Carolina África: «Hay que saber hacer teatro a lo grande y en un rincón de tu casa para tu abuela»

Andrea Garriga

Carolina África retratada por Geraldine Leloutre.

En Teatro Madrid hemos conversado con Carolina África con motivo de la vuelta de su obra teatral Otoño en abril, que se podrá disfrutar en la Sala Teatro Cuarta Pared a partir del 10 de febrero.

Además, hemos reflexionado sobre El Cuaderno de Pitágoras, obra que ha escrito y dirigido y que se representará hasta el 20 de febrero en el Teatro Valle Inclán del Centro Dramático Nacional.

En esta inspiradora entrevista Carolina nos habla sobre sus inicios, sobre su compañía teatral y sobre sus proyectos actuales y futuros.

Entrevista a Carolina África

Carolina, eres dramaturga, directora, actriz, productora, docente… ¿Ya sabías desde el comienzo de tu trayectoria profesional que querías experimentar diferentes oficios dentro de este arte o los has ido descubriendo por el camino?

Carolina África: Lo he ido descubriendo por el camino pero se aúnan dos de mis pasiones desde que era pequeña, y cuando digo pequeña digo muy, muy pequeña—. Yo quería ser escritora y me encantaba hacer teatro y la máxima diversión en mi vida era, junto a mis hermanas, interpretarles a mis abuelas las canciones de Mecano. He organizado siempre los bailes de fin de curso de mi clase, las obras de teatro… A mí me encantaba subirme al escenario, disfrutaba muchísimo, y escribiendo también.

El resto de facetas las he ido experimentando por necesidad y por placer. Son consecuencia lógica. Cuando escribo ya estoy pensando en términos de dirección y me gusta escribir personajes que me imagino interpretando. Es lo que me hacía feliz desde muy, muy pequeña.

La compañía Belloch Teatro celebra este año su décimo aniversario. ¿Cómo habéis vivido este viaje?

C.A. Pues ha sido un viaje fascinante, lleno de muchas aventuras, muchas dificultades y muchos momentos gloriosos. Comenzamos con una ilusión de la cual no hemos perdido ni un ápice, con el empuje de la juventud y con las ganas de coger un local, de juntar unos ahorros y mostrar el trabajo que hacíamos. Empezamos cuatro mujeres y, por avatares de la vida, seguimos siendo amigas y colaborando juntas pero Virginia se ha ido a vivir a México, a Almudena la vida la ha llevado por otros caminos y ahora la compañía somos Laura Cortón y yo.

Ha sido un viaje ascendente. Tuvimos la suerte de que una distribuidora viniera a ese semisótano a ver la función y se interesara por nuestro trabajo, que viniera Ernesto Caballero del Centro Dramático Nacional y nos diera la oportunidad…

Son muchos montajes, en diez años llevamos como ocho o nueve montajes. Hemos aprendido mucho, hemos cometido errores y hemos aprendido de ellos también y seguimos con la misma filosofía, que son cuatro puntos: soñar, planificar, ejecutar y celebrar, nos salga bien o no nos salga bien pero nosotras siempre celebramos. El equipo que hacemos Laura Cortón y yo está muy equilibrado porque yo soy muy soñadora y ella es la que tiene la capacidad de organizar, agendar, ver la manera de ejecutarlo… Y para celebrar estamos a tope las dos. Es un proyecto que nos está costando pero a la vez nos está dando muchas alegrías. Esto es una carrera de fondo.

Una de las escenas de la obra ‘Otoño en abril’. // Foto: Bárbara Sánchez Palomero

El 10 de febrero vuelve Otoño en abril, que se podrá ver en la Sala Teatro Cuarta Pared. ¿Cómo ha sido el retomar los ensayos y volver a encarnar a uno de los personajes?

C.A. Estamos ahora en el proceso de ensayos y para mí es muy especial porque yo no pude hacer la función porque estaba embarazada. Retomarlos ahora que mi bebé tiene un año es muy especial, porque la obra habla de la maternidad y de muchas zonas oscuras de la maternidad que normalmente no se cuentan o no se llevan al terreno de la ficción.

También hay un poquito de baile de personajes porque ahora es otra la compañera que está embarazada y hay de nuevo sustituciones. Hay algo muy bonito cuando una compañera está cambiando de rol porque también se configura la familia de otra manera. Está siendo muy divertido y muy especial.

Sientes que todos esos personajes que, como dijiste en una ocasión, «golpean tu imaginario», siguen evolucionando con el paso del tiempo una vez terminada la obra? ¿Siguen pidiendo más?

C.A. Pues sí, yo siempre escribo sobre cosas que conozco. Por ejemplo, ahora con el Cuaderno de Pitágoras son experiencias que a mí me han atravesado de alguna manera u otra.

Justo esta familia de mujeres de Verano en diciembre y Otoño en abril bebe directamente de mi universo particular, de mi familia, de mis hermanas, de mi madre. Por supuesto ficcionado, porque es la manera de poder trascender un poco nuestro pequeño universo y dar algo más elevado. Ellas están vivas igual que lo estoy yo y siempre encuentro cosas nuevas. De hecho con estas dos obras, así medio en broma, yo decía que en el fondo es una tetralogía donde jugaré con las cuatro estaciones del año y, bueno, parece que el Teatro Nacional de Génova, que ya ha montado las dos, me quiere encargar una tercera parte. Así que… ¡Ya pueden estar vivas, porque van a tener que volver a manifestarse y a generar un espectáculo! Así que, sí, están muy vivas y muy presentes.

Justo quería preguntarte si habría una tercera parte.

C.A. Sí, una tercera y una cuarta. Sería ‘Invierno en agosto’ y ‘Primavera en septiembre’. Es verdad que no tenía ninguna prisa por escribirlo porque, como suelo beber de mi familia, pensé: «bueno, pues cuando en la vida sigan pasando cosas.» Con este encargo tendré que apretar un poquito la imaginación.

