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EN EL TEATRO LARA

Fátima Baeza: «Cuando realmente te conectas con alguien hay algo de piel, de energía, de vibración»

Fátima Baeza y Guillermo Manuel Ortega protagonizan 'Frankie y Johnny en el claro de luna', un clásico contemporáneo del dramaturgo estadounidense Terrence McNally

Imagen de 'Frankie y Johnny en el Claro de Luna'.

Fátima Baeza y Guillermo Manuel Ortega protagonizan el clásico contemporáneo de Terrence McNally.

Una habitación de un pequeño apartamento en un barrio de Manhattan. Una mujer y un hombre están atrapados en una noche donde afloran sus miedos, sueños y emociones más íntimos al compás del arrebatador Claro de luna, de Claude Debussy. Ellos son Frankie y Johnny.

En 1987, Terrence McNally estrenó en Broadway Frankie y Johnny en el claro de luna, una obra que explora la conexión humana, la intimidad y el amor. Una historia realista y cotidiana sobre la vulnerabilidad y la búsqueda de sentido en un mundo cada vez más complejo. Pilar Massa dirige una nueva versión de esta comedia romántica, que se puede disfrutar en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara.

Desde TeatroMadrid hemos hablado con sus protagonistas, Fátima Baeza y Guillermo Manuel Ortega, sobre un espectáculo que se muestra como un refugio luminoso para salvaguardar la autoestima y cerrar heridas pasadas.

Frankie y Johnny han mantenido un encuentro íntimo de una noche que cada uno va a encarar de una manera diferente en función de su mochila emocional. ¿Cómo lo vive cada uno?

Guillermo Manuel Ortega: Johnny no se enamora esa noche, ya estaba enamorado. Además, está en un momento vital donde, por circunstancias que le han pasado en su vida, se ha dado cuenta de que las cosas tienes que tomarlas en el momento que están, porque él ha dejado pasar muchas oportunidades. Desea que este encuentro se convierta en la relación en la que él cree que puede convertirse.

Fátima Baeza: A Frankie también le gusta Johnny y está contenta de que esto haya sucedido, pero tiene otra desesperanza, otra mochila, y su propósito es no confiar. Si algo sucede que sea muy poco a poco y que ella lleve las riendas.

G. M. O.: Claro, como que Frankie no quiere que le hagan daño nunca más.

F. B.: No quiere sufrir y por eso ella quiere ser la que lleva el control sobre lo que da. Quiere abrir la puertecita, lo que ella está preparada para poder dar que es un poquito. Y, claro, lo que siente que le empieza a demandar Johnny es que abra completamente la puerta, y eso es algo que ella no está dispuesta a hacer.

Han compartido su primera noche juntos, pero ellos no son completos desconocidos; son compañeros de trabajo en un restaurante griego. ¿Cómo creéis que ese conocimiento previo va a influir y a marcar la diferencia en la relación?

G.M.O.: Ellos se conocen desde hace seis semanas. Ella es camarera y yo soy cocinero, y no hemos tenido ninguna cita, el contacto es mínimo. No hay intimidad, no hay manera de conectar. Pero, a nivel de piel, de miradas, de sentirse, han pasado un montón de cosas cada día.

F.B.: Realmente no se conocen. Existe una atracción, pero no se han parado a charlar sobre su vida, su pasado, sus gustos.

G.M.O.: Durante el transcurso de la obra se va viendo que sí que se han observado y que sí que se han dado cuenta de qué es lo que hay detrás de esa persona. Se han hecho una idea. Toda esa imaginación que se ha ido desarrollando durante seis semanas. Cuando conoces a una persona y no puedes intercambiar información, te imaginas muchísimas cosas. Hay un montón de noches pensando en la otra persona cuando estás enamorado.

La pieza musical Claro de luna, del célebre compositor francés Claude Debussy, suena en la función y es realmente otro personaje más de la obra. ¿Qué significado va a tener para cada uno de los dos?

G.M.O.: Para Johnny tal como él mismo dice es «la música más hermosa jamás escrita». Es como su sueño plasmado en forma de música. Su anhelo de conectar con alguien, de vivir la vida de otra manera. Esta cosa que nos hace el arte, que nos pone en contacto con algo a lo que no podemos ponerle palabras, pero que nos hace sentirlo por dentro.

F.B.: Frankie se siente muy desconocedora de la belleza; no ha estado mucho en contacto con la belleza. Ha estado siempre más en la vida real, más en lo cotidiano. Y a lo largo de la obra, ella va a ir abriéndose e irá descubriendo cosas, y la música al final es como la apertura total. Es como el abrir la puerta y ver que hay un mundo de sensibilidades, pero que nunca se ha permitido sentirlo. La música representa un poco el permiso al darse cuenta de que hay algo hermoso en ella y fuera de ella, que es la música.

