acosta es la encargada de dar vida a Alcmena, Pepón Nieto interpreta a Sosia, el criado de Anfitrión, encarnado por Fele Martínez, Dani Muriel es Júpiter y María Ordónez se pone en la piel de Cleantis.
Las mujeres en el centro
Las mujeres del equipo, Toni Acosta y María Ordóñez, hablaron sobre cómo ha sido darles la vuelta a estos personajes femeninos, que, en el clásico, tenían un papel absolutamente pasivo. Para la actriz canaria ha sido «una maravilla ya que interesa mucho atraer a gente joven al teatro y si lo que ves en escena no te representa, no empatizas y desconectas. Tiene que haber una voz femenina. Lo que decimos encima del escenario importa y trasciende». María Ordóñez destacaba «el apoyo entre los personajes femeninos«, poco habitual sobre las tablas ya que, según comentaba «se nos suele poner en un lugar de enemistad o competición, aquí, pase lo que pase, al final siempre nos apoyamos«.
Parece que Juan Carlos Rubio lo tenía claro desde el principio. Cuando la propia Toni Acosta se incorporó al proyecto y se leyó la versión de Molière quedó sorprendida por un final templado en el que las mujeres aceptaban haber sido engañadas y ridiculizadas sin más. «Pensé: ¿Y ese final? Ellas no se enteran de nada, no les pasa nada, se conforman sin opinar. Pues ok.» comentaba Acosta. Fue entonces cuando el director le planteó directamente: «Por qué te lees eso, eso no es lo que vamos a hacer».
Irene Herrero Miguel / @ireneherreromi