Los personajes de Otoño en abril. // Foto: Pilar Martín Bravo

Se ha publicado la pieza ‘Otoño en abril’ con la editorial Antígona.

C.A. Sí, ha sido un lujo porque poder conservar en papel lo que he escrito me parece una maravilla, sobre todo en estos tiempos de la era digital, el volver a tener un libro entre las manos y oler las hojas, que a mí me encanta— es todo un lujo. El texto lo escribí con la beca que me dio el Pavón Teatro Kamikaze y con Antígona ya llevamos varias obras publicadas. La verdad es que es un lujo, Conchita Piña cuida muchísimo las ediciones de los libros.

Actualmente podemos ver en el Centro Dramático Nacional la pieza ‘El Cuaderno de Pitágoras’. ¿Qué supuso para ti como creadora asistir al Centro Penitenciario?

C.A. Más que como creadora, asistir a un Centro Penitenciario como ser humano es una experiencia que no olvidas. Tenemos muchas referencias de la cárcel por las películas, sabemos cómo son los muros, los alambres… Pero las sensaciones físicas de atravesar las diecisiete puertas hasta que entras al módulo, el frío que hace, los olores como de un comedor de colegio… Entré llena de prejuicios y me encontré con un grupo de treinta hombres donde mi cuerpo estaba lleno de miedo y disimulándolo muy bien, como buena actriz que soy, y a los pocos minutos a mí se me cayó un muro: me encontré con un grupo de seres humanos con las mismas emociones que las mías, con unos anhelos mucho más amplificados, porque el aislamiento de la cárcel es una cosa terrible.

La cárcel para mí es un elemento perturbador. Parece que la única respuesta a múltiples delitos es una especie de cajón desastre donde se acumula todo el mundo y, además, el paso por la cárcel rara vez consigue lo que debería, esa reinserción. Me encontré con un grupo humano, me lo pasé fenomenal, me reí muchísimo, salí con el corazón encogido y dándome cuenta de que me habían atrapado ellos a mí para siempre. Continué yendo a las sesiones y fue un encuentro sobre todo humano en el que me di cuenta de los privilegios que tengo y de que mis circunstancias son las que han hecho que yo no esté entre rejas, que nadie está exento de cometer un error que le lleve a prisión y que, aunque parezca muy obvio, ahí dentro hay seres humanos como nosotros, con las mismas emociones, los mismos dolores, con vidas muy tristes y sembrando mucho sufrimiento alrededor.

Puesta en escena de El Cuaderno de Pitágoras. // Foto: Luz Soria

¿Crees que el teatro tiene el poder de sanar y de aliviar el dolor a aquella persona que lo practica?

C.A. Sí, tiene ese poder y muchos otros. Llevo desde 2016 asistiendo a estas sesiones y ensayando una obra que se representa una única vez ante sus familias. Crear esta obra de teatro no significa que nosotros se la montemos. Ellos se tienen que organizar como una compañía de teatro.

El teatro es una fuerza muy poderosa que opera todo eso que has dicho tú pero todavía más, ellos cuentan sus propias historias porque, igual que yo para escribir ficción bebo de lo que conozco, ellos también lo hacen. Es una manera de acercarse a sus fantasmas, de trabajar en equipo, de confiar en el grupo, de llevar a buen término una empresa a la que se comprometen. La cárcel medio infantiliza, es entre un colegio y un servicio militar y el hecho de que ellos asuman la responsabilidad de organizarse y llevar a buen término el montaje de la obra les da muchos valores. Les da un espacio de libertad, de apertura emocional, juegan, ríen… Es un reto y un goce para ellos el poder representarlo delante de sus familias.

Con La Belloch Teatro estáis preparando para finales de año un montaje con texto de Paco Gámez y con tu dirección. ¿Hay algo que nos puedas contar sobre este proyecto?

C.A. Estoy muy ilusionada porque es la primera vez que dirijo una obra que no he escrito yo y me apetece muchísimo porque Paco me parece un dramaturgo talentosísimo, que ha ganado todos los premios y al que, irónicamente, no le montan las obras. Estará Laura Cortón en el reparto, mi socia de La Belloch, y está todo gestándose pero creo que el audiovisual va a jugar un punto importante.

Para terminar, ¿Qué consejo le darías a todos aquellos autores teatrales noveles que están intentando tirar hacia adelante sus proyectos?

C.A. El consejo que les daría es que sigan adelante con arrojo. Yo conseguí visibilizar mis obras de teatro metiéndome en una peluquería, haciendo una iniciativa que llamamos ‘Al teatro por los rulos’ y cobrando, en lugar de una entrada, un rulo a 8 euros. No tenía oportunidades, nadie confiaba en mi trabajo porque no lo conocían y me busqué la manera.

Es verdad que las cosas están difíciles, sobre todo ahora con la pandemia, pero no puedes esperar en casa a que te llamen. «La suerte aparece con un pie echado adelante», o algo parecido dice un refrán africano. Les diría que un lugar de exhibición puede ser cualquier rincón, que lo hagan con mucho amor y que sean fieles a sus obsesiones, por muy absurdas que parezcan. Si tú tienes fe en que eso que quieres contar puede llegar de alguna manera, aunque alguien te diga que eso no le interesa a nadie, tienes que seguir tu intención y buscar la forma de que ese trabajo se vea. Nosotros estuvimos a la vez en el María Guerrero y en nuestro local y no hemos sido más felices en un sitio que en otro, hay que saber hacer teatro a lo grande y en un rincón de tu casa para tu abuela.

Andrea Garriga González / @andrea.garriga

Escrito por

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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