A lo largo de la vida uno conoce a mucha gente, pero se encuentra con muy poca. ¿Por qué creéis que a día de hoy nos cuesta más conectar verdaderamente con alguien en esta sociedad sobre estimulada e hiperconectada en la que vivimos?

G.M.O.: Porque se ha falsamente facilitado todo. El contacto se ha, en teoría, facilitado. Hay un montón de medios de comunicación. Podemos hablar con cualquier persona en cualquier momento porque llevamos un teléfono, una televisión, una cámara de fotos y una grabadora con nosotros continuamente. Y entonces yo creo que eso ha hecho que perdamos la capacidad de riesgo, que perdamos la capacidad de abrirnos a las personas.

Imagen de 'Frankie y Johnny en el Claro de luna'.

Guillermo Manuel Ortega es Johnny, un romántico y entusiasta que vive la vida con intensidad.

Antes, hace 40 años, no tenías más remedio que quedar con una persona si querías hablar con ella. Cuando tú hablas con una persona, cara a cara, afrontas un montón de riesgos. Al perder esa vulnerabilidad hemos perdido mucha capacidad de contacto. Y ahora hay muchas maneras de excusarte. Cuanto más fácil es, menos compromiso.

F.B.: Yo también creo que hay algo como que nos hemos desconectado de los sentidos. Cuando realmente te conectas con alguien hay algo de piel, de energía, de vibración. Somos energía y somos vibración. Si no lo hay, pierdes el 50 % de la información, es decir, la manera de relacionarte es solo mental; solo interviene el juicio y la opinión. Estamos perdiendo muchísimo ese vínculo con lo animal. Con el olor, con la visión, incluso con el tacto… Creo que estamos muy perdidos, porque no hay una conexión real solo intelectual y es, además, algo que puedes falsear.

G.M.O.: Sí, es que pasan muchas cosas cuando hay un contacto directo.

F.B.: Nuestra obra es muy interesante porque son dos personas que al juntarse se enfrentan a un riesgo. Cuando hay un vínculo, hay un miedo. No lo puedes evitar. Y veo que, por ejemplo, los chavales de hoy evitan ese miedo. Están conectados todo el rato por Instagram, pero se están perdiendo un montón de vivencias y emociones. Si tú quedas con alguien y no tienes nada de qué hablar, pues no hay nada que hacer. No va a ser tu pareja, no va a ser tu amigo si no tienes nada de qué hablar. Si tú quedas con una persona y se te pasan los minutos, pues hay ya una conexión.

Muchas veces cuando quedan en persona están hablando entre ellos, pero a través del móvil. Se ha alterado el significado original de estar presente.

F.B.: Para mí es totalmente absurdo. Y, además, luego hay una cosa que es muy fuerte, y es que no se comparten vivencias, solo experiencias contadas. De pronto, los chavales quedan para hablarse, para narrarse lo que les ha sucedido, pero apenas hacen cosas juntos.

¿Cómo ha sido la conexión que os ha regalado esta experiencia teatral? ¿Qué os lleváis de este encuentro el uno del otro?

F.B.: Frankie se lleva de Johnny ese hay que confiar. Ese hay que lanzarse. Ella ve que él tiene esa valentía y decide confiar en él. También se lleva ese sentimiento de belleza, ya que él le habla de la belleza y yo creo que él le pone toda la noche música clásica hasta que ella la entiende.

G.M.O.: ¿Y de mí?

F.B.: Está siendo un proceso súper bonito trabajar con Guillermo porque tiene mucho de su personaje. Es un hombre apasionado y tira con mucha fe de la función. Me da muchísima confianza.

Imagen de 'Frankie y Johnny en el Claro de luna'.

Fátima Baeza es Frankie, una mujer que ha sufrido mucho y debe aprender a liberarse de sí misma.

Veo mucha solidez en lo que le hace, mucho compromiso y eso me da mucha libertad a mí como actriz para trabajar y como persona. Y una mirada: está muy presente en el escenario. Hay algo también de Frankie en mí de poder saltar porque sabes que hay alguien que te va a recoger.

G.M.O.: A Fátima la conozco desde hace muchísimos años y la admiro como actriz desde siempre. Desde la primera improvisación que la vi, porque coincidimos en la RESAD, y me considero un privilegiado por estar con ella en escena. Con ella todo cobra verdad. Me encanta porque me mantiene vivo y es súper estimulante; de repente, le surgen cosas que no sabe ni ella de dónde vienen y es maravilloso porque se crean cosas nuevas y que están dentro del marco; eso me admira muchísimo. Fátima tiene un sentido de verdad muy grande.

Por otro lado, el personaje de Johnny se lleva de Frankie aprender a respetar al otro. Es verdad que, aunque tú creas mucho en algo, tienes que respetar al otro. A pesar de que tú estés muy convencido, el límite es la otra persona y eso es muy importante.

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Escrito por

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Amante del teatro clásico, del repertorio y del teatro de texto contemporáneo. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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