Hace tres años, Galder Varas actuaba para una sala llena de 30 personas. Ahora está agotando entradas con su espectáculo Esto no es un show en plena Gran Vía y se estrena como director de teatro también, con su obra Junta de vecinos. Hablamos con él de sus inicios y su recorrido profesional.
Bueno, más que un reto o un sueño, un imposible. Sí que es verdad que alguna vez había pensado en ir a Estados Unidos o Latinoamérica, hacer algún micro abierto para probar pero esto no, para mí era impensable.
Es que es muy profundo, Alex O’Dogherty. Yo no tengo ese dominio del lenguaje que él tiene. Pero sí, o sea, mucho trabajo ha habido. De hecho, a mí se me nota. Se nota que no es por talento, esto es por trabajo. Si lo consigo es porque me he esforzado.
Eres licenciado en comunicación audiovisual. ¿Querías ser director de cine, no?
Sí, quería. Ese era mi sueño. Pero a mí me gustaba más el guión, escribí alguna historia. Escribí un cómic hace poco, estoy muy orgulloso de él.
Y has dirigido algunos cortos también.
Sí, pero, claro, hace ya años cuando acabé la carrera. Me gustaría en un futuro hacer eso o seguir guionizando o algún formato para televisión, escribir.
Sí, es un formato que mezcla comedia y stand-up -monólogo- con CrowdWork -improvisación con el público- y en un formato que, yo creo que está un poco a medio camino entre el formato de monólogo CrowdWork y Late Night también un poco. Hay una entrevista con un invitado y la temática siempre son los problemas de convivencia.
Hablabas un poco de tus inicios con mucho esfuerzo y durante un tiempo viviste en un barrio «un poco chungo», según has dicho tú, de Torrevieja, que había discusiones en la calle.
Ah, sí, sí, bueno, mi infancia, prácticamente toda mi adolescencia, sí. Y fíjate con esta cara que tengo yo, mi depredador natural son los de ese barrio. Pero como te van conociendo pasas de presa a especie protegida. O sea, esta persona es un pardillo, pero es del barrio, hay que protegerlo.
«Es muy precario, no ves las posibilidades de que con esto puedas generarte una carrera, ganarte la vida»
Sí, lo vivía con mucha vergüenza porque yo había dejado trabajos que, a lo mejor, no me llenaban en lo profesional, pero con los que se podía vivir bien. Entonces, me veía ya con una edad,… la edad pesa mucho, sobre todo por la presión social. Entonces, tienes como un diálogo interno «¿qué haces aquí? Tienes 29 años, has dejado un trabajo con el que podías estar viviendo, no tienes ni casa, estás compartiendo piso…» Y convenciendo a una persona para que viniera gratis.
Hay una parte positiva, que es la cultura del esfuerzo, del emprendimiento, que no siempre es tan habitual en este sector. Pero también hay una parte que has comentado que es la precariedad laboral.
Sí, yo lo que quería era actuar. Y me junté con otros dos o tres locos que tenían la misma idea que yo y decidimos hacerlo gratis. Entonces, en ese año, esto fue en 2017, la gente que estaba en micros abiertos flipaba. Es verdad lo que dices, hay mucha precariedad. Es el caso de muchísima gente, por ejemplo, como Juan Dávila. En su caso, ha llegado a vender el Vista Alegre cinco veces y te preguntas la cantidad de dinero que estará ganando ahora, justo en este momento. Porque no ha sido así durante 15 años de su carrera. Pero claro, tú cuando empiezas en esto, las posibilidades de que vivas de ello son muy bajas. Lo bonito es que a lo mejor algún día puedas llegar a vivir bien de ello pero cualquier persona que conozca un poco este mundo sabe que ese no es el objetivo inicial, porque prácticamente es imposible conseguirlo.
«La edad pesa mucho, sobre todo por la presión social»
Yo creo que cuando notas que tu familia, durante un tiempo, no te lo dice pero está muy preocupada por el camino que está tomando tu vida. Tienes muchos altibajos, sobre todo porque es muy precario, no ves las posibilidades de que con esto puedas generarte una carrera, ganarte la vida. Y eso que yo, precisamente, tampoco lo he tenido tan difícil. O sea, trabajé mucho pero muchas cosas me llegaron en tiempo. Yo dejé un curro y tenía unos ahorros que me duraban. Entonces, tuve suerte de que encontré trabajos de guionista pero si tu familia está preocupada, eso te provoca también cierta presión psicológica de qué estás haciendo con tu vida. Entonces, yo creo que eso es lo más duro, sobre todo cuando no ves posibilidades o cuando sale mal. Es que imagínate, actúas para 10, y no sale bien ese día. Y no has cobrado, porque lo estás haciendo gratis. Y se te están gastando los ahorros. Y llegas a tu casa y encima tienes que compartir piso. Entonces, te pones a pensar en todas esas cosas y te entra un bajón muy grande. Yo creo que eso es casi lo más duro.
Sí, es constante. Es lo que tiene la improvisación, tú haces algo, esperas un resultado y el público o esa situación te provoca otra cosa. Entonces, hay que trabajar con las cosas nuevas que van surgiendo en el show. Hay una energía, hay algo que se crea en la hora y media en la que estamos participando tanto yo como el público, de una ficción, porque realmente es una ficción.
Dices que es una ficción pero la gente, en principio, comparte historias de su vida.
Sí, es como una exageración de la realidad. Luego la gente se lo toma todo al pie de la letra. Yo creo que el público, el que está ahí, y yo entendemos que hay una ficción, que todo se hace con un objetivo, que es hacernos reír. Eso no quiere decir que venga de algo real que tú tengas, pero no se está tratando un problema, no estamos haciendo terapia de grupo. La gente entiende o debería entender, yo creo que lo entienden, que el humor está por encima de todo.
Pues yo me di cuenta al cabo de unos días. Al día siguiente tenía dos actuaciones en Granada, y luego el lunes tenía que estar en Madrid. Yo flipé, claro, y hablé con ella y le dije, «pero ¿qué está pasando?». Me pareció muy injusto porque yo puedo entender que te pueda gustar o no. Pero claro, dos años antes, Grison y Jaime Caravaca doblaban a la gente, y los chistes eran incluso mucho más fuertes, y ahí no pasó nada.
A mí me da igual. El hate no me afecta pero las críticas negativas me pesan muchísimo más que las positivas. Tiene un valor porque una persona, aunque sea para insultarte, se ha tomado un tiempo, para criticar. Y te pesa muchas veces más esa crítica, te quedas más con lo negativo que te puede decir una persona que con lo positivo.
La crítica negativa te va a aportar algo positivo, lo que pasa es que tienes que distanciarte un poco de lo emocional y pensar que tú trabajas en esto, y que no trabajas 24 horas. Y quizá, pues voy a hacerle caso a lo que crea yo que me va a ayudar, y lo otro no, pero claro, no dejar que te afecte emocionalmente. Pero eso lo estamos trabajando.