¿Cuál es la primera imagen que aparece en la mente de un individuo cuando escucha «Van Gogh»? Puede que unos girasoles, tonos anaranjados, una lámina en su hogar e, incluso, un grupo de música. Y es que Vincent Van Gogh es uno de los artistas más conocidos mundialmente, una fama que no alcanzó hasta después de su muerte.
Del 12 de septiembre al 19 de noviembre se podrá disfrutar en el Teatro Marquina de Forever Van Gogh, una producción de Beon Entertainment. La pieza recorre la carrera del artista a través de su obra y los cuadros cobran vida propia a través de la danza, la música y el teatro, con los recursos tecnológicos más avanzados en las artes escénicas. Con dirección y guion de Ignasi Vidal, coreografía de Chevi Muraday y música del violinista Ara Malikian.
En TeatroMadrid hemos conversado con Ignasi Vidal sobre el montaje y el aclamado pintor.
¿Qué se va a encontrar el espectador en Forever Van Gogh?
Un espectáculo envolvente. Los recursos técnicos, relacionados con la imagen y el video, hacen que el espectador se sienta dentro del mundo del pintor. El público se va a encontrar con la parte más emocional de este personaje. Es una historia centrada en la vida de Van Gogh, en el por qué pintaba como pintaba y en el motivo por el que desarrolló su carrera de ese modo. Siempre desde el punto de vista emocional.
Eres el director del montaje y también has creado el guion. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
Fue bastante intenso. Me basé en las cartas que él le escribió a su hermano, que están recogidas en el libro Cartas a Theo. En esa correspondencia me pareció que estaba la esencia de lo que él quería contar, ya que son los hechos expresados de primera mano por el autor.
¿Qué fue lo que más te sorprendió de Vincent Van Gogh en el proceso de investigación?
Es innegable que era una persona con una sensibilidad muy desarrollada. Lo que me sorprendió de él mientras me documentaba fue su calidad literaria; escribía como un autor literario −de estos casos hay unos cuantos en la historia, pintores que escriben muy bien como por ejemplo Salvador Dalí, que tiene unas memorias muy divertidas−. También me impresionó el vasto conocimiento que tenía de las artes, no sólo de la pintura sino también de la literatura y de la música. Conocía muy bien los textos clásicos y los de sus contemporáneos.
¿Cómo plasmar su esencia en las diferentes disciplinas que engloban el espectáculo?
Gracias al trabajo en equipo. Ha sido posible gracias a la unión de personas que hemos estado en la búsqueda del personaje y de cómo contar la historia. En toda puesta en escena, hay una parte en la que tienes que alejarte un poco del texto y ver qué vas a contar más allá de él. Ha sido un trabajo en grupo y me ha dado la posibilidad de verlo desde diferentes ópticas y ángulos.
¿Va a descubrir el espectador algo nuevo del artista?
Depende de los conocimientos que tenga sobre la vida del pintor. Hay aspectos personales que son poco conocidos y que salen en la función, algunos muy sorprendentes. Lo que sí sé, más allá de descubrir cuestiones biográficas, es que el público se va a encontrar un espectáculo cargado de emocionalidad, de mucha víscera. Porque así era Van Gogh.
«Quiero tocar a la gente con mi arte. Quiero que ellos digan ‘él siente profundamente, él siente con ternura’». Vincent Van Gogh
Cuéntanos sobre los recursos tecnológicos que habéis utilizado en este montaje.
Se ha utilizado inteligencia artificial para recrear diferentes espacios escénicos y para las proyecciones. Esto nos ha permitido ir más allá de los cuadros pintados, concebir espacios más amplios con el mismo estilo de las pinturas, una cosa fascinante ya que nos ha abierto mucho las posibilidades de contar esta historia.
¿Qué dos emociones definen este espectáculo?
Hay una que está clara que es la pasión. La otra diría que es la confusión, una constante en el montaje. La confusión de la época en la que le tocó vivir y en sus sentimientos, al verse incapacitado de llegar fácilmente al público de su tiempo. Por eso establecemos dos líneas paralelas de acción: la vida de Van Gogh y el momento póstumo, en el viaje de un cuadro.
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