El teatro que nos mueve es aquel que nos cambia, el que nos toca el corazón y nos habla de tú a tú, mirándonos a los ojos. Es el que pone sobre las tablas los temas que nos duelen y las preguntas para las que no tenemos respuesta.
En estos días las preguntas sin respuesta se clavan como agujas cargadas de tristeza y dolor: ¿Por qué suceden atrocidades como el asesinato del joven Samuel Luiz? ¿Por qué en Hungría se ha aprobado una ley homófoba que veta talleres escolares, libros y películas que aborden cuestiones de sexo y género? ¿Por qué personajes públicos y relevantes en nuestro país alimentan el desprecio y la violencia contra algunos colectivos? Y es entonces, ahora, cuando la sociedad se vuelve demasiado compleja e incomprensible, que el teatro se vuelve más necesario que nunca.
Cuando Víctor Palmero se puso en contacto con Stephen House para pedirle permiso para montar Johnny Chico, el autor australiano le preguntó sorprendido si no prefería un texto más actual, ya que el texto estaba escrito en los años 90. El actor le contestó, con gran tristeza, que, por desgracia, el texto habla de una realidad muy actual en España. Y así comenzó este viaje que ha llevado la pieza, un alegato contra la intolerancia y la homofobia, por varias plazas de nuestro país, pasando con éxito arrollador por el Teatro Lara de Madrid, por el Teatro Infanta Isabel y ahora por el Teatro Español.
El equipo de TeatroMadrid pudo ser testigo de una de esas funciones memorables, una función dedicada al joven Samuel. El montaje dirigido por Eduard Costa se trasladaba a la sala Cándido Lara, después de dos meses de sold out en la sala Lola Membrives, y lo hacía con una sala llena y un público más que dispuesto a viajar de la mano de Víctor Palmero. Para luego hacer otra temporada de éxito en el Teatro Infanta Isabel.
Tal y como nos contaba Palmero en una entrevista, este «es un texto duro y crudo». Sin embargo, en las palabras del protagonista, un personaje marginado que se va rompiendo a cada paso, encontramos belleza y poesía.
El actor realiza un acto de virtuosismo actoral y da vida a más de diez personajes, dotándolos de entidad e identidad propias. Gracias a su interpretación, majestuosa y tierna, es capaz de construir también el mundo que rodea a Johnny; un mundo cruel habitado por personajes heridos y desamparados, un mundo que, finalmente, se lleva todo, y a todos, por delante.
Tal y como afirmaba el director Eduard Costa en una conversación con TeatroMadrid, «se trata de un texto oportuno y no oportunista«, y así lo recibió el público.
«Está siendo un sueño. La repercusión que estamos teniendo ha superado nuestras expectativas«, comentaba Costa. A raíz del asesinato de Samuel, afirmaba que también están viviendo el proceso con mucha angustia: «Ojalá no tengamos que acabar la obra y dedicarla a un suceso tan escalofriante. Lo llevamos mal, es atroz lo que está pasando«. El director lamenta, además, que el público que suele acudir al teatro es el que ya comprende que la violencia nunca es la salida: «Ojalá les llegase también a los adolescentes», afirma, «lo que me entristece es que el público al que va dirigido es el que no va al teatro».
Por suerte, para quienes todavía no han disfrutado de este viaje valiente y necesario de la mano de Johnny Chico, la función estará en el Teatro Español del 10 al 14 de mayo. ¡Luego no digáis que no os hemos avisado!